Dejábamos la Impala 2 a punto de acabarse (¿se acaba una clásica alguna vez?) el fin de semana pasado. Quedaban detalles por pulir, y entre ellos la luz de freno trasero, cuyo interruptor tenía idas y venidas, por lo que decidimos sustituirlo. Operación que, por una vez, resultó sencilla, cercana y barata. Repuestos Frera, al lado de mi casa de Madrid, en la calle Fernández de los Ríos tenía en existencia un conmutador de la marca FAE (exactamente la misma que el original) y de dimensiones parecidísimas que, a cambio de poco más de cuatro euros, se vino conmigo a la estepa el viernes por la tarde. En la foto se puede ver lo parecidos que son los dos. Lástima que no tuvieran el cobertor de goma que estaba destrozado y tuve que tirar por ser irrecuperable.
Como os podéis imaginar, esto fue lo primero que puse en la moto la tarde-noche del viernes. Pero como me supo a poco y ya estaba en el taller, recordé que tenía un par de juegos de retenes de la Impala que compré hace años para la Turismo que arreglamos en el año 2009 ... cuya horquilla también fue un
aprendizaje completo. Y como de todos modos tenía que desmontar las ruedas para cambiar los neumáticos el sábado por la mañana, decidí que era una buena ocasión para dejar una cosa más revisada. De hecho, la moto vino con la horquilla bastante sucia de aceite y -aunque amortiguaba bien- eso suele ser síntoma de retenes en mal estado.
Además, debo reconocer que también pensé que era una buena oportunidad para utilizar una de las herramientas de Iniesta, que sirve para desmontar el porta retenes de este modelo de moto, y nunca había utilizado. Resultó comodísimo, como podéis ver en la foto de abajo:
El mecanismo consiste en un cilindro con unas estrías que se atornillan en las ranuras donde alojamos las espiras de los muelles de la suspensión, y otro cilindro concéntrico que lo fija y nos permite desatornillarlo. Más sencillo, imposible.
Desmontados ambos porta retenes y retiradas las ruedas, dejamos la moto sobre su caballete y otro auxiliar que sostenía el basculante, y nos fuimos a cenar.
La mañana de sábado comenzó temprano. Pulí un poco de aluminio casi de madrugada (menos mal que los vecinos quedan apartados) y a las 9 de la mañana estaba en la puerta del taller de mi amigo Jesús con las dos ruedas de la moto y los preciosos Dunlop K-82 que le pusimos. Comprendo que es una estupidez aplicar un criterio estético a la hora de elegir un neumático, pero al verlos tan parecidos a los míticos TT-100, no me pude resistir. Una horita bastó para dejarlo puestos en sus llantas y listos para montar en la moto.
De vuelta al taller, había que terminar la horquilla y repasar un poco los frenos. No sé si os habéis enfrentado a una horquilla de Impala, pero tienen su complicación. Debe ser que la diseñó el que luego fundó una marca cuyo logo es un dedo tieso, y la cosa no es tan racional como cabría esperar de una Montesa.
Una de las cosas que resultan un suplicio es volver a sacar la varilla de la suspensión por las punteras de la horquilla. Pero para eso hay un truco: unos buenos imanes gordos nos permitirán mover la bendita varilla hasta que asome la punta por abajo para poder atornillarla y poner sus juntas antes de llenarla de aceite. Aquí abajo queda constancia de que triunfé como los Chichos con los imanes.
El siguiente problema para quien quiera cambiar el aceite es que cuando se suelta el tapón cromado de ambas botellas, uno se encuentra con que no sale hacia arriba (la bendita varilla otra vez, que lo retiene), y que ni siquiera destapa la barra para poder echar el aceite cómodamente.
Como no recordaba bien lo de la Turismo, me quedé tan pasmado que llamé a Pep, a Jaume y a Esteve. Pero no por hacer un rondo, sino porque ninguno me cogió el teléfono a la primera y terminé hablando con todos, que me dieron recetas varias para salir airoso del trance. Para no liaros, os dejo dos alternativas que me parecen las más eficaces para rellenar de aceite la horquilla de la Impala.
Opción "A" (la que escogí yo después de hablar con los amiguetes del MCI): se libera la varilla 04.35.04101 retirando la tuerca 0092.08 de la puntera 02.35.029, se saca el tapón cromado de arriba 04.35.160 con la varilla entera, y se desatornilla ésta al máximo posible antes de ajustar la contratuerca 0092.06 que la fija a la base del tapón cromado (basta con dejar cuatro o cinco hileras de rosca dentro del cuerpo del tapón). Con esto, una vez que volvamos a fijar la tuerca de la puntera, tendremos suficiente hueco como para meter una jeringa gorda y poner los 125 cc de SAE 10 que lleva la Impala 2.
Opción "B" (que no he probado, pero debe funcionar en teoría): una vez sueltos ambos tapones cromados, pedir a un amigo que nos comprima un poco la suspensión delantera. Esto debe dejar espacio de sobra para el relleno, y tiene la ventaja de ser más rápido, en principio.
Horquilla lista, y a por los frenos, donde me encontré con la casualidad feliz de la mañana; días antes de irme a la Mancha recordé que en el cajón de las zapatas de freno tenía dos juegos de zapatas Newfren para Montesa de las que quien me las regaló (el bueno de Andrés Benezet) desconocía el modelo. Yo ya sabía que no eran de ningún modelo de las Impala iniciales ni de la familia Cota, porque las comparé con el stock de zapatas de uso común en casa sin encontrarles parecido con ninguna. Así que al llegar a este punto de repaso de los frenos se me encendió una bombilla, las puse sobre el portazapatas delantero y ¡bingo! Era un juego de zapatas "nuevo de trinca" para Impala 2, que monté con la herramienta que te permite hacerlo sin pillarte los dedos ni blasfemar. Mas aburrido para los espectadores, pero más práctico.
Y así llegamos al momento sentimental de la mañana. Considerando que mi moto ya cumplía con todos los requisitos, le puse sobre el depósito el escudo de socio del Moto Club Impala:
¿Verdad que parece otra?
Y pensando que la Impala era cosa cerrada, pasé a aprovechar el resto de la tarde del sábado rectificando la puesta a punto del encendido de la Cota 304, que había hecho bastante a ojo por no tomar referencias con el motor abierto. Recordad que lleva la bujía inclinada y que no es trivial tomar las medidas de avance. Pero me acordé días atrás de que el maestro Nacho 247 había escrito una entrada en su blog sobre el sistema que emplea en la 242, cuyo motor es parecidísimo al de la 304. Dicho y hecho: visitada
la página correspondiente me encontré con que el valor sobre volante eran 23 mm. Así que pensé que era buena idea tomar fotos del invento de "El pianista" para la puesta a punto de motores 2T. Simple como el mecanismo de un chupete: se conecta a red, un cable a la entrada de corriente en la bobina de alta, otro a masa y giramos el volante con suavidad para ver que la luz se enciende al abrirse los platinos y el cacharro vibra para avisarnos de que estamos en el punto exacto del salto de chispa.
Debo confesar que lo tenía hacía un par de años pero nunca lo había usado hasta hace poco ... porque no lo había necesitado. Mis últimos escarceos con encendidos habían venido de la mano de pruebas con RM Lightning, que incorpora sus propias herramientas para determinar la puesta a punto. Para las motos de platinos es un invento 100% recomendable, que no sé si sigue fabricando aún.
Y probada la Cota a plena satisfacción di por terminado el día y me fui un rato a pasear con mi mujer, que bastante paciencia le estaba echando a mi fin de semana.
Pero antes de salir del taller cometí el error de hablar con mi amigo José María sobre la Impala 2 y confesarle que estaba encantado con la moto, a la que sólo le encontraba el problema de que el embrague era relativamente ruidoso en caliente. Y José María me devolvió una frase mía, que dice que cuando sabes que a una moto le falta sólo un tornillo, no eres capaz de ver más que precisamente ése tornillo.
Así que dormí con pesadillas sobre ruidos de embrague, con lo que a las 7:50 de la mañana de este Domingo la moto estaba de nuevo en el elevador para cambiar los muelles antiguos por unos modernos de tijera, que inmovilizan el paquete de discos completo (en lugar de sólo el último disco) y hacen el embrague mucho más silencioso.
Y puesto que tenía tiempo y tranquilidad por delante, incluso hice una foto para que pudierais ver las diferentes versiones de muelle de embrague que había en mi caja de recambios. En la fila de arriba y a la izquierda un muelle reforzado seguido de otros dos más débiles. En la de abajo uno de tijera (regalo de Nacho Bartlett) acompañado de otro muelle suave. Siempre que podáis optar por poner los de tijera, no lo dudéis.
Aunque, a decir verdad, en las dos láminas que tengo de despiece de embrague en Impala 2, ninguna lleva los buenos, sino dos versiones diferentes de los clásicos que aguantan el disco exterior, que pasa de 02.63.113.03 (que ya da idea de lo que ha cambiado desde el primer diseño) en la 04M20000 al número 02.63.113.05 desde la unidad 04M2181. En las Impala originales se emplearon la 02.63.113 desde la primera unidad hasta la 4M5271, cambiando a la 02.63.113.1 en la siguiente unidad. En este momento ignoro qué moto llevó las versiones 02 y 04, ni en qué modelo aparecen los muelles de tijera que solucionaban definitivamente el problema.
Y como tampoco se tarda tanto en abrir una primaria y cambiar tres muelles, me quedó tiempo para rematar cositas sueltas e ir dejando la moto bonita. Mirad lo bien que queda su macarrón de desagüe del filtro de aire ... que no sé si valdrá para algo, pero es chulo cantidad.
... así que hasta aquí llegó el "aggiornamento" de la Impala 2 para acompañarnos este verano a Chiclana. Y como me la tengo que traer a Madrid a pasar la ITV aproveché el resto de la mañana en repasar un poco los guardabarros del remolque, que los tenía hechos una pena. Otra historia, de la que ya no hice foto alguna.
Ahora falta poner la bola de remolque al coche nuevo y ver si pasamos con bien ambas ITV. Ojalá pueda hacerlo esta semana.