Y ya que no fotos, lo que sí queda de ayer son un montón de sensaciones de una salida muy atípica. Faltaba José Luís Quer, que por algo es pareja de hecho de Pepe (luego supimos que, para más desgracia, se hizo daño con la moderna), yo iba con la moto de Pepe y él con la 172 en la que anda trabajando desde hace unos meses, no había más plan que dar una vuelta (que ya es raro) ... en fin, que nada recordaba a otras veces, excepto dos de las cosas casi constantes en la Mancha para esta época del año: un frío pelón y una luz maravillosa.
Para quien no haya probado nunca uno de estos juguetes, es complicado explicar las sensaciones que transmite, más allá de quedarse en el tópico de la ligereza. Subes en una de ellas y entras en un mundo diferente, donde la conducción (no me atrevo a llamarlo "pilotaje") varía radicalmente con relación a las motos "grandes".
Después de todo un año con una Cota 349/4 a la que ahora empiezo a sacar partido, lo primero que sientes con una 200 Portús entre las piernas es que vas montado en una pluma que, en lugar de llevar motor, lleva un molinillo. El tacto de la moto se puede definir como "saltarín". Puede que en ello tenga algo que ver la particular puesta a punto de las suspensiones que le ha hecho Pepe, pero también es cosa de chasis, indudablemente. Al fin y al cabo, la horquilla que monta su moto es de una Cota 247, que tiene un tacto radicalmente diferente.
Lo segundo en una moto de este tipo es que tienes que centrar la atención en cosas distintas a las que atiendes a los mandos de una de las grandes. Aquí no tienes problemas de exceso de tracción o de dosificar potencia, pero sí hay que ser mucho más cuidadoso con mantener el motor en par jugando con la velocidad y buscando trazadas que te permitan ir rápido. No es tanto un tema de potencia máxima, como del modo en que el motor la entrega. Aquí no hay posibilidad de dejar casi morir el motor frente a un escalón y que te saque un golpe de gas.
Pero a cambio tienes una ligereza que puede resultar la diferencia entre acabar una carrera o dejarlo por agotamiento, y una capacidad de improvisar que no permite un motor tan serio como los trescientos y pico que manejamos la mayoría.
Tal vez buscando un compromiso ideal entre uno y otro mundo, se han hecho experimentos desde hace muchos años. Uno de los cuales son las llamadas "247 Portús", de las cuales pongo aquí uno de los mejores ejemplos que conozco.
Es "la moto de Franqueira". Uno de las más particulares que corren el madrileño de clásicas, hecha sobre la base de una Cota 172 a la que un genio de la mecánica llamado Portús ha acoplado un cilindro de Cota 247, e instalado un escape con una bufanda que recuerda mucho a las que puso de moda la Ossa TR 80. Lleva, al igual que la 172 de Corsino, amortiguadores NJB atrás, pero está más acabada todavía, puesto que va con llantas de aluminio en ambas ruedas (Akront delante y Morad tubeless detrás), un puente de horquilla Sammy Miller y guardabarros de plástico, aparte de estriberas modernas en una posición cambiada.
Tuve ocasión de probarla durante en cursillo de Mick Andrews y es "un mundo aparte", que pese a combinar elementos de moto grande y pequeña, termina por no ser ninguna de las dos a base del enorme trabajo en evolucionarla que se ha hecho en los últimos años. Lo único que no me convenció fue un tacto de horquilla un tanto "flotante", al menos por comparación con las reacciones de las motos a que estoy acostumbrado.
En fin ... que supongo que lo de ayer fue cualquier cosa antes que un entrenamiento, y que más me vale darle una vuelta el sábado próximo a la 349/4 antes de meterme en carrera, o corro el riesgo de hacer cosas extrañísimas. Por lo menos hasta que se me pase un poco el efecto de este rato de "trial bajo en calorías" que ha sido la mañana de ayer.