viernes, enero 28, 2022

El fueraborda Montesa de Ramón (I)

Allá por el año 2.009, mi amigo Ramón presentó en la Montesada un fueraborda Montesa, al que dieron el premio a la mejor restauración, que no es poca cosa. Y como recuerdo de aquellos días, conservo un vídeo que nos envió Nacho, con el arranque de aquel aparato tan curioso. Os lo dejo abajo para que podáis ver que las manos de mi socio dejaron aquello perfectamente funcional.


El sueño de Ramón era comprar un bote clásico para usarlo con un apartamento que tenía pensando comprar en la Costa Brava. Pero ya se sabe que "el hombre propone y Dios dispone", y aquel proyecto quedó aparcado en Bellavista, como tantas otras cosas quedan a un lado del camino principal de nuestras vidas.

O al menos, quedó aparcado hasta que se cumplió la tercera parte del dicho popular, que cierra con un "y luego llega la mujer y lo descompone". Y Ramón se vio en la necesidad de despejar de trastos una parte de su casa (visión femenina del fenómeno), o tenerse que desprender de algunas joyas que conservaba (si el análisis lo hace un hombre). Pero como antes que catalán es un romántico, no le debió parecer bien vender su fueraborda, y se marcó el detalle de ofrecérmelo ... y de aguantar el tirón en casa hasta que yo pude aparecer por Barcelona con un coche para cargar el fueraborda y poner rumbo a la Estepa.

Eso sucedió en Octubre de 2021, cuando hicimos una visita a Barcelona que aprovechamos para recorrer la comarca del Matarraña. Tuve la suerte de que coincidieron las ganas que tenía mi mujer de conocerla con mi interés de verificar sobre el terreno unas carreteras por las que andaremos con las Impala en un futuro no lejano. Pero eso es otra historia.

El caso es que el fueraborda Montesa llegó a Madrid en un estado tan bueno como el que se puede apreciar en la foto.


Le faltaba la bujía -que Ramón no sabía dónde fue a parar- sustituir el fosilizado macarrón de la gasolina, y pasarle un trapo para recuperar su brillo original. Y de ahí pudo haberse ido a Cádiz para ser probado com merece. Pero como mi socio es así, decidió que recordaba un ruido excesivo de pistón o biela, y que tenía la sensación de que valía la pena rectificarlo antes de echarlo al agua de nuevo. De tal modo que, aprovechando el contacto con Zambrano, que es amigo suyo, me mandó a casa una biela, un pistón y un cigüeñal para dejarlo todo en un estado óptimo desde el punto de vista mecánico.

Así que, desde Madrid, el motorcillo se fue la Estepa para ser despanzurrado y cambiarle unas cuantas cosas. De lo que dejo constancia con algunas fotos, por si alguien se encuentra en la necesidad de darle una vuelta al suyo.

El primer punto complicado es sacar el volante magnético. Que a diferencia del British Seagull al que copia, es un Motoplat electrónico con salida de luces (que comentaremos en su momento oportuno). El problema se encuentra en que la longitud del cigüeñal es enorme, con lo que no hay posibilidad de emplear un extractor Motoplat convencional. Y como se te ocurra probar con un extractor de tres garras, las posibilidades de partir el volante son muy altas.


La solución es muy sencilla, pero requiere de dos personas. Si se observa bien la imagen de abajo, en la parte superior del volante nos encontramos con una tuerca cromada de referencia S-6/61.043, que hace conjunto con la arandela S6/61.501 para sujetar el conjunto de volante marcado como MOT.66 30 150. Digo conjunto, porque en la parte superior del volante mismo está la pieza donde se enrolla el cordón de algodón con el que se arranca el motor. 

Dicha pieza es separable del volante, con lo que el procedimiento es el que sigue:

  1. Sacar la tuerca y la arandela para extraer el tirador. Con ello liberamos un espacio que nos permitirá sacar el volante, que está fijado con una chaveta al eje del cigüeñal.
  2. Volver a poner la tuerca y enroscarla bien.
  3. Mientras una persona sostiene el motor sujetándolo por el volante (y poniendo bajo su parte inferior algo que pueda parar el impacto), otra golpea con firmeza la tuerca superior con un mazo de nylon.

Y a otra cosa, porque sale. Eso sí, suele dejar a la vista un cigüeñal donde siempre se aprecian los efectos del medio salino en que el motor pasó parte de su vida:



Antes de eso, habíamos retirado la culata, el depósito de gasolina, el carburador y el embellecedor plástico que le da su aspecto característico al motor. Afortunadamente, las tuercas que fijan todos los elementos son en medidas DIN y no hay que recurrir a las benditas llaves en pulgadas que están reservadas a la Norton para mis momentos más masoquistas.


Preparaos a ver óxido a tutiplén, porque, como se aprecia en la imagen de arriba, el motor va refrigerado por agua salada, y el cilindro es de hierro, así que allí dentro habrá de todo. Pero una vez fuera, se puede ver lo rudimentario del aspecto de la biela, con su cojinete de bronce. Recordad que estamos ante un diseño de los años 30 del siglo pasado, pensado para ser lo más simple y fácil de reparar del mundo. 


El color burdeos de la junta química Nural marca los lugares por donde Ramón pasó años atrás. Pero lo cierto es que, excepto la de cobre que monta en la culata, el motor no lleva junta alguna.


 Y por último os dejo el punto en el que estoy de momento, que es el cilindro ya rectificado, con su pistón dentro para comprobar, con todo el asombro del mundo, que las puntas del segmento superior pasan por la lumbrera de admisión. Cosa que, tal vez, haya influido en lo muy ovalado que estaba el motor a juicio de mi rectificador, pese a funcionar con un asombroso 10% de ratio de mezcla aceite / gasolina.

Como curiosidad para quienes estamos acostumbrados a las motos españolas, que siempre llevan la admisión opuesta al escape, y los transfer de carga a los lados, este cilindro lleva la admisión y el escape en un ángulo de 90 grados para poder mantener el carburador horizontal con relación al agua mientras que los gases salen hacia abajo. De tal modo que en la foto, de izquierda a derecha tenemos el único transfer de carga, la admisión (el círculo pequeño por donde pasa una de las puntas de los segmentos marcadas en negro sobre la cabeza del pistón), y el escape.

Seguiremos con ello tan pronto como tenga oportunidad de acercarme a la Estepa para poner el tren alternativo nuevo y montar el cilindro.

Espero no tardar unos cuantos meses en hacerlo. :-)

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Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.

Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.