sábado, marzo 12, 2022

Se paró funcionando

Pongamos que estás aburrido un sábado por la mañana, y que estando frente a la pantalla del ordenador te acuerdas de que la única moto que no conservas fue la primera. Y piensas que es una lástima y que igual vale la pena echarle un ojo a Wallapop, que es el mercadillo online de moda, a ver qué tal está la oferta.

Y te vas para allá, tecleas un "Montesa Cota 74" sin más, porque no hay muchas más posibilidades de darte al SQL avanzado, y te encuentras con un listado de lo más completo. Pero como tienes el día morboso, decides ordenar por precio, desde más cara a más barata. Con lo cual aprendes que hay una oferta amplia, y más bien dispersa. 



Así que dices ... "empezaré por la de 3.000, que debe ser la releche". Y allá vamos: un click nada más, y la tenemos a la vista:


Y empiezas a alucinar. Para empezar te preguntas por qué la gente no piensa el efecto tan raro que hace el suelo mojado bajo la moto. Que lo mínimo que te hace deducir es que le han quitado el polvo tras años de abandono, justo diez minutos antes de hacer la foto. Que tampoco estás muy seguro de en qué medida es consistente con "ponerla en marcha de vez en cuando por el garaje", como nos cuenta el dueño.

Pero parece claro que nuestros conceptos difieren en algún punto más. O que tal vez manejamos idiomas distintos. O quizá suceda que "completamente original" en jerga vendedora significa que la moto salió de fábrica con una prolongación de escape, un puño de salida lateral Tecnomoto, un descompresor y un suplemento de asiento para convertirla en biplaza. Que es lo que uno puede ver a la pobre resolución que tienen las fotos en pantalla.

Así que, visto que difícilmente llegaríamos a un acuerdo con alguien que ni envía, ni negocia, ni cambia, pasamos un poco más abajo, buscando un coste menor, y renunciando a tanta originalidad que, según parece lógico, tiene un precio por pagar.

Y lees 1.200 euros sobre una foto que te recuerda a la Cota 74 de tu amigo Ángel, que era como una 348 en chiquito, y das el segundo click, que acerca esto a tu pantalla:


Una Cota 74 clásica, nada menos. Pero que además ha sido cedida dos veces para una exposición (el desprendido propietario nos deja con la duda de si la clásica fue dos veces a la misma exposición, o una vez a dos exposiciones), y ¡está guardada en garaje! Eso sí, en un garaje donde, a juzgar por las manchas que se ven (pese al inevitable charco bajo la moto), debe llover café como en el campo de Juan Luís Guerra. Aunque no es menos cierto que el dueño, fino coleccionista, nos anticipa que tal vez fuera necesaria una puesta a punto. Tras la desinfección, supongo.

Así que multiplicas, piensas que 1.200 aurelios son como 200.000 de las añoradas pesetas, y que, pese a la curiosidad que te producen el faro, el manillar y los mandos, bajarás un poco el listón, a ver qué localizas en el entorno de los 500. Que no dejan de ser casi veinte mil duros, que hubiera dicho mi padre.

Y una de las cosas que te encuentras te llama la atención de nuevo. Por 500 mortadelos pelados, que era tu límite, así que amplías:


... y llegas a esta joya, que por su precio no han necesitado siquiera maquillar con un manguerazo. Pero que también ha estado guardada en un garaje, y que no es negociable porque ... ¡se paró funcionando! El argumento definitivo. No importa que la moto lleve un tubarro propio de una Derbi "trincampeona" (así las llamaban en mi tierra), ni que el asiento se haya rebajado con espuma racing, ni que la instalación eléctrica sea un recuerdo de mejores días, ni que los guardabarros pertenezcan a sepa Dios qué vehículos. Porque se paró funcionando. Ahí es nada. ¿Cómo se te ocurre plantearte negociar el precio frente a semejante oportunidad?

Que, por otro lado, es como poner en una esquela "Estaba vivo y se murió". Porque para morirse sólo es necesario estar vivo en el instante anterior. Justo como para pararse una moto sólo hace falta que alguna vez fuera arrancada. Me atrevería a decir que ninguno de nosotros conoció jamás un vehículo que no se parara funcionando. 

De tal modo que, madurando esta reflexión en la sesera, se me ocurrió hacer la prueba del nueve en Wallapop y busqué sólo una cosa: "se paró funcionando". Y el resultado es estremecedor:


... bares / restaurantes, embarcaciones, automóviles, quads, motos, y hasta un "vibrador de aceituna" cuyo nombre hubiera proporcionado sonrisas al mismísimo Woody Allen. Todo ello se paró funcionando.

En definitiva: que a falta de una Cota 74 por la que no me decido, empiezo a tener claro cuál será mi epitafio, si algún día me entierran en una sepultura individual: 

"Julián de Cabo,
me paré funcionando".
¡Bendito sea Wallapop!

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Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.

Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.