Una de las cuestiones que a veces se comenta por parte de los que montamos en moto clásica es la sensación de que las motos "no frenan como antes". Y cada vez que sale el tema hay opiniones para todos los gustos; desde quien opina que el problema viene por el mal estado de la mayoría de elementos de frenada que encontramos en nuestras clásicas (la que no tiene los tambores marcados lleva unas zapatas malas o los cables de mando hechos una pena), hasta los que apuntan que parte del tema es imputable al uso constante de discos de freno desde hace años, que nos ha adaptado a otro modo de frenar.
Y es obvio que parte de razón hay en todos los argumentos, porque cuando usas mucho la clásica y te ocupas de mantener impoluto el sistema de frenos, las motos no van tan mal. Pero hay un elemento que a veces origina debate entre la gente más exigente en cuanto a prestaciones, y es la composición de los forros de freno. Y como he tenido la suerte de dar con una prueba irrefutable de que antes "había otras cosas", lo voy a comentar hoy, pero antes vale la pena echar un vistazo a las dos fotos:
La primera de ellas muestra una vista lateral de una zapata original Montesa etiquetada para el mercado norteamericano. Es una de 180 MM de origen Impala / King Scorpion / Cota inicial. La segunda, tomada desde arriba para se lea mejor el letrero, lleva una leyenda que dice "Tenga cuidado con el amianto, Aviso, Respirar polvo de amianto puede dañar la salud, Remover etiqueta antes de montar".
Es decir: son un aprueba clara de que en la composición de los forros de freno originales, tenía una importante presencia el amianto. Como sabréis algunos, el amianto es cancerígeno, cosa que se empezaba a sospechar en esa época y se confirmó posteriormente, eliminándose dichos minerales de la composición de nuestras zapatas. Podéis encontrar más información en la Wikipedia si alguno anda interesado en saber más.
viernes, marzo 05, 2010
3 comentarios:
Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Estos ultimos años se han sustituido unos cuantos productos por otros menos contaminantes: DDT, percloroetileno y tricloroetileno (disolventes), minio de plomo, etc. En los casos que conozco, la característica común en todos sus sustitutos es que tienen menos prestaciones, así que no me extrañaria que pasara lo mismo con el amianto.
ResponderEliminarComentas lo del mal estado de los elementos de frenada. En la Sherpa T que utilizo, llevé a rectificar los tambores y el trasero estaba tan mal que lo encamisaron de nuevo, puse forros nuevos y noté un cambio importante. Ahora tendría que probar lo que me explicaste de las fundas. Tampoco hay que olvidarse de nuestras facultades de conducción, con la edad pilotas de forma más estática y dependes más de los frenos. Y aun se me ocurre una mas: .... ¿Pesamos lo mismo que cuando eramos jovenes?.
Tiene toda la pinta de que llevas tu parte de razón, Fernando. Al menos en mi caso, peso mucho más que cuando tenía veinte años, y está claro que eso también impacta en los frenos.
ResponderEliminar... con lo contento que estaba yo de echarle la culpa al amianto. :-)
Cuando hice la Sherpa T 159, le monté los amortiguadores originales reparados (juntas, retenes, aceite, repaso del hidraúlico, o sea todo). El primer día que salí por montaña con ella, noté que la rueda tocaba en el guardabarros trasero. Pensé ¿que raro?, nunca lo había hecho tan facilmente, ni cuando corría triales. Regulé los muelles a la máxima dureza, mejoró algo pero seguía tocando.
ResponderEliminarAl llegar a casa comprobé la colocación del guadabarros, repasé los datos de longitud de los amortiguadores originales (por si acaso) y estaba todo correcto, pero seguía tocando.
Aquel día por la noche me pesé en la bascula y una idea me vino a la cabeza, pesaba 10 kilos más de los que tenía entonces. Hoy con 7 kilos menos que cuando reestrené la moto.... toca menos, o sea que al menos en mi caso, lo tengo claro.