Creo que la mejor razón para haber mantenido esta página con vida durante casi un año es la cantidad de buena gente que ha pasado (y pasa) por aquí. Casi ninguno es demasiado partidario de escribir sobre la misma página, pero sí que me hacen llegar información interesantísima sobre ellos y sus motos.
Uno de esos amigos cibernéticos es Nacho Bartlett. Aparte de ser un experto en baterías de costa Vickers, Nacho es el propietario de una moto que merece la pena repasar a fondo. Tal vez porque me parece un de los mejores ejemplos vivos de lo que era andar en moto en aquellos años en que las King, las Texas y las Impalas eran, simplemente, "lo que había".
Esta primera serie de fotos es su moto tal cual estaba en su garaje después de poco más de 25 años parada. Seguro que a más de uno le resulta un espectáculo familiar.
... polvo en cantidades industriales, el tapizado del asiento bastante estropeado, y las manetas dando muestras de haber tocado suelo en más de una ocasión. Todo eso salta a la vista. Pero hay mucho más que eso.
Si se mira con cuidado, la primera foto muestra un faro de King Scorpion, la segunda una horquilla sin fundas, la tercera un guardabarros que no es el que esta aparente Impala debía llevar (es de una Bultaco Sherpa), y la cuarta foto del collage enseña una pata de cabra atípica por completo.
Deducir qué moto es desde estas fotos es casi un imposible. Sólo mirando la tercera con muchísima atención se ve que el chasis tiene "algo raro" a la altura de la salida del escape. También en la cuarta foto se aprecia que el tirante del chasis junto al amortiguador trasero presenta una extraña curva. De nuevo, raro.
Y tan raro. Como que se trata de una de las poquísimas Texas 175 que se vendieron en España. 144 en total si los datos de fábrica son ciertos. La cuestión es que en aquella época mi amigo Bartlett necesitaba la moto para ir a la Universidad y para salir a carretera, con lo que, junto a su hermano Jorge, optaron por reconvertirla en una Impala hacia el año 1.974 ... algo enormemente parecido a lo que se hizo en tiempos con mi King Scorpion.
Veinticinco años después de pararla, con sólo limpiarle el carburador, ponerle un poco de gasolina fresca, una bujía y un macarrón, los Bartlett devolvieron a esta preciosidad a la vida. En este momento, y sólo con una limpieza rápida, la moto está con este aspecto que se aprecia en la foto:
Es impresionante lo que un poco de agua y jabón han hecho en un rato. Pero mucho más impresionante es pensar en la calidad de fabricación de estas motos para que aguanten el paso del tiempo como lo hacen. Le falta camino para quedar como su dueño desea, pero sabiendo el cariño que le pone, me quedan poquísimas dudas de que la Texas de Nacho terminará siendo una de esas Montesa que merece la pena mirar.
jueves, septiembre 21, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.