viernes, junio 17, 2022

La Impalada 2022 (II): las motos.

Tal vez esta debiera haber sido la primera entrega, puesto que las protagonistas de una Impalada son las Impala mucho antes que los pilotos. Espero que no se me molesten por la incorrección, porque lo que pretendo hacer es darles a ellas toda la importancia que tienen, y hacerles un reconocimiento expreso por su fidelidad.

Y como no hay mejor manera de empezar la crónica que con una foto de las dos amigas que compartieron con nosotros estos cuatro días, aquí las tenéis:


Paradas a la sombra, esperando pacientemente que sus pilotos terminaran de hacer la foto de rigor, y darse un descanso que ellas no necesitaban. Os cuento qué les hicimos para preparar el viaje, cómo son por dentro estas dos bellezas, y que problemas nos dieron durante el fin de semana.

La preparación del viaje fue muy simple: cambio de aceites en ambas motos usando Motul Transoil Professional 10W40 en el embrague y Cepsa Profesional 80W90 GL4 en el cambio. Por lo demás, la Impala de Carlos recibió un neumático trasero nuevo (Mitas), necesitó un nuevo cable de gas porque el suyo se rompió el día antes de la salida, y a la Impala 2 le cambiamos en Vitale el estropajo del filtro del aire por una espuma moderna para optimizar el flujo de aire, y le puse un segundo espejo en el puño derecho. Y eso fue todo.

Y para los más curiosos, os cuento cómo son ambas motos, con un poco de orden, porque la lista de cosas que llevan es larga.

1.- Impala Turismo de 1965.

La compré en Marzo de 2.009 muy barata, pero hecha una penita por dentro y por fuera. Si debo confesar la verdad completa, fue una compra motivada por aquello de que un buen montesista sólo necesita una Impala, una cota 247 y una King Scorpion, y me faltaba la Impala. Pero la compré con poca fe, pensando en que nunca le sacaría partido. No podía estar más equivocado

 Porque me enamoré de su sencillez. Y, como iba a ser mi única Impala, me dediqué a pulirla lo más posible, teniendo como referencia cercana la Impala 2 de mi amigo José María. Así que le hice casi de todo. Haciendo memoria, estas son las modificaciones que monta en la actualidad tras un largo proceso de pruebas y errores:

  • Cilindro rectificado con pistón Meteor y culata rebajada unos 1,7 mm en los tres planos.
  • Cigüeñal con los contrapesos rellenos.
  • Cuarta velocidad de Impala Sport.
  • Admisión por láminas.
  • Carburador Amal 627.
  • Encendido RM Lightning con volante rebobinado a 12 voltios, limitador de tensión y faro delantero con bombilla de 45w.
  • Horquilla con hidráulicos modificados.
  • Freno delantero doble leva de King Scorpion.
  • Guardacadenas y plásticos de Sport.
  • Neumático Mitas trasero y chinorri rayado delantero.
  • Soportes traseros para alforjas.
  • Alforjas Decathlon de bicicleta.
  • Cinta verde de la Virgen del Pilar en recuerdo a Pepe Maciá.

El resultado es una moto que ha hecho tener pesadillas al bueno de mi amigo Eugeni que, con su Impala 2 de 200 cc no la despegaba con facilidad en las subidas. Igual cuando ahora lea que la cuarta es de Sport lo entiende algo más. 

Un consumo bajo, un motor muy dulce pero rápido ... todo un lobo con piel de cordero, porque su aspecto sigue siendo el de una Turismo poco modificada, incluso con su escape de serie.


2.- Impala 2 de 1982.

Probablemente una de mis motos con una historia más personal, que conté aquí al comprarla en 2014 a una paciente de mi padre, cuyo padre se la dejó en herencia.

La moto llegó a casa en un estado muy original, aunque con las típicas señales de la edad y de uso en entornos rurales: tierra en cantidad, escape muy abollado, alguna pegatina extraña y poco más.

A partir de ahí me enamoré de ella y le he dedicado más tiempo que a casi cualquier otra. Tal vez sea por eso que la lista de modificaciones es una locura:

  • Cilindro procedente de Iniesta con preparación de la época, llevado a 200 cc con pistón Mahle, un tercer transfer hecho por los amigos de Vitale, y gomas antivibraciones entre las aletas.
  • Culata hemisférica de Impala 125 comprimida hasta 9,9:1. Regalada por el bueno de Paco Mateo, nada menos. Absoluta pata negra.
  • Cigüeñal con los contrapesos rellenos.
  • Admisión por láminas.
  • Carburador Mikuni japonés VM24 mm con filtro de aire original modificado para poder ser acoplado.
  • Tubo de escape copia del Sport Rally, comprado a Comercial Impala.
  • Corona trasera con dos dientes menos.
  • Módulo de avance variable RM Lightning con curva especialmente programada para dar descanso al motor a velocidad de crucero (80 km/h reales de GPS).
  • Conmutador de curvas de encendido en el manillar.
  • Faro delantero con bombilla halógena de 45w y trasera LED. También lleva LED en el interior del faro para optimizar la carga de la batería.
  • Batería de 6 Amperios con regulador de carga, voltímetro, dos puertos USB y una toma de mechero a 12 voltios.
  • Soporte para GPS Garmin Zümo XT.
  • Horquilla con hidráulicos modificados.
  • Cojinetes de dirección de rodillos.
  • Amortiguadores Lesans regulables en muelle e hidráulico.
  • Freno delantero ventilado GRIB.
  • Neumáticos Dunlop K-82.
  • Carenado.
  • Portaequipajes trasero artesanal.
  • Alforjas traseras Dainese.
  • Cinta verde de la Virgen del Pilar en recuerdo a Pepe Maciá.

El resultado es una moto que, pese al peso del piloto (que este año está especialmente pletórico) y la carga, aguanta perfectamente los dos dientes menos en la corona, sale siempre muy llena, y resulta una delicia de conducir tanto en ciudad como en carretera. No es porque sea mía, ni me gusta presumir, pero es uno de los motores de Impala con mejor tacto que he probado. No tan finita como una Impala 2 completamente original, pero suave, progresiva, y con genio si la apuras. Y con un consumo bastante contenido para el rendimiento que ofrece.

Pese al listado tan largo de modificaciones, he intentado siempre mantenerlas lo más posible dentro del carácter original de la moto, sin buscar un rendimiento explosivo, sino motores fáciles de llevar, agradables al tacto, y capaces de hacerse una Impalada sin dar problemas.


¿Qué problemas hemos tenido en la Impalada 2022?

Cuando uno viaja con motos cuyas edades son 57 y 40 años, hay que estar preparado para poder hacer reparaciones de emergencia en caso necesario. Ya en su momento os conté las herramientas que llevo en la bolsa (han cambiado levemente desde entonces), a las que hay que sumar las que lleva cada moto en su caja de herramientas (bujía nueva, bombillas de repuesto y el juego de llaves original más alguna pequeña cosa adicional). Sumadle un par de desmontables grandes y algo de recambio por si las moscas: una cámara, macarrón de gasolina y poco más. Con todo eso estás suficientemente preparado para solucionar cualquier pequeño problema que tengas en ruta. 

O no, como veremos más abajo. Porque este año, como os contaba arriba, no hemos tenido tiempo de hacer un repaso exhaustivo a las Impalas, y nos han surgido pequeñas cosas durante el viaje, de las que os doy el detalle, en orden cronológico.

El sistema de carga y el GPS de la Impala 2.

Nada más salir de Madrid, mi moto empezó a hacer cosas raras con la carga del GPS desde la batería. Primero se desconectaba de vez en cuando y luego llegó a apagarse del todo cerca de Molina de Aragón. Cuando llegamos a Alcañiz desmonté el panel de cierre de la guantera del carenado para encontrarme que el positivo de la batería estaba suelto, con lo que no era posible que recibiera carga. Pero con eso no terminaron mis problemas, porque este año, en lugar del alimentador de tipo mechero que usaba con el Zümo 595 decidí llevarme un cable mini USB que, con las vibraciones, se desconectaba cada cierto tiempo, obligándome a tener un ojo en el voltímetro para saber si se estaba o no cargando.

Para ello encontramos una solución sofisticada el sábado, que se puede apreciar en la (lamentable) foto siguiente:


En el suelo del parking de Can Rusiñol encontré un diente de goma morado procedente de un cepillo para el pelo, con el que fijé uno de los laterales del enchufe USB a su base. Y a partir de ahí, creo que sólo tuve que moverlos tres o cuatro veces en todo el viaje de vuelta. La solución definitiva pasará por comprar un segundo alimentador para el GPS y conectarlo a la batería (el que venía incluido está puesto en la BMW) o utilizar el cargador de mechero que trae el kit y que es menos sensible a las vibraciones que los puertos USB.

La gasolina de la Turismo

Pese a una cuidadosa planificación de autonomías, distancias y repostajes de cada etapa (ojo con esto si se os ocurre apurar mucho las distancias y llevarlas hasta gasolineras poco conocidas que puedan estar cerradas), mi moto entró en reserva a unos veinte kilómetros de Molina de Aragón, y la de Carlos simplemente ser paró a cinco kilómetros de la gasolinera. 

Aún estamos intentando entender qué pasó porque el consumo de la Turismo es menor que el de la Impala 2. Pero eso me obligó a llegar hasta Molina y comprar un bidón de 5 litros para seguir el viaje. 6 euros que se quedaron allí tras el repostaje definitivo, porque cargar con él hubiera sido mala penitencia. ¿Mi hipótesis? Pues que alguien le robó gasolina a la moto antes de salir. 


El Mikuni de la Impala 2

Os comentaba arriba que cambiamos el filtro de aire a la 2. Y en la operación debimos forzar los tornillos allen sin cabeza que fijan el filtro al carburador. De tal modo que, repasando las motos en la llegada a Alcañiz me encontré con que el filtro estaba muy torcido, porque se habían ido de su sitio los tornillos que lo fijan. Podéis verlo en la foto siguiente:


... donde se aprecia que no hay tornillo en el agujero del centro de la imagen. Y por supuesto no tenía ni recambio ni llave allen pequeña para ponerlo. Pero como Dios protege a los imbéciles, una llamada a Fernando Piris hizo que diera con ellos en Barcelona y me los llevara a Siurana el día siguiente, donde teníamos fijado nuestro punto de encuentro.



No pude evitar recitarme aquella poesía que contaba la historia de Ricardo III en la batalla de Bosworth:

Por la falta de un clavo fue que la herradura se perdió.
Por la falta de una herradura fue que el caballo se perdió.
Por la falta de un caballo fue que el caballero se perdió.
Por la falta de un caballero fue que la batalla se perdió.
Y así como la batalla, fue que un reino se perdió.
Y todo porque fue un clavo el que faltó”. 

Y es que a veces, los detalles más pequeños pueden dar al traste con un viaje. La próxima vez fijaré los tornillos con Loctite ... y llevaré recambio.

Pero no fue el único problema del Mikuni, cuyo consumo en las dos primeras etapas fue excesivo. Al salir de Alcañiz hacia Siurana nos dimos cuenta de que tiraba gasolina por el aliviadero de la cuba (se resolvió con un toquecito en el cuerpo, gracias a Dios), y tuve que bajarle la aguja un punto porque la carburación larga que dejé a los 600 metros de Madrid era demasiado para los más de 1.000 de buena parte del viaje. Afortunadamente su accesibilidad es infinitamente más sencilla que la de los Amal.


El cable de embrague de la Turismo

Supongo que sabéis que las Impala llevan un prisionero un tanto especial en la leva del embrague. Con una forma plana en dos de sus caras horizontales y un cilindro en una de sus caras verticales para fijar el cable a la ranura que tiene la articulación de la leva. Algo parecido a esto, pero con dos caras aplanadas:

Pero la Turismo vino con un prisionero normal y nunca lo cambié porque jamás se salió del sitio ... hasta que en esta Impalada lo ha hecho tres veces: al llegar a Can Rusiñol, y dos veces en las cercanías de Madrid. Está claro que hay que reemplazarlo sin falta.

La bombilla del piloto de la Turismo

Pese a que monta un regulador de tensión, las bombillas traseras incandescentes mueren cada x kilómetros por culpa de baches y vibraciones. Y la de la Turismo no fue excepción en este viaje; la cambiamos en Can Rusiñol antes de partir de vuelta hacia Alcañiz. 

Y descubrimos también dos cosas: que la parábola del piloto no tiene casi reflectante, lo cual habrá que solucionar cuando le demos un repaso ... y que carlos llevaba de recambio unas bombillas que no entraban en el casquillo; una cosa rarísima. Tal vez debíamos darle una solución definitiva y cambiarla por una LED Osram como la que lleva la 2, que ha hecho miles de kilómetros sin problemas.


El soporte de la GoPro en la 2

Para matarlos por la falta de calidad. Así terminó el brazo que sujetaba la cámara al carenado:


Afortunadamente, un minuto antes de que saliera volando me di cuenta de que algo andaba mal porque la cámara vibraba de lado a lado. Y al verificarlo me la quedé en la mano. Justo a tiempo. Que, para más desgracia, la GoPro es de mi hijo y me hubiera dado vergüenza devolvérsela rota.

¿Conclusión? Utiliza siempre montajes RAM en la moto. Son más caros, pero jamás te van a dejar tirados como hacen las porquerías que nos vende GoPro.


La Física y el depósito de la Turismo

Una de las cosas que hacemos siempre es repostar en las llegadas, para hacer más sencillas las salidas de la etapa siguiente. Y el volver a Can Rusiñol al final de la Impalada hicimos lo mismo: depósitos llenos antes de parar las motos. "Depósito lleno" significa que sacas gasolina fresquita desde un depósito subterráneo y la pones en el de la moto. Apurando tanto como puedas porque tienes por delante una etapa larga.

Si dejas la moto al sol, te vas a comer y luego sientas encima a un piloto del tamaño de Carlos, lo que puede pasarte es esto:


... que el respiradero del tapón se convierta en un surtidor que contribuya al frescor (y al picor) de tus cataplines. 

Lo mismo me sucedió en la vuelta tras repostar en Molina y pararnos a desayunar dejando las motos al sol. ¿Cómo era aquello: "presión por volumen partido por temperatura es igual a presión prima por volumen primo partido por temperatura prima"? ¿O eso aplicaba sólo a los gases?


La aguja del velocímetro de la Turismo

¿Qué puedo contaros que no sepáis sobre el compromiso con la calidad de nuestros recambistas y su esfuerzo denodado por ofrecernos productos de un rendimiento que raya siempre en la excelencia? Pues igual con la foto refuerzo vuestras impresiones:


Exactamente 6.608 kilómetros ha durado la aguja del velocímetro de la Turismo antes de reunirse con el Creador en el paraíso. No sé si es un récord, pero sí que no vuelvo a comprar otro al mismo (y chapucero) proveedor. Veré si lo reparo, o si busco uno antiguo y lo revivo, pero algo habrá que hacer.

Y esto fue todo: ni una perla, ni un pinchazo, ni un nada de nada que no pudiera ser resuelto en ruta con sólo unos minutos.

Una delicia de motos. Son Montesa Impala.

2 comentarios:

  1. Lo que comentas del compromiso con la calidad de los "refabricadores" es tremendo...la aguja de mi cuentakilómetros se partió hace años (a los 4.000 km aprox.) y ahí se ha quedado. Llevo un pequeño GPS de bici que la ITV me acepta, así que ahí se quedará el trozo de aguja...

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    1. Gracias por el comentario, Almudena. No sé si eres la primera mujer en dejar unas líneas por aquí.
      Si tu ITV lo acepta, estupendo, la verdad. No todas son tan flexibles con las motos antiguas y a veces te preguntan unas cosas rarísimas.
      Yo supongo que intentaré arreglarlo, por aquello de que la Turismo sólo la usa mi amigo Carlos para la Impalada y le gusta ver a la aguja moverse. Pero creo que tengo el cuentakilómetros antiguo por algún lado y, si es así, lo llevaré a Autotacómetro, que están cerca de casa y trabajan muy bien.

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Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.

Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.