Si algo ha hecho siempre el Motoclub Impala es tomarse las cosas muy en serio. Y tras las últimas reuniones, en las que vimos gente en bermudas, camiseta de tirantes y chanclas, este año han decidido dar un paso más y pedir que todo el mundo lleve cazadora de manga larga, guantes, zapato cerrado y pantalón largo, además del casco. Y me parece de lo más razonable, porque el asfalto es muy abrasivo, y una mala caída puede dejar muchas secuelas en gente que -como nosotros- anda ya lejos de los veinte años.
Por mi parte, a medida que pasan los años, he ido incrementando las medidas de seguridad. Desde los 16 siempre llevé guantes y casco (inicialmente sólo en carretera), pero poco a poco fui subiendo el listón en paralelo al incremento de potencia de las monturas y rango de los viajes. Tengo claro que el dinero invertido en equipamiento es dinero sensato, porque supone confort y seguridad.
Con las Impaladas, sin embargo, hemos hecho un poco de todo, dadas las peculiares condiciones del viaje: baja velocidad de crucero (80 reales con alguna punta de 90-100 esporádicamente), meteo muy variable (desde lluvias durante cientos de kilómetros hasta calores por encima de 40 grados, pasando por mañanas en que el frío nos pegó bien fuerte), y moto clásica con no excesiva capacidad de carga. Tal vez por eso el uniforme haya sido poco más que casco, guantes y una cazadora ligera (la bendita Spidi de rejilla que nos permitió no asarnos durante un par de años muy duros de calor, sin renunciar a las protecciones de hombros y codos). Además de eso, un año compré un chaleco refrigerante Revit que fue mano de santo absoluta el año de los más de 40 grados.
Lo que tenía desatendido hasta ahora era la seguridad de la parte de abajo. Sí que fui cambiando de atrezzo, pero con poco foco en la seguridad. Tal vez porque el primer año de viaje largo desde Madrid se me ocurrió irme con unos Levis 501, y aun me duelen mis partes pudendas cuando lo recuerdo. De ahí que fuera pasando a un chino y un vaquero con mezcla de elastán, que me dieron la vida en cuanto a comodidad.
Pero la seguridad es otra cosa, y siempre he sido consciente de que había que hacer algo ... que no fuera calzarme el Dainese de cordura que uso cuando viajo en la BMW. Sólo de pensarlo me daba un sopor. Y dando vueltas al magín, esta mañana creo haber resuelto la cuadratura del círculo con el buen consejo de mi amigo Floren, el dueño de Boutique Motor, que es de los que sabe mucho de lo que habla ... como si llevara cuarenta años en el negocio y muchos kilómetros a cuestas.
Tras una charla con él, opté por unos vaqueros reforzados con kevlar de la marca "By-city", que no conocía de nada, pero cuyo aspecto discreto y buena relación calidad / precio me ha convencido.
Se trata de un pantalón de aspecto muy normal:
Pero cuya composición es la que da la medida de la seguridad, porque bajo su exterior de algodón y "spandex" (que le da capacidad de adaptarse al cuerpo sin molestar) ...
... lleva buena parte del interior reforzada con kevlar / aramida de la marca Dupont, cuya capacidad anti desgarro es mucho mayor que la de la propia cordura.
Y además monta cuatro bolsillos interiores para montar protecciones tanto en la cadera como en las rodillas:
Son protecciones elásticas, y menos resistentes que las rígidas de mi pantalón Dainese, pero espero que suficientemente seguras para parar una parte del arrastrón si -Dios no lo quiera- llegara el momento.
Ahora falta saber qué tal se sienten al hacerles 1.500 kilómetros con una Impala en cuatro días. Pero no pinta mal la cosa.
Ya os contaré ...
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Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.