Como premio a haberme llevado a mi santa a Oporto este puente del Corpus, tuve la oportunidad de acercarme el domingo a la estepa para empezar el trabajo con la Impala 2 de Rosa. No demasiado tiempo, porque llegamos a las 12 de la mañana y nos fuimos a las 6 y pico con una comida familiar en medio, pero suficiente para empezar con algunas cosas que me tenían loco.
La primera - y sé que no era fundamental, pero no me lo podía quitar de la cabeza- fue quitar la pata de cabra artesanal que llevaba la moto. Y que no estaba mal hecha, dicho sea de paso, pero que no pensaba conservar en ningún caso.
En la foto se ve el resultado:
Una cosa menos, pero también una cosa más: tengo que pensar en un modo de tapar esos agujeros y pintar sin que haga demasiado contraste con el resto de la moto.
El siguiente paso fue levantar la culata, que apareció bastante limpia, y que me permitió comprobar que la lumbrera de escape estaba bien y que el pistón es una tercera sobremedida (se puede leer en la cabeza el +0,75 con bastante claridad). La moto comprime maravillosamente bien, cosa que ya había notado al arrancarla en Córdoba, y da la sensación de que ha rodado poco desde el último rectificado; buenas noticias también, porque salvo problemas extraños, eso supone que tengo motor para rato.
El carburador era el principal objetivo de hoy, como sospechoso de que la moto en Córdoba no arrancara tan bien como se espera de una Impala 2. Había que limpiar por fuera, desmontar y soplar por dentro todo lo soplable para asegurar un funcionamiento correcto. Aquí lo podéis ver a medio camino:
Lo que me encontré en la cuba recordaba a la Cota 247 que compré en Ebay USA. No sólo por el aspecto sino por el olor repugnante a gasolina podrida que tenía ... y que aún llevo metido en lo más profundo. ¡Qué asco!
El filtro de aire tenía por dentro la mitad de la vega de Córdoba. Incluso los tres tubos verticales de aspiración estaban llenos de una pasta tremenda hecha a base de polvo cordobés, aceite de época y tiempo. Gracias a Dios ya está limpio y engrasado con su spray especial para filtros de aire, con lo que no debería volverse a tocar en mucho tiempo.
Y ahí fue cuando me decidí a arrancarla, sólo para encontrar que la moto pasaba de mi por completo. Bujía fuera para encontrarme con una chispa magnífica que, combinada con un carburador recién limpio sólo podían significar una cosa: la gasolina no estaba llegando a su destino. Así que quité el macarrón, abrí la llave, y comprobé que en reserva no caía ni una gota, y que en abierto poca cosa. Afortunadamente en casa va habiendo lo que mi tío Eduardo llama "un buen fondo de garaje" y encontré un grifo que -si no estoy muy despistado- procede de la Ossa naranja que vino de Italia. No es el más bonito de los grifos, pero cumple con su función, y una vez cambiado hizo que la moto arrancara perfectamente.
Y ya que tenía la moto en marcha (y a mi fisioterapeuta a 150 kilómetros de distancia), pensé que lo suyo era darse una vuelta rápida con ella para ver qué sensaciones transmitía. Con ello pude comprobar que el sonido es magnífico, que el cuentakilómetros funciona a la perfección y que, aunque no tiene luz delante ni detrás, el pito funciona divinamente. Que siempre es un consuelo que el pito funcione como debe. Pero, sobre todo, disfruté como un marranillo en un charco, porque la moto es una absoluta delicia. Es como si llevara quince años esperando que alguien le diera la oportunidad de sacar lo que lleva dentro para que alguien la disfrute.
También me encontré con otras cosas que me gustaron menos, como que la dirección no va tan suave como debería. Creo que no tiene bien apretado el cojinete delantero, pero eso lo miraré el próximo fin de semana porque lleva un tiempo del que no disponía hoy.
El poco que me quedaba lo dediqué a ponerle su piloto, que también tenía en casa procedente de no sé qué, y que ha funcionado sin problema, aunque tiene cruzados los cables de iluminación y freno. Los pondré en orden cuando revise también el faro, que no sé si no funciona por culpa de la bombilla o del cableado.
Y así la dejé después de esta escapada dominical:
Lo que está claro es que tengo unas ganas de ponerme con ella que no me las creo ni yo.
Todo el blog en general pero, en mi caso, impalero, los post como este y los que le siguen son una verdadera bíblia. Los que no controlamos demasiado, por no decir nada, aprendemos con estos posts tan detallados y agradecemos que los expertos compartáis vuestros conocimientos. Gracias a ello, nos vamos atreviendo a meterle mano a nuestras motos.
ResponderEliminarMuchas gracias!!
Un placer, Quim.
EliminarSe agradece muchísimo que dejéis algún mensaje de vez en cuando. Si no, es una sensación de soledad que te hace plantearte si tiene algún sentido seguir escribiendo.