Prólogo a la Impalada 2016.
Escribo estas primeras líneas con el “Gloria” de Vivaldi en la cabeza. Pocas músicas que yo conozca expresan mejor la alegría, que es la sensación dominante que te queda cuando has vivido cuatro días con la intensidad con que transcurrieron los que iban del jueves 9 al domingo 12 de Junio de 2016 … aunque no es menos cierto que corro el riesgo de terminar con el “Requiem” de Mozart si no me organizo un poco. Porque se hace difícil abordar el relato sin darle una mínima estructura.
Ya en 2015 me vi en la obligación de separar en dos partes un artículo que se me iba de las manos, pero este año está siendo una pesadilla intentar poner orden en toda la historia. Y creo que se debe, en parte, a algo tan tonto como un comentario amable de un lector del blog en el parque cerrado de L’Illa, que me dijo que había bromas entre algunos impaleros sobre la localización exacta de “La Estepa” de la que hablo en muchas de mis crónicas. En el momento me partí de risa, porque es verdad que utilizo la expresión a menudo para no dar pistas a los amigos de lo ajeno, pero luego me dejó un poco descolocado porque, aunque siempre he sido consciente de que estas páginas no sólo las escribo para mi y mis allegados sino que hay también mucha otra gente que pasa por aquí de vez en cuando, nunca me había planteado que fueran objeto incluso de charlas de café entre ésa buena gente que me dedica un tiempo de su vida que, francamente, no creo merecer.
Para más desgracia, he olvidado el nombre del autor del comentario, con lo que no podré agradecerle el cumplido personalmente. Pero al menos recuerdo su cara, que rescato aquí de una foto publicada en el FaceBook del MCI como homenaje a todos los amigos del Moto Club Impala que se desviven para montar un evento que agota calificativos. Vaya para ti y tus compañeros mi primer agradecimiento. Porque sin gente como vosotros, ningún juntaletras como yo podría viajar tranquilamente sabiendo que al llegar a Barcelona se va a encontrar con todo listo para ser disfrutado, sin haber aportado más que un ridículo puñadito de euros que no paga, ni de lejos, el placer de la experiencia que habéis construido vosotros.
Absolutamente de clase mundial. No se me ocurre qué más se podría añadir a una Impalada para que fuera perfecta, pero a la Directiva del Club siempre se le ocurre algo de año en año que eleva un listón que, de por sí, ya es alto.
Un ejemplo, sólo por dejar claro que esto que cuento no son ganas de dejar bien a nadie, sino un simple ejercicio de justicia. Aquí tenéis la hoja de instrucciones que reciben los marcadores de ruta para asegurarse de que el recorrido queda bien señalizado.
Si eres seguidor de estas páginas, seguro que has identificado ya al autor. Efectivamente; se trata de “Sant” Pep Itchart, que se autorretrata con la Texas 250 que cedió este año a mi amigo Carlos para que pudiera vivir su primera Impalada. Sí, un fulano que presta una moto única al amigo de un amigo, sólo porque se la piden. Y que se pondrá colorado cuando lea esto, pero al que debo no sólo el favor de este año o mi primera Impalada (en su king Scorpion) sino un montón de cosas más. Moltes gràcies, Pep, ¡bona feina!.
Preparativos: dos (lamentables) pilotos y unas motos que no se los merecen.
Pero la Impalada de 2016 empezó en realidad durante la de 2015, donde disfrutamos de una comida deliciosa con Fernando y Nacho, y descubrimos a Pepe. Y siguió con un grupo de WhatsApp donde charlamos desde entonces, y que tuvo como consecuencia casi inmediata que en Septiembre de 2015, aparecieran Fernando y Nacho en Madrid a devolver la visita de Junio. Pero como ellos hicieron la machada de ir y volver en moto, estaba claro que a los “madrileños” nos tocaba repetirlo este año con ocasión de la Impalada.
A diferencia de un 2015 en que se nos complicaron muchísimo las cosas de trabajo antes de la salida y terminamos por improvisar casi todo ... hasta el punto de salir casi sin ropa de agua en mitad de un diluvio, este año hemos podido preparar las cosas a conciencia. Por dar un dato impresionante que revela hasta qué punto nos esforzamos por no dejar un sólo cabo suelto, José María consideró llegado el momento de cambiarle a su moto aceite de embrague y cambio. A riesgo de perder la poca credibilidad que pudiera quedarme entre mis lectores, añadiría que también cambiamos su zapata de freno trasero e incluso pusimos el manillar en una posición en que se pudiera sentir cómodo alguien que no hubiera sido fakir en una reencarnación anterior. Lo del manillar -¡qué duda cabe!- ha contribuido a que mi compañero aguantara como un campeón más de 1.500 kilómetros sentado en un asiento partido.
Felizmente, su pretensión de viajar enfundado en una cazadora de cordura negra en un día con 37 grados de previsión se fue al traste porque salimos de paseo el día anterior con 35º para que se comprara unas botas cerradas (complemento ideal para la chaqueta negra), y le pudimos convencer de que era mejor idea hacerse con una cazadora de verano que había localizado unos días antes al 50% de descuento. Una Spidi Airtech Armor que por 49,97 euros nos ha acompañado proporcionándonos una circulación de aire incomparable con una chaqueta convencional.
Como se puede ver en la foto, es poco más que una malla con protecciones de codo y hombro, a la que se puede añadir una de espalda si te preocupa mucho la seguridad. Incluso puede llevar una frontal ... con la que supongo que perderá casi por completo la utilidad como prenda fresca para verano.
En mi caso, que soy un poco menos estoico que JM, añadí algo que deseaba probar desde que hace un par de años leí un análisis en el blog de José María Alguersuari: un chaleco refrigerante de fibra “Hyperkwel”. Después de mucho dar vueltas, porque el de la marca analizada en el blog no aparecía por ningún lado, terminé por comprar uno de marca “Rev’it” como el que se puede ver en la imagen:
La idea es que el chaleco está hecho de una fibra que almacena agua, y luego la evapora con la corriente de aire que genera la moto en movimiento, y ello refresca al piloto. Se usa, una vez escurrido tras sumergirlo en agua un par de minutos, sobre una camiseta (en mi caso una camisa Oxford), que no llega a mojarse pese a lo que pueda parecer. Sé que suena extraño, pero ... ¡funciona! Mi tramo entre Calamocha y Alcañiz fue de un confort absoluto gracias al invento.
Por no alargarme demasiado, apuntaré que también mi moto recibió varias mejoras que probablemente ya conozcáis. Un asiento tapizado con gel y viscoelástica que se ha revelado como un modo eficaz de no desear arrancarte el escroto al cabo de unos cientos de kilómetros, unos amortiguadores regulables de marca Lesans que han marcado la diferencia en alguno de los tramos más bacheados, y un escape Sport Rally que la deja respirar mucho más libre y proporciona una mejor estirada. Lo que no llegó fue el carenado, por más que perseguí al bueno de Xavi Arenas por tierra mar y aire. A ver si el año que viene lo llevo, porque me apetece mucho probarlo.
La ruta: sufriendo a Tomtom.
Y cierro esta parte de introducción con un comentario sobre una de las cosas a las que dedicamos más tiempo, que fue la preparación de la ruta. Y no hablo en plural mayestático, sino que reconozco las aportaciones de mucha gente que me ayudó con la preparación: Fernando que me hizo una vuelta cómoda desde el final de Impalada hasta Reus, José María que discutió conmigo pros y contras de las distintas alternativas, o incluso José Antonio que el año pasado me dio alguna clave interesante sobre los alrededores de Barcelona.
El caso es que decidimos hacer una mezcla entre el recorrido del año pasado y alguna novedad que intentaba sacar el mejor partido posible de las motos y el tiempo disponible en esta edición. Y dividimos el viaje en cuatro cinco recorridos de GPS que agrupamos según los días transcurridos. Os cuento un poco por encima, porque luego lo desarrollaremos en cada una de las jornadas.
El primer día Alcañiz-Madrid, evitando no sólo autopista y autovía (excepto los primeros 20 kilómetros para no dar rodeos absurdos) sino incluso carreteras nacionales. Recorrido nuevo por completo.
El segundo, que fue nuestra jornada más corta, Alcañiz - Barcelona, con algo más de autovía y autopista que el año pasado, para hacer la llegada más rápida.
El tercero, que fue el más duro, Impalada por la mañana y vuelta a las 5 en una mezcla de Autopista pura y carretera nacional para llegar a Alcañiz aun con luz.
Y finalizamos el domingo con la vuelta a Madrid invirtiendo el recorrido del año pasado desde El Trillero hasta casa.
Para hacer todo esto, usé (porque esto sí que fue trabajo individual) varias herramientas informáticas, que -como suele pasar- no siempre se entienden entre sí.
La primera una web de Tomtom llamada My Drive (https://mydrive.tomtom.com) que permite definir un inicio y un final de ruta y optar entre “Ruta más rápida” y “Ruta excitante”, y en éste último caso, decidir entre tres niveles de curvas y tres de montañas. Adivina cual seleccionamos.
Esto nos proporcionó un recorrido delicioso para nuestra primera jornada. Pero tuvo el inconveniente de que la bendita web sólo se entiende con dispositivos de última generación, y mi GPS tiene ya unos cinco años ... lo que me obligó a reconstruir manualmente la ruta usando una segunda herramienta informática: un software llamado Tyre, que permite luego convertir la ruta en un archivo que se exporta a mi Tomtom Rider.
La tercera herramienta, sumamente recomendable si no estás como una regadera, es Google Maps, para ir repasando con el “Street View” el aspecto de cada una de las carreteras que MyDrive ha metido en la ruta, no sea que te encuentres con algo por completo impracticable.
Y la cuarta herramienta fue, precisamente, el software de mi GPS, que es para hacer fusilar al amanecer al desgraciado que lo diseñó, porque no siempre puedes confiar en que respetará al 100% los puntos de paso que has definido. Pero eso os lo contaré al final.
Este proceso que os cuento, y con el que termino el prólogo a este año 2016, me consumió entre 6 y 8 horas de trabajo ... y maldiciones en varias lenguas. Pero la verdad es que tuvo un resultado razonable como balance total, con momentos verdaderamente bonitos, como os contaré a lo largo del desarrollo del viaje.
Pero eso será otro día.
De lo leído hasta ahora, debo corregir un par de imprecisiones, sin duda motivadas por la generosidad habitual en ti. La primera es que yo no decidí cambiar zapatas y aceites, no es propio de mí, bien lo sabes. La segunda es que tampoco ayudé nada en la elaboración de la ruta, habría sido más estorbo que otra cosa porque no sé nada de todo ese software del que hablas. En todo caso, gracias por otorgarme algo de ese sentido común del que carezco.
ResponderEliminarEsperando la crónica con impaciencia.
Bueno ... digamos que no me impediste cambiarle aceites a la moto, a cambio de que le cambiara el cable de gas, que era lo que te preocupaba en realidad. Pero en la ruta sí ayudaste, hombre. Estuvimos días charlando sobre opciones posibles, y tuve tu opinión muy en cuenta a la hora de (intentar) fijar recorridos.
EliminarA ver si hoy puedo meterle mano a la parte de la ida.
"que se ha revelado como un modo eficaz de no desear arrancarte el escroto al cabo de unos cientos de kilómetros":-)))))Aguardo impaciente el proximo capitulo! Sois unos taraos maravillosos!!!!!!
ResponderEliminarLos tienes ya todos, Miguel. Me alegra que lo hayas disfrutado. :-)
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