This blog is dedicated to the Montesa King Scorpion 250, one of the first "dual purpose" bikes in history ... and probably the most beautiful Montesa ever made. Last but not least ... my first big Montesa.
El fin de semana pasado dejábamos el remolque con la rueda de repuesto puesta en mejor posición, pero muy incómoda (sujeta al chasis por un conjunto de piezas sueltas que daba miedo tener que manipular en carretera), y con la tarea pendiente de liberar mi carril central, inutilizado hace años por una rampa de subida que nunca encontré el modo de fijar de forma independiente.
Pero además de la lista de tareas pendientes, llevaba tiempo queriendo ponerle al remolque una caja de herramientas. Que antes era un tema secundario, porque las cinchas podía guardarlas en un hueco del maletero de mi coche donde no estorbaban, pero que ahora se convertía en una necesidad porque sin una llave de tubo del 19 no hay quien cambie la rueda, y las llantas de mi coche llevan otra medida distinta.
Así que empecé por localizar una caja de munición, porque son metálicas, estancas, sólidas y muy baratas si las compras de segunda mano. Y por 25 aurelios me traje a casa la que veis abajo, que fijé al chasis con dos tornillos M8 y una pletina de 4 cm de ancho, con la que queda perfectamente sólida.
Y después le tocó el turno a la rampa. Que por más vueltas que le di, era imposible colocar decentemente en el remolque. El problema es que su longitud era casi la de un carril, con lo que no podías ponerla entre dos de ellos, porque chocaba con los abarcones donde se meten las cinchas delanteras.
Así que tiré por la calle de en medio, agarré la radial y le corté un pedazo. Pero no por capricho, sino porque con eso mataba dos pájaros de un tiro: conseguía que su longitud fuera un poco menor, y el pedazo sobrante (apenas 12-15 cm., que no creo que hagan una gran diferencia) me servía para hacerle un soporte por la parte delantera, fijado al travesaño delantero mediante uno de esos abarcones.
En la foto de abajo a la izquierda se puede ver cómo queda el soporte, y la disposición de los dos tetones a los que luego se fijan las anillas elásticas que se encargan de retener el carril en su sitio. Por supuesto, puse un par de planchas de goma para evitar ruidos en la medida de lo posible. La foto de la derecha muestra cómo queda la rampa -algo más corta ya- fijada con las anillas; y a la derecha, se intuye el soporte de la rueda de repuesto. Para ella no hice nada deslumbrante: simplemente perforé la pletina para fijarla al travesaño con un tornillo M8 que es suficiente para que no se mueva, y di un par de puntos de soldadura a los tornillos M12 que sujetan la rueda por abajo. De este modo, con la misma llave de tubo de 19 que sirve para cambiar las ruedas, puedes sacar la de repuesto y reemplazarla por la pinchada.
Y como ahora llevo todo el kit de aperos necesarios en la caja de herramientas, fin de problemas. Incluso he metido un kit completo de bombillas de repuesto, porque los cachondos de Norauto decidieron emplear 4 tipos de lámpara diferentes en los pilotos que monta este modelo de carrito. Increíble, pero cierto. Abajo veis unas cuantas de ellas junto a dos pares de guantes distintos y el resto de herramientas necesarias.
Espero no tener que volver a usarlos. Pero lo que sí tengo claro es que ya no me quedaré tirado por culpa de un pinchazo.
Si tienes alguna otra idea de qué se puede hacer para dejarlo más cómodo y operativo, agradeceré un comentario sobre el tema. Es un mundo al que hacemos poco caso, y que está ahí, esperando para dar la lata en el momento menos oportuno.
Como todos los años desde hace unos pocos, este verano de 2020 puse rumbo a Chiclana de la Frontera. Mil razones para visitarla cada año desde que mi abuelo se hizo un chalet allí hace cincuenta años, pero estas dos son una buena muestra:
No me refiero al píxel verde de mi dichoso móvil, sino a playas fantásticas y un entorno maravilloso donde "hacerle horas" al motor Mercury de la neumática. Hay otros modos de curarse de un confinamiento en Madrid, pero éste lleva menos cantidad de alcohol.
El caso es que estas fotos corresponden al final de un verano que no empezó tan bien. Porque el arranque se detuvo a 200 kilómetros de destino gracias a una rueda de remolque que acabó tal que así:
No sólo me dio un susto de muerte, sino que sirvió para recordarme que llevaba veinte años pensando en la conveniencia de ponerle una rueda de repuesto al remolque. Que es la típica cosa que no terminas porque piensas que con el poco uso que tienen las ruedas, y los pocos kilómetros que haces cada año, malo será que tengas un problema. Pues ahí lo tenéis: domingo 1 de Agosto a una hora malísima, tirado en mitad de la carretera, con mi mujer y dos niñas en el coche. Suerte que puede parar sin problema al final de una incorporación larga en una recta. Y suerte también de que el tipo que apareció desde la asistencia en carretera me lo pudo solucionar, porque los neumáticos 135/80/13 no son de lo más común en el mercado.
Al menos, fuimos noticia en Waze ...
En fin ... que la Impala llegó. A costa de un guardabarros reventado, una rueda nueva, y otra de repuesto comprada ya en Chiclana (otra odisea en la que no me paro porque terminé harto de los impresentables que me la vendieron). Pero con las prisas, la rueda de repuesto quedó fijada en la lanza del remolque, lo cual dificultaba mucho apoyarlo en vertical contra la pared. Ya sabéis: la ley de la palanca y la distancia entre el punto de apoyo y el peso que levantas.
Pero la Impala llegó, que es de lo que se trata. Y cumplió una función importante en la transmisión del virus, como podéis ver en esta foto, que tiene su historia:
La foto, que es magnífica, no la hice yo sino el padre de la criatura. Y la criatura terminó contagiada de montesismo. Un contagio justo, porque el abuelo de este niño fue el que me inoculó el virus hace cincuenta años cuando la King Scorpion que ahora vive en mi garaje era suya. Cuando en las Montesa se habla de transmisión por cadena nos referimos a esto, y no a los rodillos que mueven la rueda.
Pero vuelvo al camino, que me pierdo. El caso es que decidí que había que dar un repaso al remolque, porque las luces estaban de aquella manera, la rueda mal puesta, algunos puntos de óxido por aquí y por allá, y muchas otras pequeñas cosas por solucionar.
Lo primero era situar la rueda de repuesto de forma que no penalizara la puesta en vertical del cacharro. Y le di una solución provisional digna:
Con la misma pletina y la pareja de tornillos M12 con que la fijamos delante en Chiclana, la pasé a la parte de atrás. Pero tiene un inconveniente serio: que como tenga que quitarla con prisa en mitad de la carretera, puede ser jorobado. Y buscarle un emplazamiento diferente es complicado, porque el chasis de estos Norauto baratos no da muchas opciones. El compañero Turbobike del foro de la Maneta, donde hay un post interesante sobre remolques, me dio una opción que a priori pintaba muy bien:
... tanto que compré el hierro para hacerla. Pero si os fijáis en la foto del remolque en vertical, ni por delante ni por detrás de los guardabarros cabría un soporte así. De modo que lo que toca hacer ahora dejarla donde está y pensar un modo rápido de hacer el cambio. El próximo fin de semana soldaré los tornillos M12 a la pletina, que algo mejorará las cosas porque ya no serían tres elementos dando saltos mientras intentas poner la rueda ni necesitarías dos llaves de 19 mm para culminar la operación. Pero se trata de ver si soy capaz de dar con algo más definitivo y sencillo de operar.
Así que mirando por ahí, me ha gustado mucho esta solución que os pongo abajo. Fantástica, pero sólo válida para una marca específica de remolques:
El principio es muy simple: montar una bandeja inferior aprovechando los largueros del chasis. La misma bandeja te permite luego subir la rueda sencillamente. Y probablemente puedes hacerla firme con una sola tuerca y sin mayores problemas. Ya veremos si se puede adaptar al Norauto.
Mientras le daba vueltas al magín en busca de alternativas, aproveche también para poner unos soportes de matrícula que evitarán en lo sucesivo tener que taladrar las placas y hacer más sencillo usarlo con otro coche. La idea es bastante simple como se puede ver en las fotos:
Son dos soportes deslizantes en acero inoxidable que permiten sacar y colocar la matrícula de un modo muy rápido y sin taladros. El vídeo lo deja más claro que la explicación:
Para acabar el fin de semana, acoplé al elevador unas mordazas para la rueda delantera de las motos, con la idea de no tener que usar las dichosas cintas, que se convierten en un nido de suciedad:
Sensación agridulce: van perfectas para motos con caballete donde ya hay dos puntos de apoyo adicionales, pero no son seguras para moto de campo y seguiré necesitando las cinchas. No sé si es por la baja calidad del modelo chinorri comprado en Amazon a 49 euros, o porque el sistema depende también de la chapa del elevador, pero no es 100% seguro como único soporte.
Pese a ello, le di un repaso a la Cota 330, que se había negado a arrancar un par de fines de semana antes. Y me encontré con una prueba de que hacía muuuuuchos años que nadie le hacía nada a la pobre.
¡Una maneta de freno sujeta al chasis con cinta aislante! Debí dejarle la moto a alguien para correr un trial, porque no recuerdo en absoluto haberla puesto allí.
En fin ... que aproveché bien el día y medio de taller, porque con sólo una limpieza de carburador (¡hay que ver lo mal que huele la gasolina añeja!) la 330 volvió a ronronear como un gato después de beberse un plato de leche.
¿Tenéis alguna idea sobre cómo ejecutar lo del soporte de la rueda? Como siempre, se agradecen comentarios.