Barcelona, 13 de Junio de 2015. La Impalada.
Pero lo que es cierto, sea cual sea la que escoja, es que en todas ellas he disfrutado de cuatro cosas que justifican por si solas la visita: "els amics" del MCI, una organización impecable, una experiencia motera difícilmente replicable en otro lugar, y una ciudad que enamora. De tal modo, querido lector, que si tienes una Impala y no pasaste por la Impalada, ya estás tardando en preparar la de 2016, y me pongo a tu disposición para contarte cualquier cosa que necesites saber. Te aseguro que la experiencia va a marcar tu vida como motorista, y que me agradecerás el consejo.
Como os contaba ayer, dejamos las motos en la calle, tras quedar con Nacho Bartlett en que se pasaría con Fernando Piris a recogernos a las 8 de la mañana del sábado 13 en Travessera de Gracia, que les pillaba de camino. Como creo que sabéis los habituales del lugar, Fernando es un bultaquista en periodo de reinserción en la sociedad, al que hemos acogido en nuestro seno. No porque sea una magnífica persona y monte en moto como Dios, sino porque los montesistas somos así de buena gente. Pero además, se sumó uno de los descubrimientos del día: Pepe Maciá, que tiene una Impala 2 (con carenado y conservada) que va como un tiro, y eso que monta el carburador de serie. Según él, es porque siempre le pone el aceite al 3% ... así que voy a tener que revisar mis creencias.
Después de darnos un abrazo todos, como corresponde al montón de tiempo que llevábamos sin vernos, pusimos a las motos y los pilotos el identificador, que es todo un resumen del nivel de organización que gastan mis amigos del Moto Club. Mirad con atención la foto:
Total que, cargadas las motos y vestidos los pilotos, salimos para Montjuic por las calles vacías de una ciudad que aún dormitaba. Caras de felicidad en cuatro de los cinco pilotos, y un gesto extraño en la de Fernando que achaqué a que su sensible alma bultaquista se resistía un poco a dejarse llevar por la espectacular Texas que le había dejado Nacho para la ocasión.
Seguimos bajando hacia el recinto cuando, de repente, veo que Fernando se ha parado y que está subiendo l moto a la acera. "Se olvidó de abrir la gasolina", pensé. Pero al llegar a su altura lo veo doblado en un parterre, como un adolescente en mitad de una mala noche. Total, que allí quedó el desayuno de nuestro amigo que, afortunadamente, se recupera lo suficiente como para llegar al parque cerrado junto al resto del grupo.
Y una vez en Montjuic, el agradable rito de cada año, que consiste en saludar a todos los que no pudiste ver el día anterior. Y así, te paras un rato con el bueno de Eugeni Tiana, que me pasó alguna de las fotos que estoy usando en el reportaje:
Tantos, afortunadamente, que perdí de vista a mis compañeros de ruta, con lo que no me enteré de la evolución de Fernando hasta bastante más adelante. Que ademas, no era buena, porque parece ser que, para nuestra sorpresa y la suya propia, su cuerpo aún contenía cosas que pudo depositar en el jardín de Montjuic. Y es que los bultaquistas son un pozo de sorpresas. Pero gracias a Dios, y la previsión del MCI, teníamos una ambulancia donde le hicieron un chequeo en profundidad, le atizaron un jeringazo de Primperán como si estuviera esperando quintillizos, y le recomendaron no salir. Pero hablamos con Pep, y nos dio un consejo sabio: que si salíamos por delante de la cola de la Impalada, llevaríamos detrás un furgón que recogiera la moto y una ambulancia que se llevara a Fernando en caso de ser necesario. Que, desde luego, era una solución mucho mejor que dejarle en Montjuic sin compañía, como él pretendía que hiciéramos "para no fastidiarnos el día".
Y de aquí deriva una de las anécdotas divertidas del día. Con todo este jolgorio, los cinco que pensábamos hacer el recorrido juntos salimos muy, muy tarde. Pero hubo por lo menos otras veinte motos más que también se retrasaron. Y como no teníamos nadie a quien seguir, las dudas empezaron -literalmente- en la primera esquina de la salida de la plaza de Montjuic. Veintitantas motos esperando a que el semáforo abra, todas ellas mirándose de reojo unas a otras, y sin que nadie se atreva a arrancar cuando se puso en verde. Hasta que un cachondo mental echa su Comando a andar hacia la izquierda. Y hacia la izquierda que nos fuimos todos, como podemitas en día de votación. Pero el cruel destino quiso que no fuera ésa la dirección correcta, lo cual obligó al bueno de Pep Itchart (una de las almas de este invento, al que nunca haremos justicia por más elogios que le hagamos) a perseguirnos por las calles de Barcelona, dar un capón al improvisado führer que nos habíamos buscado, y llevarnos al redil para enfocarnos hacia la salida real.
Pero poco duró nuestro contento, porque, una vez en la autopista, el mismo espontáneo se puso a guiarnos de nuevo ... justo hasta una isleta de bifurcación de la autovía donde detiene su moto (con un par) y confiesa que no tiene la más puñetera idea de dónde ir. Pasmo general, furgoneta de Remotos tras nosotros (ya me contaréis, siendo de Toledo, qué iban a hacer los pobres excepto seguir a quien parecía saber dónde iba) con el warning puesto (que evitó que nos atropellara alguien) ... y nadie sabe qué cuerno hacer.
Total, que miro el colgante con el recorrido, veo que el primer agrupamiento es en Ullastrell, arranco el GPS y hago a mis huestes un discurso un poco menos brillante que el de Napoleón con las pirámides, pero que fue suficiente para convencerles. "Mirad, soy de Córdoba y no tengo ni idea de dónde cojones estoy, pero llevo un GPS y os puedo llevar hasta Ullastrell, así que venid detrás de mí, y os llevo, aunque no sea por el camino oficial". No pasará a los anales de la oratoria, pero fue suficiente para que el personal se pusiera en fila india tras mi moto. Todos, excepto el espontáneo de antes, que decidió "seguirme delante" como Peter Sellers a Peter O'Toole en "What's new Pussycat". El previsible resultado fue que, en la primera ocasión posible, él se fue a la izquierda mientras que el resto continuamos por la derecha. Pero lo que recordaré es la sensación de absurdo que tenía: un cordobés que vive en Madrid, y con su matrícula de Córdoba, guiando a un montón de barceloneses hacia un punto de destino. Aunque, ahora que lo pienso, no he sido el único cordobés en dirigir barceloneses. :-)
Retomo el hilo, que me pierdo.
Decía que, aunque en dirección contraria a la prevista por la organización, llegamos a Ullastrell para desayunar los que aún tenían cuerpo para tomarse algo. Y opciones había para todos los gustos, pero nada como una buena butifarra con su pan con tomate para olvidar que no habíamos desayunado. Cosa que aprovechamos de nuevo para charlar con más amigos.
... y, por supuesto, para disfrutar de otro de los momentos especiales de las Impaladas, que son las arrancadas de trescientas motos con motores muy parecidos:
Recuerdo cuando leí hace años una crónica del bueno de mi amigo Trinxol donde comentaba lo mucho que le había impresionado, en su primera Impalada, ver tantas motos cambiando de marcha a la vez en cada curva. Y es, ciertamente, una experiencia curiosa si no la has vivido: cuando sales de ruta con modelos muy distintos, cada cual aprovecha su motor como puede, pero en una Impalada, los cambios son iguales, los frenos también y el chasis el mismo ... el resultado es la sensación de que no vas en tu moto, sino que estás compartiendo una especie de rito común, donde sólo te corresponde ejecutar una pequeña parte de una partitura mucho más amplia. Es una sensación que más que resultar curiosa, engancha.
Afortunadamente, el malestar de Fernando había remitido lo suficiente como para optar por seguir en ruta con nosotros. Aunque decidimos que los cinco nos iríamos por la versión reducida, para no forzar demasiado. Y la verdad es que la idea no fue mala. Porque Nacho nos metió en un lugar llamado Mura, que es parque natural, donde primero tomamos una cerveza en un lugar que merecía una postal ...
Y así llegamos hasta Terrassa, donde teníamos prevista la comida, la entrega de nuestras motos a Remotos para que las llevaran a casa, y la visita al Museo de la Ciencia, donde la familia Permanyer tiene parte de su colección de motos. En el hotel donde comeríamos contacté, gracias a Jaume Domínguez, con Luís Mulero, el fabricante de uno de los gadgets más útiles para estas motos que yo haya visto: una herramienta para tensar la cadena, que incorpora todas las llaves necesarias pero sigue cabiendo en la caja de herramientas. Mirad qué buena pinta tiene; es de una solidez espectacular:
Ya sólo nos faltaba la comida en sí, donde disfrutamos de la compañía de los cinco compañeros de ruta, con algún añadido agradable, como el bueno de José Antonio. Allí faltaba una de las guindas del día, que fue la entrega de premios, donde ¡nos dieron uno! Fue divertido el modo de hacerlo, además, porque no sabíamos nada. Pero, en mitad de un discurso largo en catalán al final de la comida, de pronto empezamos a oír hablar en castellano, y que el speaker dice algo así como ... "y el primer premio de este año, se lo damos a los madrileños, que con esa chulería que tienen, se han venido a la Impalada ... montados en las motos". Me cogió tan despistado, que me emocioné más de lo que es propio confesar para un fulano de más de 50 años ... así que como el blog es mío, pongo la foto de José María y me da menos vergüenza.
En fin, queridos, que esto va tocando a su fin. Pero que cuando uno lo ha disfrutado tanto, el fin es a la par el inicio de la aventura del año que viene, para la que ya tenemos algunas ideas claras. Hay tramos que vamos a cambiar, otros que mantendremos para volverlos a disfrutar, y algunas cosas que hemos aprendido, como que los pantalones del señor Strauss no están pensados para hacer 500 kilómetros en un día con ellos, o que nuestras próstatas se han ganado el derecho a un asiento tapizado en gel.
De momento, aquí lo dejamos hasta la Impalada 2016 donde, lo único seguro es que Pep, Santi, Jaume, Coro, Carles, Xavi, Susanna y el resto de los culpables, nos volverán a dejar con la boca abierta una vez más.
Muchísimas gracias a todos, amigos. Siempre es un placer compartir un tramo de nuestra vida con vosotros.
Y, por supuesto ... ¡VIVA Montesa!
Todo un detalle omitir la "trazada" de servidor pero baldío, porque ya me he fustigado en mi blog.
ResponderEliminarLa cara de idiota que pongo con la placa expresa exactamente lo que has escrito: la emoción de recibir la placa parecía impropia de la edad que nos adorna pero lo cierto es que en el momento de la foto aún lo estaba asimilando, sobre todo el agradecimiento por el detalle.Además, pensaba que si no sería más lógico que las placas se las llevaran todos los que has mencionado al final y, seguramente, alguno más.
Lo he leído dos veces porque me encanta volver a revivirlo.
Yo lo llevo reviviendo desde que volvimos, querido.
EliminarY cuanto más lo hago, más me doy cuenta de lo mucho que los disfruté. Está claro que hay que repetirlo!
Amigo Julián,
ResponderEliminarHe esperado a que publicases la 2ª parte para leérmelo todo seguido...Qué disfrute !...Sabes, a las dos "liebres" que por segundo año nos toca ir los primeros, disfrazados con sirenas, banderitas y lucecitas , cuando a la llegada nos cuentan las historias que han pasado por detrás - sobretodo las que nos explican los "ángeles de la guarda" que también van con sirena - flipamos bastante, pero tu relato en dos partes es realmente revivir la impalada...me ha encantado !.
Un abrazo !...
P.D.... Me voy a ver que dice mi "primo" el del Vino Tinto ! :-)
Tu primo cuenta algunas cosas complementarias y te partes el pecho de risa de lo distinta que puede ser la visión de una misma situación vivida por dos personas. :-)
EliminarOtro para ti!
Envidia me dais al leeros! Cada viaje en impala deja un montón de anécdotas que contar, y si además las puedes compartir, ya es la bomba.
ResponderEliminarJulián decirte que mi padre recibió los abrazos de tu parte! ;-) y para la próxima impalada debéis pensar que un Moto Club que hace las cosas tan bién, siempre señaliza el camino a seguir! Si bien es cierto que en la salida de BCN donde las carreteras son más anchas es más difícil ver las señales. Pero vosotros que sois buenos navegantes, buscad las flechas en la próxima y seguro que llegaréis a buen puerto sin ayuda del tomtom.
Me alegro que ya lleves 3 impaladas encima, que viniendo de Madrid no es poco. Nos vemos en la Montesada! Un abrazo!
¡Gracias por acordarte de darle un abrazo a tu padre, Susana!
Eliminar... y conste que es la primera vez que nos perdemos. Aunque, como dices, es más fácil seguir las flechas en un trial que en carreteras anchas. Pero el problema fue dejarse llevar por quien crees que conoce el terreno.
Nos vemos en la Montesada!
He oído en la radio que hay un "flipao" con una Impala comando que lleva 6 horas dando vueltas a la estatua de Colon...parece ser que ayer fu visto en Tarragona y el Domingo pasado en La Seu de Urgell...parece ser que lo único que dice es: Terrassa?...Terrassa?
ResponderEliminarCreo que podría decirte la matrícula ... :-)
EliminarEn lo que llevamos de Junio ya he participado en 4 impaladas: la 1ª fue la del pasado sábado y las otras tres ... pues las tres veces que he leido tu crónica !!!. Lo cierto es que has transmitido tanta pasión en tu relato que me he sentido como teletransportado a la parte trasera del asiento de tu Impala 2 cordobesa, viajando desde Madrid a Barcelona y, posteriormente rodando por las proximidades de Ullastrell, Manresa, Tarrassa etc. Como siempre fue un placer disfrutar y compartir un rato contigo y con José Mª. To be repeated more often !!!. Una encaixada
ResponderEliminarDios te escuche, Eugeni. Siempre es un gustazo visitaros y rodar por allí.
EliminarUna forta encaixada!