Empiezo esta crónica pasada la medianoche que nos llevará al Lunes 20 de Junio. Pronto habrán pasado 48 horas de que sonaba el despertador para arrancar con mi primera Impalada, y sigo sin tener claro cómo meterle mano a esta experiencia.
Esta mañana, mientras desayunaba frente al mercado del Born en Barcelona, recibí un cariñoso correo de Pep Itchart con el que me adjuntaba una foto en la que sonrío mientras su hijo me fotografía a los mandos de su preciosa King Scorpion. Esta tarde, en la última comprobación de correo antes de despegar del Prat, dos correos más y varias fotos. Jaume y Nacho también me mandan la parte de la historia que viví con ellos y me dicen que esperan leer estas líneas.
Dos párrafos y van ya tres amigos. Tres amigos, varias fotos, y un montón de momentos a los que me temo que no sacaré el jugo literario que merecen. En el fondo, días como el que intentaré contaros me dejan claro que no soy más que un pobre juntaletras que tiene la suerte de haber dado con todos vosotros. Lo que hace diferente la historia de hoy es el miedo a no saber devolveros un poco del montón de felicidad que me habéis proporcionado en estos días en vuestra tierra.
Pero os la debo, así que allá vamos.
Primera foto: la Pedrera con mi mujer. Hecha por mi hija Myriam, mientras disfrutaba de nuevo de Gaudí esta tarde de Domingo. Debí haber empezado el relato con una foto de la mañana en la Sagrada Familia, pero ninguna de las que tomé me trasmitía la emoción que me produjo entrar al templo por la puerta de la Expiración y verlo en su estado actual. No sé qué habrá pensado la guía, pero se me cayeron dos lagrimones como a un niño pequeño.
Empiezo con ella porque creo que nunca había traído al blog una foto de mi mujer, cuando ella es realmente la que hace posible que os cuente esos disparates con los que Ramón se ríe pensando que "estoy enganchado". Y además está hecha en uno de los lugares que forman parte de una Barcelona a la que amo profundamente; la Barcelona de la Sagrada Familia, de la casa Batlló, de la Barceloneta, del parque de Montjuich, del Paseo de Gracia, del Barrio Gótico, de Santa María del Mar, del arroz a banda de Casa Julio. La Barcelona de Pep, de Jaume, de Fernando, de Ramón, de Eugeni, de Arnau, de Pim, del otro Jaume y de tanta otra gente que forma parte de un paisaje donde siempre me siento como en casa. La Barcelona que mi mujer ama conmigo y que mi hija ha empezado a entender y a hacer suya este fin de semana.
Siete y diez de la mañana. Paseo del Born, frente al mercado. Pep ha ido a por su Texas mientras, rodeado por una ciudad dormida, miro la moto con la que compartiré el día. Sensaciones complicadas de volcar a un papel; estoy de vuelta en mi infancia, cuando vi por primera vez esa moto con mi tío Luís a los mandos. Pero también tengo dieciocho y la moto es mía.
Aunque no olvido aún que es de Pep, una persona cuidadosa y que adora sus Montesas. No es sólo agradecimiento por la oportunidad de estar aquí hoy. Hay también una tremenda sensación de responsabilidad. Y dudas. ¿Y si me voy al suelo? Me estoy poniendo histérico sólo de pensarlo.
Miro el parcial mientras intento familiarizarme con los mandos antes de que vuelva Pep, que ha ido a por la Texas. Necesito hacerlo porque confieso que mi King no ha hecho ni diez kilómetros desde que la arreglé, y necesito refrescar sensaciones que pertenecen a un pasado que se remonta veinte años atrás. Se supone que en un par de horas voy a estar a los mandos de esta belleza en mitad de paisajes cuyos nombres son leyenda absoluta entre los moteros de la región más motera de España. Sé que esto no va de demostrar nada a nadie, pero ... ¿os imagináis cantar un villancico en la Scala de Milan? ¿Y hacerlo mientras Pavarotti te mira?
Pues así se sentía el autor de este dislate cuando repasaba mentalmente nombres como Collformic, el Parque del Monseny, Seva ...
Tan metido estaba en mi agobio, que empecé la jornada con una primera demostración de conocimiento y soltura al arrancar la moto. Una patada con cara de "esto lo hago yo todas las mañanas" y ... nada. Dos y nada. Carburador cebado, y la King sigue muerta. Menos mal que Pep me dijo con suavidad aquello de "yo tampoco me acuerdo nunca de poner la llave". Espero que pensara que el color de mi cara era un homenaje más a la marca, como mi chaqueta o mis guantes.
En fin, que arrancada la King, empezamos a movernos por Barcelona. El motor es tan suave como recordaba. Tres primeras marchas bastante cortitas y que metes como en una trialera, una cuarta algo más larga y una quinta bastante descolgada que te permite cruceros razonables sin pasar la moto de vueltas. No mucha potencia en altas, pero buscas la sexta en ocasiones. Dije por algún lado que la distribución de este cilindro me parece calcada a la de las 247 y sigo pensando lo mismo. Algún día los mediré.
La cabra tira al monte y ya me estoy yendo a la mecánica. Reenfoco el objetivo y sigo con la crónica. La foto de abajo está tomada por el hijo de Pep desde su Texas 250. Una moto que suena a Impala vitaminada y que tiene pinta de andar como un tiro.
Con una parada previa en una gasolinera, donde hice alguna foto que no incluyo por no salirme de la línea central de la historia, llegamos al restaurante Mas Corts en Sant Frost de Campsentelles, desde donde se daría la salida al recorrido previsto. Como Nacho Bartlett ya andaba por allí, aparcamos las motos juntas, y la foto tiene poco desperdicio: una King Scorpion de segunda serie flanqueada por la Texas 175 de Nacho y la 250 de Pep. Probablemente, tres de las Montesas más exclusivas, en perfecto estado de revista y preparadas para irse de excursión. De no ser por mi casco moderno, la imagen podría estar tomada en la época del nacimiento de estas tres princesas.
En Mas Corts nos reunimos con Eugeni Tiana (amigo virtual hasta ese día y propietario de una preciosa King) y Fernando Piris. Eugeni, con quien rodamos luego un buen rato, me trajo un regalo del que luego hablaré, y Fernando se acercó sólo para saludar porque no habían podido poner a punto la Impala 175 en que pensaba haber venido. Una auténtica lástima porque el Piris es ese tipo de persona con la que siempre tienes una conversación pendiente. Y no necesariamente de motos; un ser humano de tal categoría personal que casi llegas a olvidarte de que sea bultaquista. Si no digo la estupidez reviento, pero ver a Fernando fue una de las alegrías del día, y daría algo porque esa Impala esté por la labor el año que viene. Que sé de más de uno que ya está buscando montura para 2.012 ... sin necesidad de leer crónicas. Ese uno del que hablo resultó ser uno de los personajes más populares del imaginario colectivo como propietario y cosufridor de un aparato mítico para muchos de los asistentes: la genuina Cota 247 Cojones Grandes por la que todos preguntaban con verdadero interés. En la foto, Eugeni, un impalero cuya filiación desconozco, servidor y Fernando.
Más fotos: Fernando, servidor, y Nacho:
Entre saludos a unos y a otros nos inscribimos y pudimos ver al bueno de Jaume Domínguez que andaba liado con las inscripciones, la entrega de acreditaciones y todo el jaleo administrativo que los compañeros del Moto Club Impala (digo orgullosamente compañeros porque, aunque sea el último mono, ya soy el socio nº 190) gestionaron con una eficacia maravillosa. Mientras tanto, el parque cerrado crecía y crecía, tal como puede verse en la foto. Auténtica marea roja.
Y aquí me fui a la cama a la una y media de la madrugada. Son las siete y cuarto del lunes y me acabo de levantar habiendo repasado en sueños todo el fin de semana una vez más. Continuo con mi historieta. Como Pep iba de organizador y tenía que estar en mil sitios a la vez (algún día sabré cómo hace para multiplicarse y mantener una calma que traslada allá por donde pasa), quedamos en salir juntos el señor Barlett y yo. Y creo que fue una elección perfecta. Nacho no sólo conocía bien el recorrido, sino que monta en moto estupendamente, y sin abandonar nunca el sentido común. Fue un auténtico placer seguirle por la primera parte de la excursión, aprender de sus trazadas y admirar lo bien que va esa Texas con sus 175 centímetros cúbicos. Sé que no es una comparación muy ortodoxa, pero cuando luego pude probarla durante unos kilómetros, me recordó mucho al concepto de mi BMW R1200GS: una moto de manillar alta, pero muy ágil y con una estabilidad estupenda. Disfruté con ella en las curvas ... sin ser consciente de que monta atrás un neumático de trial ... pero es que venía de muy atrás viendo a Nacho trazar sin miedos de ningún tipo, y no lo pensé dos veces.
El recorrido, una verdadera maravilla. Soy perfectamente incapaz de contarlo con detalles geográficos precisos porque no me son familiares casi ninguna de las poblaciones que atravesamos, ni la cabeza me da para poner en orden tantísimos kilómetros. Pero sí sé que es el paseo más bonito que haya hecho en mi vida a bordo de una moto. Prácticamente todos los tramos fueron de los que te hacen desear parar cada dos kilómetros a coger la cámara de fotos y dispararle a todo lo que tenías alrededor: las motos, las personas, el paisaje ... toda una mezcla de elementos que contribuyeron a una experiencia impresionante.
Pero paramos poco. Primera razón para que haya hecho pocas fotos. La segunda fue que en cada parada había gente encantadora que se acercaba a charlar un rato conmigo. Algunos, compañeros de La Maneta; otros, procedentes del foro online de Nacho. Daba igual la procedencia: todos con una sonrisa y una palabra amable en la boca. Muchos de ellos, gente interesante con la que hubiera deseado pararme mucho más de lo que pude. La foto de abajo, hecha en pleno Montseny, recoge a dos de ellos: a la izquierda José Antonio (acervo en la vida online), a la derecha, Jaume (JaumeDNA en el ciberespacio). Con ellos estuve un rato agradabilísimo en el tramo final de la Impalada.
Antes de esa foto, habíamos parado a repostar en Tona, otro de los escenarios que forman parte de mi vida, y donde aparecemos todos los 12 de Octubre que podemos para compartir la Montesa-da, que es como a Pim le gusta escribirlo.
En el Montseny pasaron algunas cosillas destacables que sí recuerdo. Apareció Davidbf, un manetero de los de siempre al que me hizo ilusión saludar. Puse mal la pata de cabra de la King, que se fue al suelo con alguna consecuencia que no supe ver en el momento. Y por si fuera poco, Jaume me dijo que le apetecía rodar conmigo ése tramo. Jaume, para quien no lo sepa, es montesista por parte de padre. Su padre trabajó en Montesa toda la vida, y de aquella fábrica salió para él la Impala 2 que Jaime heredó ... y de la que afirma no saber qué tiene en el motor. Y yo no sé qué tendrá, pero lo que sí sé es que fui tras él unos pocos de kilómetros en algunos de los tramos más retorcidos e incluso algunos kilómetros de autovía. En unos me costó trabajo seguirlo porque Jaume monta en moto como los ángeles. En otros, mi 250 daba para seguirlo, pero a costa de abrir el gas mucho más de lo esperable con la teórica diferencia de potencial que había entre los dos motores. El día que abra el motor, quiero fotos.
La foto de abajo me la envía Jaume, y se le ve con su Impala 2 carenada conmigo al fondo. Juraría que en los alrededores de Granollers, pero no estoy seguro. De lo que sí estoy seguro es de que el rato que rodamos juntos fue toda una experiencia. Hubo momentos largos en que me olvidé por completo de que la moto fuera de Pep, de que ya no tengo veinte años, de que el cambio estaba a la derecha y de todo aquello que una persona sensata hubiera tenido en cuenta. Me limité a sentir. La King y yo éramos una misma cosa, y la carretera poco más que una excusa para fundirme con ella. Jaume iba delante marcando un recorrido que conocía bien, y cada vez que él tumbaba, frenaba o levantaba la moto, mi propia Montesa seguía sus movimientos con una fluidez que nunca me habría creído capaz de imprimirle.
Nacho, que venía detrás, me vio pisar dos líneas continuas y decidió que mejor nos reuníamos en la comida. Y yo seguí a Jaume olvidándome de dos cosas que luego me dieron la lata un rato. Por un lado, la correa del casco se había aflojado y el viento lo levantaba incómodamente por la visera en los tramos rápidos. Por otro, la maneta de freno se había quedado floja con la caída en el parking del Montseny, y se movía arriba y abajo haciendo extraña la operación de frenar. Menos mal que, un rato después Eugeni me prestó un destornillador mientras charlábamos con Keus, otro manetero de pro que se acercó a un reagrupamiento a saludar amigos.
Desde allí pusimos rumbo de nuevo al restaurante Mas Corts, donde esperaba otro rato para recordar, aunque ya no fuera a bordo de una moto. Porque la mesa en que comimos era un lujo asiático de nuevo. El bueno de Ramón Valls se había acercado a comer con nosotros, y lo tuve a mi izquierda todo el tiempo, partiéndose de risa a mi costa. A Ramón lo conocéis porque es parte importante de estas páginas (es el punto de unión de muchos de nosotros) y de mi vida. Un tipo verdaderamente especial, que nos ha arreglado mil problemas a todos, siempre con una sonrisa burlona en la cara. Todo un detalle por su parte haberse venido, sólo para sentarse con Nacho, con Pep Itchart, con Pep Russinyol, con Jaume, con Xavi Arenas ... y así hasta cubrir las diez plazas que tenía una mesa que fue un broche agradabilísimo para un día redondo.
La sobremesa, otra delicia hablando del proyecto 24 Horas, de mil curiosidades en torno a nuestra afición, de amigos comunes y de experiencias con motos. Algunos momentos increíbles, como cuando alguien me contó que al descubrir este blog no pudo evitar imprimirlo y que lo tiene en la mesilla de noche ...
De ese rato recuerdo con especial cariño la charla con otros tres adictos a las King: Jordi Arandes, Toni López y Eugeni Tiana. Toni es todo un poeta, a quien tengo que pedir permiso para traer a estas páginas una conversación que tuvo con su King Scorpion, y que cada vez que leo me hace sentir vergüenza por tener la mía parada en un garaje. Jordi es otro amigo que empezó como una consulta nacida en estas páginas y lleva años apareciendo en mi vida con una sonrisa y dando siempre veinte veces más de lo poco que recibió de mí. Y Eugeni es un figura; un tipo con una sonrisa socarrona, que admite ser más bultaquista que montesista, pero que se baja de una 247 para subirse en una King con la misma naturalidad con que te regala algo tan especial como ésto:
Que sí, que somos unos frikies, pero ... ¿se os ocurre mejor modo de describir el día que estábamos cerrando? Un millón de gracias, Eugeni. Ojalá nos veamos el año que viene en esas curvas de tu tierra.
Y siento que la lógica me va acercando a un final que linda con mi hora de irme a la oficina. Y que me faltan veinte anécdotas más con que hacer justicia a todo el cariño que rodeó ayer. Debería hacer mención de la charla con Impalable, con Esteve, con los buenos de Kalatrava y Guillén (murcianos de pro de La Maneta a quienes saludé en la comida), de XaviSR, y de muchos más. De los amigos del Moto Club y el rato charlando con "Coro" sobre secretos de las motos de carreras de la época. Y de tantas otras cosas. No, Óscar, no me olvido de ti, compañero. Pero me resulta complicado hablar de alguien capaz de mantener el buen humor en medio de la que te tocó vivir. Siempre das ejemplo de muchas cosas, y ayer no fue una excepción. Seguro que la del 2012 es la tuya.
Y voy cerrando. Terminada la comida, bajada hacia Barcelona siguiendo a Pep hasta el garaje de casa. Preciosa la entrada en Barcelona desde la montaña. Tanto como para recordarla pese a tener lugar al final de un día tan completo como el sábado.
Y última foto mía, con el cuentamillas de la King al dejarla descansar. Marca 426 millas. Que si los cálculos no fallan, hacen un total de 143 desde las 7 de la mañana. 228,8 kilómetros en total.
Todo un día para recordar durante una vida.
Y si abrí con mi mujer como clave oculta en todas estas historias que os cuento, es de justicia que cierre con la otra persona sin la que esta experiencia no se hubiera producido. Me ha costado trabajo encontrar una foto en la que se le reconozca, porque no paró un solo minuto (como no había parado durante mucho tiempo antes para que un montón de gente que no lo conoce sea un poco más feliz). A la derecha de la foto de abajo, medio de perfil, con su Bell de época y su barbour Clice, Pep Itchart.
Pep es el dueño de la King, el diseñador de mucha de esa comunicación tan cuidada que hay en torno al Moto Club Impala, el marido de una mujer que también monta en moto y el padre de un niño al que tiran más los mandos de una Cota 49 que el asiento de atrás de una Texas, pero que ha aprendido de su padre a hacer felices a los demás haciendo fotos desde la moto amarilla que algún día será suya. Pep es quien pone a tu disposición una moto única a la par que te hace sentir que es feliz de que la uses como si fuera tu propia moto. Pep es una de las personas que mejor encarna esa Cataluña de la que hablaba al principio de mi crónica. De los que hacen bueno el tópico de que no hay amigo más fiable que un catalán cuando es tu amigo. De los que se pondrán colorados al leer esto, pero no me lo dirá nunca por no molestar.
Te debo otra, amigo. Y espero verte de nuevo en la de 2.012.
Moltes graciès a tots.
Si tu no sabias como meterle mano a la experiencia de la Impalada, poner un comentario a tu crónica tampoco es cosa fácil, pero lo intentaré. Has sabido relatar muy acertadamente todo lo que significa cualquier acontecimiento motorista para todo buen aficionado, las cosas que se le pasan a uno por la cabeza, esa mezcla de sensaciones que tanto nos atrae y que cuesta describir; y los nervios, esos nervios de emoción que NUNCA se pierden por más que hayas ido en moto, sea de la marca que sea :-).
ResponderEliminarEn cuanto a las relaciones humanas, una parte del trato recibido tendrá que ver con nuestra idiosincrasia y con la pasión por una afición compartida, pero que tanta gente sea amable contigo para mi no tiene nada de azar, tiene mucho que ver con tu forma de ser y de acercarte a las personas. Agradezco tus palabras y debo decir por mi parte, que hubiera venido en patinete a saludarte. ¿El futuro?, bueno, una Impalada con los de este año y en la que estén el propietario de la TG, o sea, Jose Mª (y divertido rival de duelos dialécticos marquistas) y Oscar y su 250USA, promete mucho. En fin espero tener moto para el año que viene y no ver los toros desde la barrera.
Y un saludo para tu “Santa”, sin su paciencia (como la mía tiene conmigo), no se que haríamos.
Pues pare ser ésto un dislate y su autor un juntaletras, no está nada mal escrito. Nada mal.
ResponderEliminarTras haber leído y casi sentido el disfrute de rodar con esas maravillas durante más de doscientos kilómetros, no puedo más que conjurarme para estar allí el próximo año. Aunque la razón que más me atrae es hacerlo rodeado de esa gente tan especial que describes. Si es que siendo montesistas no pueden ser malos.
Se me ha hecho raro ver ese casco trialero, superviviente en mil batallas en el monte, pasearse por el asfalto.
Enhorabuena por ese fin de semana tan especial y al resto de impaleros, por ser como son.
Aquest any no però el pròxim ...
Ahora que no nos oye nadie, confieso que alguno de mis mejores amigos han estado en otras marcas, Fernando. Y que, como bien dices, eso sólo hizo que fuera más divertido.
ResponderEliminarDel resto prefiero no hablar, que me pongo colorado. Pero me uno al deseo de que la del 2012 sea todavía más completa.
Dios te oiga y nos permita vivirlo juntos.
Ése casco es parte de una historia que también es tuya compañero. Dudé hasta el último momento si aprovechar para estrenar un Bell como el de Pep, pero se me hubiera hecho raro pasar por Tona llevando otra cosa en la cabeza. Bastante duro era pasar sin tomarse un arroz con ceps como para hacerlo aún más complicado.
ResponderEliminarEl año que viene hay opciones. O pongo en orden mi King y te llevas la Impala, o compramos otra moto, o algo se nos ocurrirá. Pero tienes que vivirlo. Y si conseguimos apuntar a Piris y al Valls, puede resultar apoteósico.
Pues ya que se puede llevar casco trialero llevaré el de Montesa. Friqui y figura hasta la sepultura...o como se diga.
ResponderEliminarDe aquí a un año espero cruzarme con alguna Impala que me haga la vida más fácil por Madrid, que la Bonnie cansa mucho. Pero agradezco el ofrecimiento. Si tuviera dos culos, llevaría también la King. En fin, es lo que tiene ser monóculo.
Fernando, creo que no te perdonaré nunca el que me hayas hecho parecer simpática la marca del dedo erecto. No debe ser tan mala si tú eres bultaquista.
En fin, que nos espera un octubre complicado y un junio interesante.
Coincido totalmente con lo que comenta Fernando acerca de las relaciones humanas. Con personas como tu todo es fácil, agradable, divertido.
ResponderEliminarSobre nuestra experiencia en Collformic, Dosrius, etc...realmente me hacía ilusión. Sabía de las ganas que tenías de impalada (llevábamos tiempo comentándolo), pero lo mejor fué ver tu cara en la cola de inscripciones...Como un niño !!!. Cuando nos volvimos a ver en El Brull seguías con la misma cara de niño viviendo una experiencia alucinante pero con la diferencia que los ojos aún te brillaban más !!!.
Fué un placer compartir contigo unos cuantos kilómetros de tu primera impalada...Y seguirán muchas más en las que confío ver también a Jose, Fernando (me hubiese gustado charlar un poco más contigo, pero íbamos un poco de culo), Oscar con la USA...
Me ha encantado y emocionado ller tu crónica.
Muchas Gracias y un fuerte abrazo.
Este comentario se lo voy a mandar a mi mujer, Jaume. No tengo demasiado claro que coincida contigo en algunas cosas. :-)
ResponderEliminarAprendí mucho siguiéndote por esas curvas de Dios, compañero. Da la sensación de que lleves algún kilómetro que otro en el cuerpo.
¿O es cosa del ADN?
No me gustaría ser repetitivo por lo que poco puedo añadir a los comentarios anteriores. Para mi la Impalada, mi primera Impalada , fue una experiencia mas entre las muchas, muchísimas experiencias moteras en las que he participado a lo largo de mi vida y que tengo el privilegio de poder contar y rememorar. Quizá una sutil diferencia respecto a las anteriores es que esta Impalada ha estado salpicada por pequeñas complicidades, sensaciones, emociones que llevabamos todos a flor de piel como consecuencia del entusiasmo que flotaba en el ambiente producido por dos centenares de Motards con una afición común.
ResponderEliminarDicho lo anterior que quizá pueda parecer un poco cursi, pero que no voy a modificar, añadir que para mi poner cara a nombres que , sin conocerlos, se me antojaban entrañables y que la realidad ha confirmado que mis sospechas eran fundadas, ha sido una experiencia sumamente gratificante. Lo digo con el corazón. Ha sido un placer para mi conocerte en persona, al igual que a Pep Itchart y Nacho Barlet. También lo ha sido compartir nuevamente una jornada con gente que, a pesar que ya conocía, me han regenerado la sonrisa en la cara. Estoy hablando de Jordi, Toni, mi primo Xavier Valls ( Hacía 10 años que no lo veía e ignoraba que fuera Imaplero), Pep Russi ( deseo que su hermano se encuentre ya en plena forma), Javier Arenas, Enric Pallarés etc.
Estuve la mayor parte del recorrido siguiendo la rueda de Ernesto ( Julian, es el que aparece en una foto junto conmigo, tu y Fernando) que fue quien ya hace unas semanas me metió en el cuerpo el gusanillo de la Impalada. Confío en volver con el y con todos vosotros y alguno mas el próximo año. Julián, sería genial que te trajeras a alguien mas de la Meseta pues habiendo seguido tu rueda durante varios Kms. en Coll Formic, he constatado que los buenos motards no solo estaban en Cataluña .
Las cerillas están sobre mi mesa, Eugeni. Y me vuelve la sonrisa cada vez que las veo.
ResponderEliminarPara ser honesto, toca añadir que mi rueda en Coll Formic era la rueda de Jaume en realidad. Y me da la sensación de que era una muy buena referencia. :-)
Hay varios mesetarios buscando moto para el año que viene. La meta debería ser mejorar lo de este año, aunque no se me ocurre como ... debe ser que todavía estoy impresionado con tu accesorio portabombillas.
Esta va por Jose: nunca te lo he dicho, pero soy un quintacolumnista de Bultaco, mi misión es, de forma taimada y sibilina, ir manipulando a los elementos resistentes como tú, hasta que bajen la guardia y podamos hacer el lavado final de cerebro, mi recomendación es que te dejes llevar.
ResponderEliminaruna muy buena y bonita crónica de las vivencias de Julián en la Impalada 2011... mejor imposible
ResponderEliminar:)