Pero seguro que para los que andan, como yo, paseando un remolque y una moto por esas carreteras de Dios, resultará algo más próximo y familiar. Sólo ellos serán capaces de entender hasta qué punto puede una persona llegar a establecer un lazo de amistad con algo que para el común de los mortales es poco más que un objeto. Menos aún podrán llegar a entender que, al igual que sucede con las personas, a veces una relación que empieza por casualidad llega a ser importante en una vida.
El caso es que así es. A veces uno llega a enamorarse de un objeto, al punto de sentir la necesidad de explicarlo al mundo, a riesgo de que el mundo se limite a mirarlo a uno con la cara que corresponde ...
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Tan poco prevista la tenía, que al ver la foto no me resultaba familiar como una de las Montesa de trial que tenía localizadas. Sabía, eso sí, que fue la moto con que muchos pilotos españoles consiguieron éxitos internacionales, pero quedaba fuera de los años en que seguí de joven las revistas de motos. Pero como el destino es el destino, di con ella en el Segundamano. No eran fotos muy claras, pero sí parecía estar muy entera. De modo que un buen día puse un correo a la persona que la vendía y le pedí más información.
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Pasamos un día estupendo, me dejó apalabrada una Cota 25 para mi hija Cecilia, y se volvió para Barcelona dejando en el campo una moto que estaba tan entera como yo suponía. La idea era usarla como moto de "día a día" en el campo para pasear a los niños, hacer que mi mujer aprendiera, y restaurarla del todo cuando dejara de cumplir su función.
Y así pasó un par de años. Utilizada a fines de semana sueltos, sin habérsele cambiado ni el aceite ni la bujía, pero arrancando siempre a la primera o segunda patada, con independencia del frío que hiciera en la estepa castellana.
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Pasada una primera carrera apasionante, llegó la segunda en Valdemorillo, donde ya aparecimos con un manillar Renthal y botón de paro como Dios manda, pero donde el humo se convirtió en una pesadilla, en conjunto con una carburación imposible como resultado de la entrada de aire y aceite al cigüeñal. Maldito retén.
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Pasado el corte de las primeras carreras, la 349 me acompañó al cursillo de Mick Andrews donde tuvo el honor de ser afinada por el Maestro, después de dos días magníficos en que aprendimos de todo, nos reímos mucho, y preparamos Robregordo, que era la carrera clave del campeonato. La suerte adicional estuvo en que Televisión Española grabó el cursillo para hacerlo aún más inolvidable para todos los que participamos en él.
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Para Robregordo la moto llegó en un estado mecánico fantástico, fruto del cambio del retén y de las atenciones de Mick. Creo que fue en esa interzona donde definitivamente me dí cuenta de que aquella Montesa no era ya una moto cualquiera, sino una parte importante de mi vida. El destino hizo que tuviera que correr sin compañero aquel día, pero nunca me sentí solo mientras sentía el pistonear de mi 349.
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Aquella carrera marcó un antes y un después en mi vida en muchos sentidos. Hice amigos, eché en falta a otros, aprendí mucho sobre los límites del ser humano, y sentí que aquella moto roja ponía de su parte lo mucho que sabía para convertir mi vida en algo más agradable.
Desde que entró en casa han llegado muchas otras. Unas más jóvenes, otras con más historia, otras más competitivas ... Pero cada vez dudo más de que algún día me decida a dar el cambio y dejarla a un lado.
Supongo, que como pasa con las personas, en el fondo no es más que una cuestión de confianza.