lunes, abril 16, 2012

La del alba sería ...

... cuando Don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo.


Inicio del Capítulo 4 de "El ingenioso hidalgo Don Quijote de Mancha"
Miguel de Cervantes


Era complicado no titular así esta entrega del blog, ¿verdad? Cuando uno va a contar su etapa de la Vuelta a España en Montesa Impala, y sale de mañana con rumbo a la Mancha, no puede evitar acordarse de cosas leídas hace ya tanto tiempo, que me parece que pertenezcan a otra vida, de tan viejo como empiezo a sentirme a veces.

Pero hoy la cosa no va de nostalgia, sino de día precioso y de formar parte de un proyecto de los que me acordaré dentro de mucho tiempo, si Dios me lo concede.

La historia empieza en Madrid. 8:30 como hora y punto de reunión en casa. Allí aparecen Carlos con su BMW con techo y José María con las Impalas dentro de la solución habitacional que remolca con su Megane. Y servidor, claro. Con rumbo a la Mancha para hacer la Etapa que Luís Impala nos había asignado.

Para los que no conozcan el proyecto, os cuento. Cuando se empezó a hablar del 50 Aniversario de la Impala, que se cumple este año, algunos amigos del Moto Club Impala y del foro de La Maneta decidieron que sería bonito dar la vuelta a España por etapas, entregándonos como testigo una mochila que contiene una placa conmemorativa y un libro de viaje donde los portadores del testigo dejen constancia de las incidencias en su parte del recorrido.

Todo esto lo coordinó Luís Serrano, y se puso en marcha hace unos meses gracias a su esfuerzo, a la colaboración de los "sospechosos habituales" del Moto Club Impala, al apoyo de muchos amigos del foro de La Maneta ... y al valor que le han echado algunos participantes, como el valiente Manuel Zarzuela, que tomó el testigo en Murcia, lo llevó hasta su Chiclana natal, y desde allí a Extremadura. Un valiente, de verdad.

Y retomo el hilo de nuestra parte, que me pierdo. Decía que salimos de Madrid, con destino a mi rinconcito estepario, don originalmente se trataba de recibir de manos de Óscar la placa, procedente de Seseña. Al final el plan cambió un poco, e hicimos la entrega en Herencia. Pero previamente, los tres madrileños estuvimos repasando las motos para no tener líos. Que una cosa es el lujo de llevar coche escoba y otra muy diferente el coraje que te da quedarte tirado en un día de disfrute como el de hoy.

Lo primero que tocaba era ajustar el encendido electrónico con las últimas instrucciones del bueno de Ramón. Que, entre otras cosas, ha conseguido rebobinar mi volante de modo que es capaz de ganarle la partida al flash de la Nikon de Carlos, como se puede ver en la foto:


Hecho esto, las dos Impalitas (la cántabra 2 de José María y mi Turismo) estaban listas para salir rumbo a Herencia, donde debíamos recibir la placa de manos de Óscar para llevarla hasta El Pedernoso, en Cuenca. En la foto, cortesía de Carlos -que no sólo nos hizo la asistencia, sino el reportaje- José María esperando la salida.

Y más abajo, servidor de ustedes con el casco como no se debe llevar según el manual. De fondo, el Megane con la solución habitacional.


Y ahí se produjo la primer anécdota del día. José y yo nos adelantábamos un poco y le dejamos a Carlos el Megane con el navegador ya programado. Y como no era ni su coche ni su pueblo, siguió las indicaciones del trasto con el resultado de que en lugar de cubrirnos la espalda, salió por delante sin darse cuenta. Y ahí estuvimos un rato buscándolo por el pueblo sin saber qué había hecho, sólo para darnos cuenta al final de que iba ya como a un kilómetro largo de nuestra posición. Como decía Peter Sellers a Peter O´Toole en "What's new Pussycat?" ... "no me ha visto porque es que le he seguido delante".

Con la liebre por delante hicimos los primeros veinte kilómetros hasta Herencia. Día desapacible con muchas ráfagas de viento que mecían a las impalitas por las rectas manchegas. Algo de frío en unas piernas que el optimismo sólo había cubierto con vaqueros, pero bien el resto del cuerpo. Parece mentira lo que ha mejorado la ropa de moto desde aquella época en que me hacía Córdoba-Madrid con la Le Mans en pleno invierno y llegaba congelado. En fin, que el momento del reencuentro en Herencia lo recoge la foto de abajo. Entre José María y yo, en primer plano la preciosa 250 Sport USA de Óscar, y más atrás Javito con su impecable 175 Sport.


Hecha la entrega de la placa por parte de Óscar ponemos rumbo a El Pedernoso, donde Adrián debía recibir el testigo que ya era nuestra responsabilidad. La ruta elegida se puede ver aquí:


Intentamos buscar las carreteras más propias para estas motos, pero dar con una zona de curvas en la Mancha es tan utópico como en mi época lo era acceder a otro tipo de curvas antes de haberte casado. El caso es que las motos marcharon como relojes durante todo el recorrido, a una velocidad estimada de "n" kilómetros por hora, porque lo de los marcadores estos es mucho peor que un Parkinson de esos. Según me dijo Carlos, en algún momento calculó que debimos marchar a 85-90 por hora. Pero ese momento debió ser sólo el del sprint final. O eso creo.

Mi moto, con su encendido electrónico experimental, fue de cine. El único problema es que el encendido va tan bien que le saca los colores al carburador de 25 que llevo, que según mis cálculos debió dejarlo en Granada el ejército de Aníbal al pasar por allí. Creo que voy a ponerle a la impalita un 27 nuevo que reservaba para la 247. O le compro uno de lo que llevan mando de aire, si lo encuentro.

El cambio que notas es que la moto estira como un demonio sin perder un funcionamiento redondo en baja. Al menos con el ajuste que probé esta vez. No sé incluso si ponerle un 15 dientes, ahora que monto también la cuarta de Sport. Como va ahora la pasas de vueltas como abras mucho ... y el miedo es si perderé agilidad en el caso de ponerle un diente más. Habrá que pensarlo con calma.

Eso sí ... no anda lo que anda la Sport de Adrián. Salió a recibirnos a unos kilómetros de Las Mesas y ... ¡madre mía, qué pepino! Acelera mucho y estira como un demonio. Es otra dimensión, definitivamente. Impecablemente restaurada y sonando muy redonda. En la foto se puede ver la llegada a su casa y las cinco Impalas que esperaban turno para pasar al garaje ...


... en cuanto se hicera la entrega de la placa al siguiente portador, que será el responsable de ella en adelante. La foto da fe de que nosotros habíamos cumplido el encargo:


Última foto con los cinco protagonistas. De derecha a izquierda: Óscar, Adrián, Javito, José María y servidor de ustedes.
 

La comida con que nos obsequiaron Adrián y su mujer no la cuento porque sería largo. Disfrutamos como chiquillos hablando de nuestras motos, de viajes y de proyectos.

Entre ellos, la Impalada 2012, que será el momento en que la placa cierre el círculo que empezó en Barcelona hace unos meses, y una de cuyas etapas habéis acabado de conocer.

¡¡VIVA MONTESA!!