domingo, junio 15, 2014

Azules, rojas y amigos.

Día intenso ayer. Había que llevar la Suzuki SV 650 S que le han regalado a mi hijo Julián (hay quien nace con suerte) a la Estepa, y recoger de Córdoba la Impala 2 de Rosa. Y las condiciones de partida para todo el movimiento eran muy buenas: un coche sin bola de remolque (vendí el Alfa hace unos meses y no me ha dado tiempo a poner una en el Lexus que lo reemplaza), y un hombro derecho aún poco útil para hacer fuerza con él.

Afortunadamente, en la vida hay algo importante, que son los amigos. Si no los tienes, no sabes lo que te pierdes. Por explicarlo en pocas palabras, eso de los amigos consiste en gente que te ayuda a llegar donde no llegas, que te evitan gastar en psicólogos, y que hacen de tu vida algo mejor y más agradable de ser vivido. Desde mi punto de vista, cuantos más tengas, más feliz será tu paso por este valle de lágrimas. Sin duda.

Y yo tengo la suerte de tener una colección mucho más amplia de amigos que de motos. De tal forma que en dos ratos de conversación aparecieron el bueno de Carlos -que puso a mi disposición su Volvo XC 90 con bola- y José María -que se ofreció a tragarse los casi 900 kilómetros que tocaba meterse entre pecho y espalda.

Así que a las 7 de la mañana empezamos por subir al carrito la SV 650 S que os muestro en las fotos. No sé si es mucho arroz para tan poco pollo, pero es la que ha aparecido en la vida de mi hijo "gratis total", a la espera de que tenga un carnet apto para llevarla.



Es un modelo de 1999 que puede ser limitada para conducirse con el carnet que hoy puedes sacar con 18 años (ni idea de cómo se llama, pero creo que es el A2), y a la que hay muchas cosas que hacer. Tiene la carrocería bastante tocada, incluyendo un bollo feo en el tanque de gasolina, y no hemos podido arrancarla porque la batería pasó a mejor vida hace mucho tiempo. Pero parece ser que "se paró funcionando", como dicen esos anuncios que tanta gracia me hacen (¿hay alguna moto en el mundo que no se parara funcionando?). Ya veremos qué sale de ahí, porque el mundo de las Sukiki no es el mío y no soy capaz de valorar el coste que pueda tener poner en marcha la moto azul.

La segunda cosa que tocaba hacer era recoger la moto de Rosa para llevarla a la Estepa, donde deberá ser analizada con tranquilidad antes de trazar un plan de acción. Y debo reconocer que no tengo las ideas nada claras. Me debato entre conservar y restaurar, pero no sé dónde poner el límite entre una cosa y otra ... en caso de que quepa ponerlo.

Ahí tenéis una foto en el garaje de mi madre en Córdoba.


Se puede ver perfectamente que la moto lleva pata de cabra. Creo que tendré que quitarla porque ni era suya ni me gusta (aunque como dijo José María, igual por eso tiene el asiento entero por abajo, a diferencia de la mayoría de las Impala 2 que lo llevan roto porque todo el mundo tira de él por abajo para subirlas al caballete). Pero si lo quito, habrá dos preciosos agujeros en el chasis que habrá que retocar. ¿Sueldo y pinto? Pero si pinto ... ¿no cantará ése trozo comparado al resto de la moto?

En fin ... que hay cosas claras y otras que no lo son tanto.

Lo que sí es cierto es que la moto está muy entera. El sonido, una vez la arrancas, es magnifico. Comprime muy bien y arranca dignamente pese a que no se le ha limpiado el carburador. El humazo que se veía al arrancarlo puede ser que se deba a que le pusieron mezcla al 7% para lubricarla bien después de tanto tiempo parada. Pero si no es así, no tiene más misterio que cambiar el retén izquierdo del cigüeñal, que es un rato.


Como no podré ir el fin de semana próximo, tendré tiempo de pensar cual es la estrategia más correcta, pero después de tantos kilómetros charlando con el hombre del polo verde, creo que la línea puede estar más o menos clara.


Tengo que comprar algunas cosas que es seguro que pondré. Entre ellas, juntas para el carburador, gomas de manillar y estriberas, conmutador de luces, piloto y un cerquillo para el faro. Seguro que Esteve tiene todo. Luego desmontaré la rueda y el guardabarros para poder quitar el pitón que lleva y que no tiene llave. Cámaras y cubiertas hay que cambiarlas, y a partir de ahí levantar culata para limpiar y comprobar si vale la pena sacar el cilindro para quitar carbonilla, limpiar el carburador ponerle juntas, y hacer unos kilómetros para comprobar si el humo desaparece al gastar la gasolina.

En fin ... que vamos a tener un principio de verano entretenido poniendo a la nueva inquilina en forma para pasar la ITV y dejarla lista para acompañarme por Madrid.

Iremos contando qué tal salen las cosas. Pero el aspecto de la moto es francamente prometedor.

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Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.

Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.