El 12 de Diciembre de 2012 (hasta la fecha tiene su encanto) recibí el primer correo de Rosa, que desde Córdoba me contaba que hacía más de diez años que había heredado de su padre una Montesa Impala, y que estaba buscando a alguien que la quisiera y que "la cuidara como él la cuidaba" para vendérsela.
Como también soy cordobés, le contesté que estaría encantado de ayudarla a encontrar un comprador si me pasaba unas fotos para poder ver en qué estado estaba ... y aproveché para preguntarle por qué razón me había escrito precisamente a mí. Y la verdad es que ahí se cortó la comunicación y no volví a acordarme del tema.
En Marzo de este año, año y pico después de este cruce de correos, recibo un nuevo email de Rosa, que me recuerda el tema, y me pregunta si yo conocía a un médico de Córdoba que tenía mi mismo apellido.
El médico era mi padre, y así se lo dije ... para descubrir que ella había sido su paciente desde los 7 años hasta que mi padre murió.
Un par de días después acabamos hablando por teléfono y terminamos emocionados los dos. Si debo decir la verdad, colgué el teléfono con dos lagrimones. Estoy orgulloso de ser hijo de mi padre. Y aunque ya estoy acostumbrado a echarlo en falta cada día, que una extraña te hable de él con el cariño que Rosa lo hacía es mucho más de lo que puedo aguantar con tranquilidad.
Ya en Mayo, vuelve a contactarme. Me manda unas fotos y me cuenta que ya tiene los papeles de la moto a su nombre para poderla vender, y me insiste en que por favor busque un amigo mío que la trate con cariño, cosa que le prometí que haría.
Y desde ésa última conversación pasé muchos ratos dando vueltas a qué diablo hacer. No tenía pensado comprar una Impala 2 en este momento. Pero ... ¿no era estúpido dejar pasar una moto con una historia tan bonita?
Debo confesar que creo que las cosas pasan porque alguien hace que pasen. Y que también pienso que casualidades en esta vida, vivimos las justas. Así que tampoco creo que fuera casualidad que José María, Pep y Jaume coincidieran en decirme que sería un idiota si la dejaba ir.
Así que la llamé de nuevo, y le dije que consideraría un orgullo quedarme con la moto de su padre. Dios mediante estará en casa en un par de semanas, y la pondremos en uso tan pronto como sea posible con este hombro medio tonto que tengo desde hace un tiempo.
Gracias, Rosa. Creo que voy a sentir muchas cosas cada vez que la ponga en marcha. Ojalá que nuestros padres la disfruten con nosotros.
lunes, junio 02, 2014
4 comentarios:
Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Así es Julián...una moto con ésta historia no podías dejarla pasar sin más y no tengas ninguna duda de que tanto el padre de Rosa como el Doctor De Cabo están celebrando tu acertada decisión.
ResponderEliminarCuidate mucho ese hombro y un abrazo (Fuerte no, que seguro que duele)
Gracias, Jaume. Por estar ahí ... y por contribuir al empujón.
EliminarVoy a necesitar ayuda. No es que quiera competir con tu Impala voladora, pero sí dejarla cómoda y para uso urbano.
Parlarem, que dicen en tu (y mi) tierra.
La moto es un potentísimo generador de emociones y estas el mejor fijador de nuestra memoria (al menos eso pienso), no me puedo imaginar un mejor final para esta Impala, así que enhorabuena, y me uno a Jaume en mis deseos de recuperación.
ResponderEliminarun abrazo
Gracias, Fernando. La recuperación progresa adecuadamente, pero a un ritmo como si fuera de la LOGSE.
EliminarY la moto, si Dios quiere, la recogeremos el sábado que viene José María y yo. Y te aseguro que no puedo tener más ganas de echarle la mano encima. Ya os contaré.