lunes, abril 17, 2017

¡Carpe Diem!

A medida que cumples años se te quedan amigos por el camino. Es un proceso natural, inevitable y hasta sano, en la medida en que te enseña a apreciar aún mucho más todo lo que Dios te ha dado sin que hicieras nada por merecerlo. Y cuando has acumulado el suficiente número de bajas, te das cuenta de cuánto los echas de menos, de la cantidad de cosas que te enseñaron, y de lo mucho que desearías que estuvieran aquí. Pero no te quedan más que los recuerdos y las enseñanzas que te transmitieron con su ejemplo ... que al final son las únicas que valen.

El último en irse fue Pepe. Que no sólo nos ha dejado un hueco que no sospechábamos, sino el ejemplo de su sonrisa. La sonrisa de Pepe, de la que me hablaba Fernando el otro día, porque es el comentario más repetido sobre él. La sonrisa con la que acogía a todo el mundo y demostraba haber alcanzado en la vida una plenitud de la que formaban parte muchas cosas: su profundo sentido de la transcendencia, su familia, su trabajo, sus clientes, y por supuesto, sus amigos, entre los que tuvimos la suerte de contarnos. Y que, por serlo, vimos cómo fue capaz de compaginarlo todo, sin renunciar a mil pequeñas cosas que le hicieron feliz.

Pepe era un ejemplo claro del "Carpe Diem" que daba la bienvenida desde la pantalla del móvil a mi amigo José Mario, a quien -como a Pepe- también echo de menos casi cada día. Aprovecha los días. Y si puedes dejar tu alrededor un poco más feliz de lo que era cuando llegaste, podrás entregar la cuchara con una sonrisa y en paz.

Y os juro que al sentarme a teclear no lo hacía lleno de nostalgia, por más que pueda parecerlo. Al contrario: mi idea inicial era contaros la experiencia con un viaje inesperado, con una moto que nunca estuvo en mis planes, y al que arrastré a una mujer que nunca pensé que se prestara a ello: la mía.

La historia arranca cuando un amigo me pide que le guarde en Madrid su KTM 990 Supermoto que está en Barcelona. Y ahí te empiezas a liar pensando en alternativas para el traslado, hasta que caes en que igual es un modo de aprovechar un par de días en una Semana Santa que pintaba atípica y madrileña al 100%. Preguntas a los amigos de por allí, y se ofrecen a recoger la moto y comprobarla para que no tengas riesgo de quedarte tirado, con lo que te vas en AVE para Barcelona un Viernes Santo, y empiezas el día charlando con el bueno de Fernando, al que acompaña Lourdes para hacer un rato aún más agradable:

Con Fernando y la KTM en Sants
Y cuando terminas de comer en "Flash Flash" (uno de esos sitios que te recuerdan que Barcelona  sigue siendo una ciudad maravillosa y no sólo un destino de turistas con camiseta de tirantes y chancletas) te vistes de marciano y le dices a tu mujer que dormís en el Parador de Alcañiz, pero que harás el viaje casi siempre por autovía ... aunque en algún momento pasas por algún sitio donde ella misma dispara una foto desde la moto:


Pantano de Mequinenza

Y finalmente llegas al Parador. Que tiene narices que no hayamos subido antes, cuando van ya un par de viajes en que dormimos allí de ida y vuelta. Puedo dar fe de que merece la pena, no sólo porque esté en lo alto de un monte y la fachada barroca merezca la visita:


Fachada barroca del Parador de Alcañiz
... sino porque conserva una muestra de pinturas góticas que no son frecuentes de ver en otros lugares, y que corresponden a la época en que el hotel fue una fortaleza de la Orden militar de Calatrava. De verdad que vale la pena subir a verlo:


Pinturas góticas en la Torre del Homenaje de la fortaleza.
Al menos, a mi me resultó curioso ver unos frescos que no fueran sólo de tema religioso, sino militar, e incluso " civiles", como se puede observar en las representaciones de los meses del año que tiene el primer arco que se ve en la foto superior.

Y una vez vista la fortaleza en la mañana del Sábado de Gloria, pusimos rumbo a casa. Cuatrocientos kilómetros largos y con una novedad en mi modo de planificarlos: le pedí al Tomtom que me invirtiera la ruta que hicimos desde Madrid en la Impalada de 2016, eligiendo adicionalmente la opción "Ruta Ecológica" para rematar la planificación. Y la verdad es que mereció la pena, porque tomamos algunas carreteras donde podías perder los empastes de las muelas (la amortiguación de una "Supermotard" no es la más propia para un camino como éste), pero con unos paisajes verdaderamente maravillosos.

A título de ejemplo, mirad qué vista del río "Aguas Vivas" en las cercanías de Segura de los Baños:


Río Aguas Vivas

Y para que no queden dudas de que la carretera es completamente infame, una foto que da idea de su estado:


Carretera A-2401 cerca de Segura de los Baños

Pero el recorrido merece la pena. Incluso para mi mujer, que iba viviendo el firme desde un asiento trasero mucho menos mullido que el del piloto:


Puente sobre el Río Aguas Vivas
Sé que los vídeos en Blogger no se ven demasiado bien, así que lo he subido a Youtube, a ver si mejora, porque seguro una muestra de cómo era el entorno dice más que una imagen estática:  



Tomando dede allí cerca la carretera A-2511 llegamos al Puerto de Fonfría, cuyos 1.470 metros ya subimos el año pasado durante la Impalada. Y esperemos que para este año lo hayan repasado un poco, porque la cantidad de gravilla que presenta ahora mismo es terrible ... al menos cuando llevas bajo el trasero 115 caballos sin control de tracción ni ABS. Supongo que con las Impala será más llevadero. 




Desde allí paramos en Olalla a refrescarnos un poco ... y comprobar que las calles del pueblo no son ideales para una moto no trail. Intentamos comer en Cutanda en un sitio que nos habían recomendado, pero estaba a rebosar, con lo que nos fuimos a Calamocha para dar cuenta de un bocata de dimensiones troglodíticas, acompañado de un pincho de tortilla que no le iba a la zaga. Y para hacer la digestión sin más sobresaltos decidí reprogramar el GPS para que nos lleva a Molina de Aragón por el camino más rápido, que resultó ser una combinación de la N-234 con la 211.

El castillo se veía aún más impresionante en contraste con el cielo que teníamos a la hora de pasar por allí:


Castillo de Molina  de Aragón


Y de nuevo reprogramo GPS para retomar "Ruta Ecológica" con destino a casa. Un acierto, porque nos saca de Molina en dirección a la CM-2015 ... otra carretera de piso infame pero entorno para quitar el hipo, y con otra joya escondida: la Playa Natural del Tajo:


CM-2015

Playa Natural del Tajo - I

Playa Natural del Tajo - II

Cerca ya de Madrid, paramos en Alocén, para tomar un café con una vista privilegiada del Embalse de Entrepeñas: 


Embalse de Entrepeñas desde la Plaza Mayor de Alocén
Y como siempre en estos casos, rumbo a casa con una sonrisa a la que no faltó un punto de nostalgia por el estupendo rato que dejábamos atrás, aunque también con la satisfacción de tener más puntos de referencia para hacer del viaje a la Impalada 2.017 un recorrido aún más interesante que el de 2.016. Espero poder contároslo próximamente.

¿Conclusiones? Pues muchas, en realidad:

1.- Que no hay tanta diferencia entre viajar con una moto grande o una pequeña dependiendo del tipo de carretera que escojas.
2.- Que me aburren soberanamente las autopistas y autovías donde el viento te da una paliza y la conducción a velocidades legales es frustrante.
3.- Que me gustaría probar al menos parte de este viaje con mi BMW GS 1200 para ver qué diferencia se siente con la KTM (mi mujer sostiene que la nuestra hubiera sido más cómoda, pero es complicado estar seguro sin haberlo probado de verdad).
4.- Que si a mi santa le sigue gustando esto de viajar en moto le pondré gel al asiento de la BMW, porque en la Impala ha sido una bendición.

Pero sobre todo ... que aprovechéis las oportunidades. Lo único seguro es que dentro de diez años os costará mucho más convencer a la parienta de que se apunte a un viaje como éste. Y mucho más si no la habéis acostumbrado antes.

¡Carpe Diem!, que diría Mario. Y con una sonrisa, como lo haría Pepe.

Nos vemos en la Impalada.