miércoles, diciembre 05, 2007

Un par de fotos de Quique Rodríguez

Otra de las cosas increibles que tiene este bendito deporte es la cantidad de "extraterrestres" que se mueven a su alrededor.

Uno de ellos apareció en Collado Mediano hace unas semanas para ver la carrera de clásicas que organizábamos los de Trialmadrid. Y se quedó. Días después entró en nuestro foro preguntando quien podía arreglarle una Cota 247 que tenía en el fondo de un garaje porque se había contagiado de lo que fotografió en la carrera.

Como persona educada, además de preguntar, ofreció unas pocas de fotos de una calidad espectacular. Y aunque no tuve suerte de estar entre los retratados en aquella ocasión, sí me tocó la lotería en Becerril, de donde proceden las dos imágenes que os cuelgo, traídas directamente de su galería.

Su nombre es Quique Rodríguez, y visto lo que hace con la máquina, espero que se enganche a esa Cota y se suba al carro para el año que viene. Aunque como le ha dicho Corsino, perderemos un fotógrafo excepcional.

lunes, diciembre 03, 2007

Papá, lo que yo quiero es un José María.


El Domingo 2 de Diciembre cerrábamos la temporada 2.007 del Trofeo Madrileño de Clásicas con la carrera de Becerril de la Sierra. Pero la foto con la que abro no corresponde a esa carrera, sino a la anterior de Collado Mediano. Y abro con esta foto y este título porque no se me ocurre mejor resumen de lo que ha dado de sí el año trialero.

La foto recoge una de las zonas más complicadas de Collado, y se me ve en pleno descenso mientras José María observa desde lo alto de la cantera, donde me espera para irnos juntos a la zona siguiente.

Misma carrera y misma compañía que la foto de abajo, donde estamos esperando a entrar en zona (y juraría que se trata de la entrada a la misma zona de la foto de arriba) por detrás de Manolo y su Bultaco.

Y eso ha sido una buena parte del año trialero: aprender en buena compañía. Unas veces con los Trialmadrid en pleno, y otras sólo con quien ha terminado el año siendo una parte insustituible de esta afición, que es José María. Tanto, que cuando el otro día hablaba con mi hijo de la posibilidad de que el año que viene se apuntara al plan de algún modo, me miró muy serio, y me dijo: "mira, papá, lo que yo necesito para aprender de verdad es un José María". Se ve que el Domingo que pasamos los tres juntos montando en La Mancha se quedó con la copla: cualquier cosa que uno haga mejora mucho si es en buena compañía.

Y en ése sentido, el año ha sido para no olvidar. Si me hubieran dicho que iba a ser alumno de Mick Andrews junto con un grupo de amigos o que iba a tener el privilegio de visitar el archivo particular de la familia Permanyer como amigo de uno de ellos, nunca lo hubiera creído. Como tampoco hubiera pensado nunca que a partir de un blog apareciera un Corsino en mi vida dispuesto a removerla un poco, ni tantas otras cosas estupendas como me ha tocado vivir.

No sé qué nos traerá 2.008 , pero si los años se valoran por la gente que entra en tu vida, la cosecha de 2.007 no podía haber sido mejor.