No creo que Robregordo sea una carrera más.
Una prueba a la que acuden ex-campeones del Mundo, donde se citan pilotos británicos que rara vez salen de su país, y que atrae a los mejores pilotos españoles de clásicas no es una prueba cualquiera. Pero para los habituales del campeonato de clásicas de Madrid, Robregordo es, simplemente, "la carrera".
Basta con asomarse a los foros en los días previos para ver el nivel de nerviosismo que tenemos todos, y que cada uno exterioriza a su manera. Hay de todo; desde bravatas entre compañeros, hasta apuestas, pasando por preguntas de los menos expertos que intentan entender a qué van antes de tomar la salida. Pero si conoces a muchos de los que escriben, sabes que por detrás de tanta broma en los foros, muchos han planificado el año para llegar a la carrera en el mejor estado posible. Llevan meses de gimnasio, de entrenamientos, o incluso de dietas a fin de tomar la salida en condiciones óptimas para poder salir contentos de ella. Porque todos tenemos un objetivo con relación a la prueba, lo confesemos o no. Lo sé desde que en 2.007 me quedé sin salir el segundo día, y me he pasado un año diciéndome a mí mismo que este año sería diferente.
Yo también tenía idea de haber hecho bicicleta para coger fondo físico, de haber perdido algunos kilos para ir más cómodo sobre la moto, y de haber entrenado algo más. Pero muchas veces las cosas son completamente distintas a lo que uno espera, y mi arranque de 2.008 ha estado muy marcado por el final de la enfermedad de mi padre, que murió hace dos semanas, después de dos años de pelea con un cáncer devastador.
Suena muy duro, pero cuando lo has vivido sin verle una mala cara ni oírle una palabra de desánimo por su situación, lo ves de otra manera. Sigues igual de triste, porque la realidad de fondo consiste en algo tan simple -y tan brutal- como que se ha muerto tu padre. Pero das gracias a Dios porque lejos de dejarse vencer, que era lo fácil, mi padre ha utilizado estos dos años para mostrar a su gente que si esta vida tiene un sentido, no es mucho más que trasladar hacia delante aquellos valores en los que crees. Y que éso sólo hay un sólo modo eficaz de hacerlo, que es dando ejemplo.
Y en eso, aunque lo hizo siempre, fue aun más estricto en esta última temporada. Nunca nos habló de ello, porque él no era hombre de muchas palabras, pero si juzgo por lo que he visto, se ha pasado dos años dedicado a preparar su alma para el momento que esperaba, a hacernos ver a todos que cada uno de nosotros tenía un lugar especial en su corazón, y a pelear contra el cáncer con un valor tan sereno que, sólo ahora cuando lo pienso, me doy cuenta de lo valiente que ha sido mi padre.
Creo que los párrafos anteriores son una descripción más o menos exacta de cómo llegué a Robregordo este año. Resumiendo: fuera de forma, triste como no lo había estado en mi vida, y con una deuda conmigo mismo desde 2.007. Un cóctel peligroso para meterte en el cuerpo una competición de esta dureza.
Intentando describir con una imagen lo que sentimos este año, sólo tengo a mano esto:
La foto no es demasiado buena, pero creo que recoge cosas que sientes en esta carrera. Aunque tengas la suerte de ir bien acompañado, hay tramos en que estás a solas contigo mismo, sin más compañía que una Naturaleza maravillosa pero durísima y una moto que se ha convertido en una extensión de ti mismo. Trial en estado puro: con independencia de que haya un resultado por obtener, a lo que estás en realidad es a probarte.
Y aunque mi estado de partida no era tal vez el ideal para afrontar la prueba, pronto empezaron a pasar cosas que me hicieron sentir mejor. Alguna de ellas tan tontas, pero tan especiales, como cuando recogí mi dorsal y me encontré con que mi Cota 349 iba a lucir el 247 en la placa frontal. Justo el que corresponde a la Montesa de trial por antonomasia.
Podéis verlo en la foto junto con el 191 de la Honda de José María (¿casualidad que acabe la carrera el año que salimos juntos?) y la Italjet de Enrique Llorente, que es otro de los fijos en las carreras.
Y con la moto hay aún más, que para eso se lo ha ganado con su comportamiento, intachable como siempre. Como por ejemplo, lo curioso que resulta encontrarte a su diseñador saliendo de una zona, y que se pare a hacerse una foto contigo mientras te cuenta sus años con Montesa. Un tipo estupendo Manuel Soler, que iba charlando con todos los que andábamos por allí, prestándose a cualquier cosa que se le pidiera con una sonrisa y un amabilidad totales. Todo un caballero.
En mi caso, además, me despejó una duda sobre la Cota 330, de la cual me habían dicho que era "la más parecida en motor a las Bultaco de entre todas las Montesa". Pero Manuel me confirmó lo que yo pensaba: "su Montesa" fue la blanca, y en ella se probó el motor que lleva mi 349/4. La 330 pertenece a otra etapa en la que él ya no tuvo que ver. Básicamente la misma historia que me había contado Miquel Cirera por otro lado, con lo si alguien quiere seguir sosteniendo teorías contrarias, lo va a tener complicado.
Otro momento especial para mí fue conocer a Mercé y María Dolors, mujeres de Víctor Martín ("Bonaigua") y Toni Buxadé ("ToniBH"). Dos señoras como la copa de un pino que te hacen entender aquello de que "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer". El rato de conversación con Mercé el sábado es de esas cosas que uno se lleva puestas de esta vida, como lo es recordar la delicadeza con que María Dolors "baja la cámara" para hacerme ver que no iba a tomar la foto de mi tonta caída en una entrada de zona. Siento no tener una foto con la familia Motocat al completo, pero me vale la de abajo para recordar que compartimos ratos estupendos con Toni durante buena parte del recorrido.
Sigo con las personas, que lo son todo en esta vida. Y turno para dos de los que me acompañan arriba. José María y David. Poco que decir que no haya dicho de mi compañero de fatigas, como poco más podía haber pedido a un David que estuvo con nosotros todo el Domingo con una simpatía que tampoco olvidaré. La siguiente foto es reflejo de más cosas de las que vives en Robregordo:
Una Honda metida en barro hasta las orejas, pero las caras de los que miran al fotógrafo son casi de placer. A esta foto le falta de banda sonora el "With a little help of my friends" de los Beatles. ¿Quien dijo que el trial no es un deporte de equipo?
Más equipo: Corsino y Lallorea ayudando a un José María enfiascado con la Honda. Él no se queja nunca de nada, pero debió echar de menos su Cota 330 pese a lo bien que iba la japonesa que Eduardo le cedió para la carrera.
Más momentos especiales: después de veinte minutos examinando todo tipo de alternativas, el triunfo de la mecánica manchega. Dos tirillas de plástico mantuvieron en su sitio la palanca de cambio de la 172 de Corsino para que pudiera llegar a la meta junto con Juanito.
Y más casualidades (¿o no lo eran?). Tomo una vista general desde el avituallamiento y ¿quien aparece entrando a la zona del río? Pues Corsino con la chicharrilla.
Y seguiría contando historias de Robregordo 2.008 porque hay mil más. Desde la escena de Togno ofreciendo a Cirera unos tornillos Bultaco para el manillar de la Montesa 330, hasta el rato que me tocó hacer de "traductor médico" para que Pim Terricabras pudiera atender a un inglés con lumbago, pasando por ver a Mick Andrews pagar la deuda de honor con José María ... una cerveza por cada cero.
Mil historias con todos los amigos que me hicieron entender de nuevo aquello de "You'll never walk alone".
Entré en Robergordo 2.008 sabiendo que llevaba a mi padre de mochilero, pero me encontré con muchos más. Con algunos sabía que contaba, como cuento siempre, pero otros fueron parte de la larga memoria de buenos recuerdos inesperados que conservaré de esta carrera. Y no hay lista, porque no es necesaria. Tú que me estás leyendo sabes que has sido parte de todo esto.
Gracias por estar ahí.
lunes, mayo 26, 2008
Robregordo 2008. Haciendo trial con mi padre.
Etiquetas:
trial
13 comentarios:
Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.
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Buenísima crónica, Julián. Como bien dices, lo más importante son las personas que son al fin y al cabo las que hacen (las que hacemos) Robregordo cada año. Te felicito por el modo ejemplar en el que transmites lo que a su vez tu padre te ha transmitido y que al final acaba llegándonos a nosotros a través de este blog. Esos valores con los que afrontas el trial y la vida en general.
ResponderEliminarLas situaciones duras sacan lo mejor de las personas, y Robregordo saca lo mejor de los trialeros. Si no, ¿de qué manera se explicaría que yo le dejara una llave de bujías al equipo Montesa (Cirera/Terricabras/Codina) sin rechistar? Y luego lo de los tornillos. Lástima que fueran de 5 y no de 6, jajaja.
Felicidades por la crónica.
Gracias a ti, Togno. No sólo porque sé que estás ahí, sino porque también me consta que no buscabas unos tornillos para Cirera, sino que me estabas intentando hacer el favor a mí, que era quien los había pedido.
ResponderEliminar:-)
No hay nada que pueda decir que no sepas. Ese último cero ha sido un broche de oro a un trial muy especial. En la memoria quedará para siempre un montón de sensaciones e imágenes únicas pero, además y por encima de todo, ten por seguro que en algún lugar hay alguien feliz y orgulloso de su hijo.
ResponderEliminarGracias.
PD.: fantástica crónica.
Ojalá sea así, amigo.
ResponderEliminarY una vez vistas las clasificaciones, vuelvo a creer en la justicia divina. Me ganas por un punto en el total de los dos días. Ni a propósito habría encontrado un resultado que me diera más alegría.
¡¡Gracias por todo!!
Pues va a sonar un poco a Jesulín, pero a veces la vida es como el trial.
ResponderEliminarTe llega la averia en el momento mas inesperado y cuando lo das por perdido la solución estaba esperando en forma de correilla en tu propia moto.
Lo importante es que tienes la oportunidad de transformar ese rato en principio desesperante en un momento de disfrute rodeado de buena gente echando una mano o simplemente estando allí.
Resumiendo, Robregordo08.....buen prólogo de los que nos queden por vivir.
Gracias, Andrés. No te contaré nunca lo que consigues hacer con los esquemas mentales de muchos (los mecánicos sobre todo) por no darte cuerda, que no es lo que necesitas, precisamente.
ResponderEliminarPero creo ser justo si te califico de magnífico anfitrión, consumado liante ... y extraordinario mecánico. Créeme que todos los adjetivos están más que meditados. Y seguro que tras Robregordo 09 habrá más.
¡¡Un abrazo!!
Julián: no sabes cómo te entiendo! No te conozco apenas, pero te comprendo perfectamente. Quizás sea porque yo aterricé (o recuperé, más bien)el trial por causas parecidas. Tengo ganas locas de correr una prueba, entre otras cosas, por sentirme incluído en crónicas como la tuya, y no sólo como "testigo con cámara".
ResponderEliminarPor cierto: te debo un reportaje entero!
Un abrazo!
joer!, no tengo palabras y no es por lo del trial. Bueno, sí. Gracias!, porque me guardo es paquete de emociones para cuando me haga falta.
ResponderEliminar361 días para robregordo 09!
Julián no sabía lo de tu padre, lo siento mucho. Seguro que él está orgulloso de la manera en que afrontas las cosas, las buenas enseñanzas que ha compartido y ver desde allá arriba como disfrutas de magníficas experiencias como esta en la que todos nos rodeamos de grandísimos amigos, el trial es un deporte muy especial y en Robregordo se respira en toda su magnitud. Gracias por transmitir así de bien una de esas muchas historias particulares que encierra cada trial especial como este y mucho ánimo!!!
ResponderEliminarOrgulloso esta tu padre de tí y de tu forma de afrontar las barreras de la vida.
ResponderEliminarFelicidades por como transmites en la crónica las dos caras de la vida y del trial.
Un abrazo.
Mi querido Julian. Ya sabes que yo soy de los que piensa que más que lo que nos pasa y lo que hacemos, lo importante es la interpretación que le damos, y las lecciones que aprendemos de ello. Por eso me parece que tu crónica tiene aún más valor, por todo lo que transmites y todo lo que enseñas. Un placer, un abrazo muy fuerte, y todo mi agradecimiento por compartir con nosotros tu corazón y tu amistad.
ResponderEliminarDejé de contestaros hace unos días porque llega un momento en que uno no sabe ya cómo agradecer tanta muestra de cariño.
ResponderEliminarNo os podéis imaginar lo que supone desde el otro lado de la pantalla, amigos.
¡¡Gracias!!
Julian, llevo unos meses sin conectarme, y me encuentro con esta sentida cronica. No sabia lo de tu padre, y siento no haberte acompañado en esos momentos. Gracias a tus cronicas me acerco al trial clasico, y tengo la esperanza de poder vivir esas sensaciones en vivo...creo que es el momento de marcarme ese objetivo para 2009.
ResponderEliminarUn abrazo.
PD: Ya esta tardando tu nueva cronica.
Roberto