Algunos de los que paráis por aquí de vez en cuando conocéis la historia, con lo que siento la repetición y el aburrimiento que pueda provocaros. En casos extremos, incluso os hice llegar el aviso de que el programa se emitiría la madrugada del viernes 25 de Mayo. Tardísimo, como siempre sucede con el "Historias sobre ruedas".
El caso es que me ha tocado vivir la experiencia de verme seguido por una cámara durante todo un día. No digo perseguido porque Román (que así se llama el periodista que me asignaron) es un tipo tan discreto como agradable, además de un experto en el manejo de la cámara. Suyo es el mérito de no hacerme sentir agobiado por las circunstancias ... y de haber sabido capturar unas imágenes preciosas del curso de Mick en la sierra.
Algo que ya tenemos como deuda para con él todos los miembros de Trialmadrid que asistimos al cursillo. El día con Mick fue mágico, pero la oportunidad de tener a Román con nosotros "tomando nota" lo convirtió en algo que permanecerá mucho más vivo aún.
Y si las cosas salen como todos esperamos, seguiremos con TVE el proceso de restauración de la 247 de tambores grandes que se iniciará mañana en Barcelona, donde voy a recogerla. Tengo verdaderas ganas de ver esa moto andando en su medio natural. Asumo que también hay una diferencia sustancial de piloto, pero comparando estas dos fotos de Robregordo:
... por mucho que sea Pim Terricabras el que conduce la segunda Cota ... ¿habría alguien capaz de ver más bonita la moto de arriba? Está claro que son dos Cotas y eso es mucho decir, pero la tambores grandes suma a su belleza el hecho de ser "el punto donde arrancó todo".
viernes, mayo 25, 2007
lunes, mayo 21, 2007
Robregordo 2007: haz trial para aprender a vivir
Para aquellos que me dedicáis algún rato de vuestra vida porque escribo sobre motos, aviso: esta vez no va de eso. Y lo que es peor, como voy a tratar de temas serios, se notarán aún más mis carencias al redactar. Espero que vuestra inteligencia supla el resto, y el mensaje os llegue, porque creo que este fin de semana he aprendido cosas que valían la pena.
Tal vez el resumen lo encarne este caballero de la foto, que será una de las historias que cuente, y la única foto "de moto" que pretendo usar para ilustrar el relato. Es Pim Terricabras, un montesista integral al que había tratado poco y por mail, pero que el sábado se portó conmigo como sólo hubiera hecho el mejor de los amigos, y desde su 247 MkI me dio toda una lección de muchas cosas. Aquí podéis verlo sobre una de las motos más bonitas y más "de verdad" que corrieron en Robregordo. De corazon, Pim: GRACIAS.
Y vuelvo al relato. Mi historia con esta carrera, como sabéis los que habéis seguido la página, se remonta casi al inicio del campeonato. Al apuntarte todo el mundo te cuenta cuales son las pruebas en las que irás compitiendo, y todo el mundo cambia un poco el gesto al hablarte de Robregordo, aunque todavía no te concretan demasiado. Es al acercarse la fecha cuando empiezan a correr rumores sobre el trazado o la zonas y aparecen preguntas en los foros por parte de la gente que nunca la ha corrido e intenta entender qué tiene de especial este trial.
Y ahora que he terminado uno de los dos días (el reto de acabar Robregordo lo dejo para el año que viene), creo que sé lo que hace de esta carrera algo diferente. Si tuviera que dejarlo en una sola idea, creo que es un resumen en dos días de todo lo que significa el trial. De los valores que recoge este preciosísimo deporte. Es un curso acelerado de autocontrol, de solidaridad, de equilibrio en el sentido más amplio, de lo que vale la amistad, y una especie de resumen práctico de lo mejor que el ser humano lleva dentro. Si me apuráis, para los que somos creyentes, de lo mucho que Dios ha dado al hombre para que tenga una vida plena y feliz, y de lo bien que llega a sentirse uno cuando su relación con los demás es la que debe ser y forma parte de ese equilibrio.
La única de las fotos que puede ayudarme a resumirlo, sería la de abajo donde estoy compartiendo un bocadillo con mi buen amigo Alfonso Sánchez-Eguíbar y Mick Andrews después de la carrera.
Mick es, posiblemente, el mejor ejemplo vivo de lo que significa este deporte, incluyendo su vertiente de solidaridad personal. En estos días que llevo vividos con él le he visto montar en moto magistralmente, a la par que atiende a todo el mundo sin importar como de simple sea lo que le pide, sin descuidar nunca a su mujer y sin dejar de reírse mucho ... pero además, cada vez que le dieron un micro, empezó pidiendo un recuerdo para su amigo Rob Edwards que está pasando una racha personal dura.
Y vuelvo a la carrera, que se suponía que era lo importante.
La primera gran decepción para mí se produjo días antes de salir. Mi amigo y compañero de fatigas, José María, tenía una comunión prevista para el sábado. Más concretamente la de su única hija, con lo que su ausencia estaba más que justificada. Pero para mi era una primera gran pérdida, porque compartir la experiencia con él es un modo de disfrutar el doble, de aprender más rápido y de encontrar un apoyo y un comentario inteligente en cada paso que uno da.
Así las cosas, y sabiendo que Pepe y JL salían con mucha diferencia horaria con respecto a mí, decidí hacer la carrera solo, sin descartar encontrar compañía adecuada por el camino. La idea era clara: la fortaleza mental iba a ser crítica, y sólo yendo tranquilo y dentro de
mis límites físicos y de pilotaje tendría una opción a terminar. Lo de hacer un buen resultado era completamente secundario.
Salí a las 9:09 de la mañana del sábado camino de la primera zona. Paisaje impresionante, tiempo fresco pero agradable, y recorrido bastante bien señalizado por los chicos de Sotobike.
Entro en la primera zona, que no parece muy difícil en nivel amarillo, y dejo el primer pie tonto del día casi en la puerta de salida. No es mal comienzo. Arranco la moto después de picar mi tarjeta y pongo rumbo a una bajada larga con que arranca el segundo tramo de interzona. Pocos metros después pago lo frío que iba y me voy al suelo tontamente, partiendo además el guardabarros delantero de la 349, sólo para recordar que a última hora había olvidado incluir entre las herramientas el rollo de cinta americana. Menos mal que unos kilómetros después (la interzona era larga y bonita) un alma caritativa me deja su cinta para hacer una reparación de emergencia mientras mira la trazada de la zona 2. Ni siquiera sé su nombre para poderle dar las gracias.
El caso es que, con el guardabarros suficientemente asegurado, vuelvo a entrar en zona y no se da mal la cosa. Me faltan referencias de amigos para comparar, pero las sensaciones no están siendo malas. Empiezo a sonreír pensando que puede ser un buen día.
A partir de ahí, el siguiente hito que recuerdo es el de una zona (¿la 5 tal vez?) donde había una subida con un giro forzado a derechas por encima de un cauce de un arroyo que comunica con unas piedras que rematan hacia la izquierda. Mucha gente mirando, y no hay flechas de amarillos, lo cual implica trazada libre. Mala señal. Y no está VTT para comentar la jugada. Pero para mi propia sorpresa, la idea de peraltar un poco a izquierda para dejarme caer con más inercia a la derecha, funciona. Al menos, hasta pasar el cauce que era lo difícil. Luego dejo tres pies tontos pero no importa. Me siento feliz pensando que poco a poco voy tomando el pulso a la carrera.
Y sigo solo.
Con algún rato de charla con alguno de los conocidos, pero completamente a mi aire. Por hacer el cuento corto, así llego hasta la zona de descanso donde me reúno con José Luís Quer que lleva dos puntos más que yo, con Pepe, y con el bueno de Pedropedales que se asombra de mi promedio hasta el momento. Y yo ya no era persona, era un insensato que pensaba que a mitad de recorrido estaba todo hecho.
Tomo mi par de piezas de fruta, y antes de salir de nuevo me dice Pedro: "King, ten cuidado con la subida de allí, que es mala y te puede agotar. Echa el cuerpo hacia atrás un poco, controla gas y no te desfondes". Como para no hacer caso cuando el bueno de Pedro da un consejo ...
Pero la receta funcionó sólo hasta la mitad. Justo en ese punto me fui contra una zarza que había en la derecha de donde salí arañado y remando hasta arriba. Peor que todo eso, el contraste entre lo bien que me sentía unos minutos antes y el cansancio de ese punto me hizo perder la cabeza. Y en lugar de esperarme para abordar la zona de allí arriba (no recuerdo números a partir de aquí) con más calma o picarme un cinco, pensé que lo suyo era sacarla con un tres "zapateado" y en paz.
¿Resultado? Una agonía. Casi me muero de agotamiento, y terminé con un 5 merecido. Por idiota. Tan tocado se me debía ver en ese punto, que Mick al salir de zona me dijo que tuviera cuidado con la siguiente bajada. Y tenía razón el maestro. Un calvario a partir de ahí. Sin caídas ni daños, pero completamente ciego. Con una pájara monumental. Roto. Desfondado, sin saber qué hacer, agobiado por el tiempo, sin referencias, y sintiéndome mucho más solo de lo que en realidad estaba. Porque Dios protege a los imbéciles, como se verá a continuación, y estuvo a mi lado.
A esa altura del recorrido me encontré con Pim, que me dice que va bien de tiempo, y que me acompaña. Tampoco recuerdo donde apareció ni donde nos separamos porque yo era un auténtico zombie, un trozo de carne con ojos. Lo que sí recuerdo es una zona donde miré el trazado, pensé que me moría si lo intentaba y pedí un cinco al juez ... justo para caer en la cuenta de que sólo sacar la moto de allí iba a ser un infierno. En una especie de pesadilla interior, oí a José Luís marcarse un dos fantástico y a Corsino reventarse con un cinco mientras yo no sabía qué hacer, excepto desear no haber cogido una moto de trial en mi vida. Y ése es el segundo momento en que recuerdo a Pim en carrera. Una voz agradable que me dice con mucha calma "¿quieres que te saque la moto, Julián?". Y pese a la vergüenza no pude decir que no. Estaba demasiado ido como para hablar. Ahora que lo escribo, ni siquiera estoy seguro de haber dado las gracias.
El caso es que tras ese otro episodio seguí hacia delante más o menos agotado, pero tuve la suerte de hacer algún buen paso en alguna zona suave que me levantaron el ánimo para tirar hacia el control ... aunque, eso sí, renunciando a entrar en la del río por miedo a caerme sin ver las piedras del fondo.
Entregué la tarjeta a las 14:07, justo dos minutos antes de mi límite de tiempo.
Y pese a lo contento que estaba al entregarla, ahora sé que lo más importante no era haber llegado, sino la cantidad de cosas que había aprendido por el camino.
Pero supongo que si llegaste hasta aquí tampoco necesitas una lista, con lo que te dejaré con tus propias conclusiones. La mía es tan sencilla como que enseñaré a mis hijos a hacer trial en la esperanza de que les sirva para entender mejor la vida.
Tal vez el resumen lo encarne este caballero de la foto, que será una de las historias que cuente, y la única foto "de moto" que pretendo usar para ilustrar el relato. Es Pim Terricabras, un montesista integral al que había tratado poco y por mail, pero que el sábado se portó conmigo como sólo hubiera hecho el mejor de los amigos, y desde su 247 MkI me dio toda una lección de muchas cosas. Aquí podéis verlo sobre una de las motos más bonitas y más "de verdad" que corrieron en Robregordo. De corazon, Pim: GRACIAS.
Y vuelvo al relato. Mi historia con esta carrera, como sabéis los que habéis seguido la página, se remonta casi al inicio del campeonato. Al apuntarte todo el mundo te cuenta cuales son las pruebas en las que irás compitiendo, y todo el mundo cambia un poco el gesto al hablarte de Robregordo, aunque todavía no te concretan demasiado. Es al acercarse la fecha cuando empiezan a correr rumores sobre el trazado o la zonas y aparecen preguntas en los foros por parte de la gente que nunca la ha corrido e intenta entender qué tiene de especial este trial.
Y ahora que he terminado uno de los dos días (el reto de acabar Robregordo lo dejo para el año que viene), creo que sé lo que hace de esta carrera algo diferente. Si tuviera que dejarlo en una sola idea, creo que es un resumen en dos días de todo lo que significa el trial. De los valores que recoge este preciosísimo deporte. Es un curso acelerado de autocontrol, de solidaridad, de equilibrio en el sentido más amplio, de lo que vale la amistad, y una especie de resumen práctico de lo mejor que el ser humano lleva dentro. Si me apuráis, para los que somos creyentes, de lo mucho que Dios ha dado al hombre para que tenga una vida plena y feliz, y de lo bien que llega a sentirse uno cuando su relación con los demás es la que debe ser y forma parte de ese equilibrio.
La única de las fotos que puede ayudarme a resumirlo, sería la de abajo donde estoy compartiendo un bocadillo con mi buen amigo Alfonso Sánchez-Eguíbar y Mick Andrews después de la carrera.
Mick es, posiblemente, el mejor ejemplo vivo de lo que significa este deporte, incluyendo su vertiente de solidaridad personal. En estos días que llevo vividos con él le he visto montar en moto magistralmente, a la par que atiende a todo el mundo sin importar como de simple sea lo que le pide, sin descuidar nunca a su mujer y sin dejar de reírse mucho ... pero además, cada vez que le dieron un micro, empezó pidiendo un recuerdo para su amigo Rob Edwards que está pasando una racha personal dura.
Y vuelvo a la carrera, que se suponía que era lo importante.
La primera gran decepción para mí se produjo días antes de salir. Mi amigo y compañero de fatigas, José María, tenía una comunión prevista para el sábado. Más concretamente la de su única hija, con lo que su ausencia estaba más que justificada. Pero para mi era una primera gran pérdida, porque compartir la experiencia con él es un modo de disfrutar el doble, de aprender más rápido y de encontrar un apoyo y un comentario inteligente en cada paso que uno da.
Así las cosas, y sabiendo que Pepe y JL salían con mucha diferencia horaria con respecto a mí, decidí hacer la carrera solo, sin descartar encontrar compañía adecuada por el camino. La idea era clara: la fortaleza mental iba a ser crítica, y sólo yendo tranquilo y dentro de
mis límites físicos y de pilotaje tendría una opción a terminar. Lo de hacer un buen resultado era completamente secundario.
Salí a las 9:09 de la mañana del sábado camino de la primera zona. Paisaje impresionante, tiempo fresco pero agradable, y recorrido bastante bien señalizado por los chicos de Sotobike.
Entro en la primera zona, que no parece muy difícil en nivel amarillo, y dejo el primer pie tonto del día casi en la puerta de salida. No es mal comienzo. Arranco la moto después de picar mi tarjeta y pongo rumbo a una bajada larga con que arranca el segundo tramo de interzona. Pocos metros después pago lo frío que iba y me voy al suelo tontamente, partiendo además el guardabarros delantero de la 349, sólo para recordar que a última hora había olvidado incluir entre las herramientas el rollo de cinta americana. Menos mal que unos kilómetros después (la interzona era larga y bonita) un alma caritativa me deja su cinta para hacer una reparación de emergencia mientras mira la trazada de la zona 2. Ni siquiera sé su nombre para poderle dar las gracias.
El caso es que, con el guardabarros suficientemente asegurado, vuelvo a entrar en zona y no se da mal la cosa. Me faltan referencias de amigos para comparar, pero las sensaciones no están siendo malas. Empiezo a sonreír pensando que puede ser un buen día.
A partir de ahí, el siguiente hito que recuerdo es el de una zona (¿la 5 tal vez?) donde había una subida con un giro forzado a derechas por encima de un cauce de un arroyo que comunica con unas piedras que rematan hacia la izquierda. Mucha gente mirando, y no hay flechas de amarillos, lo cual implica trazada libre. Mala señal. Y no está VTT para comentar la jugada. Pero para mi propia sorpresa, la idea de peraltar un poco a izquierda para dejarme caer con más inercia a la derecha, funciona. Al menos, hasta pasar el cauce que era lo difícil. Luego dejo tres pies tontos pero no importa. Me siento feliz pensando que poco a poco voy tomando el pulso a la carrera.
Y sigo solo.
Con algún rato de charla con alguno de los conocidos, pero completamente a mi aire. Por hacer el cuento corto, así llego hasta la zona de descanso donde me reúno con José Luís Quer que lleva dos puntos más que yo, con Pepe, y con el bueno de Pedropedales que se asombra de mi promedio hasta el momento. Y yo ya no era persona, era un insensato que pensaba que a mitad de recorrido estaba todo hecho.
Tomo mi par de piezas de fruta, y antes de salir de nuevo me dice Pedro: "King, ten cuidado con la subida de allí, que es mala y te puede agotar. Echa el cuerpo hacia atrás un poco, controla gas y no te desfondes". Como para no hacer caso cuando el bueno de Pedro da un consejo ...
Pero la receta funcionó sólo hasta la mitad. Justo en ese punto me fui contra una zarza que había en la derecha de donde salí arañado y remando hasta arriba. Peor que todo eso, el contraste entre lo bien que me sentía unos minutos antes y el cansancio de ese punto me hizo perder la cabeza. Y en lugar de esperarme para abordar la zona de allí arriba (no recuerdo números a partir de aquí) con más calma o picarme un cinco, pensé que lo suyo era sacarla con un tres "zapateado" y en paz.
¿Resultado? Una agonía. Casi me muero de agotamiento, y terminé con un 5 merecido. Por idiota. Tan tocado se me debía ver en ese punto, que Mick al salir de zona me dijo que tuviera cuidado con la siguiente bajada. Y tenía razón el maestro. Un calvario a partir de ahí. Sin caídas ni daños, pero completamente ciego. Con una pájara monumental. Roto. Desfondado, sin saber qué hacer, agobiado por el tiempo, sin referencias, y sintiéndome mucho más solo de lo que en realidad estaba. Porque Dios protege a los imbéciles, como se verá a continuación, y estuvo a mi lado.
A esa altura del recorrido me encontré con Pim, que me dice que va bien de tiempo, y que me acompaña. Tampoco recuerdo donde apareció ni donde nos separamos porque yo era un auténtico zombie, un trozo de carne con ojos. Lo que sí recuerdo es una zona donde miré el trazado, pensé que me moría si lo intentaba y pedí un cinco al juez ... justo para caer en la cuenta de que sólo sacar la moto de allí iba a ser un infierno. En una especie de pesadilla interior, oí a José Luís marcarse un dos fantástico y a Corsino reventarse con un cinco mientras yo no sabía qué hacer, excepto desear no haber cogido una moto de trial en mi vida. Y ése es el segundo momento en que recuerdo a Pim en carrera. Una voz agradable que me dice con mucha calma "¿quieres que te saque la moto, Julián?". Y pese a la vergüenza no pude decir que no. Estaba demasiado ido como para hablar. Ahora que lo escribo, ni siquiera estoy seguro de haber dado las gracias.
El caso es que tras ese otro episodio seguí hacia delante más o menos agotado, pero tuve la suerte de hacer algún buen paso en alguna zona suave que me levantaron el ánimo para tirar hacia el control ... aunque, eso sí, renunciando a entrar en la del río por miedo a caerme sin ver las piedras del fondo.
Entregué la tarjeta a las 14:07, justo dos minutos antes de mi límite de tiempo.
Y pese a lo contento que estaba al entregarla, ahora sé que lo más importante no era haber llegado, sino la cantidad de cosas que había aprendido por el camino.
Pero supongo que si llegaste hasta aquí tampoco necesitas una lista, con lo que te dejaré con tus propias conclusiones. La mía es tan sencilla como que enseñaré a mis hijos a hacer trial en la esperanza de que les sirva para entender mejor la vida.
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domingo, mayo 13, 2007
Cursillo Trialmadrid con Mick Andrews
Entre el sábado 12 y el Domingo 13 hemos tenido la suerte de contar con Mick Andrews en un cursillo organizado por Trialmadrid.
Buen ambiente, muchas risas y buenos ratos con los compañeros, y el privilegio de tener a toda una leyenda al alcance de la mano. Sin duda el piloto más carismático de la historia del trial, y con unos conocimientos de mecánica increíbles. Como muestra, lo que hizo a los treinta segundos de subirse en mi 349 fue pedir un destornillador:
(la foto es cortesía de dos buenos amigos: José María que nos dejó la cámara, y Juanito que estuvo al quite, y no sólo pilló el momento en que "Magical Mick" ajustaba el Amal de mi moto, sino lo que hizo para probarla unos momentos después. Esto, en concreto:
... con lo que se vuelve a demostrar que esa Montesa es capaz de hacer muchas más cosas de las que su dueño le pide.
Pero la cosa no quedó en eso, sino que Mick incluso nos dejó probar a varios de nosotros su moto personal. Una James de motor Villiers con un tacto impresionante, y una ligereza equivalente a la de una moto moderna. Según comentó al bueno de Alfonso, esa máquina no pasa de 72 kilos en orden de marcha. Y puedo dar fe de que ello no se logra a base de perder efectividad. Impresiona lo que la moto llega a transmitir al piloto. Nunca había probado nada parecido.
En definitiva, que hemos vivido uno de esos episodios que no se olvidan. Si ya es toda una ocasión pasar un fin de semana con los Corsino, JL, VTT, Chema, Pedro y compañía, esta vez hemos tenido a Mick haciendo el papel de "uno más".
Pero ... ¡¡Vaya con el uno!!
Buen ambiente, muchas risas y buenos ratos con los compañeros, y el privilegio de tener a toda una leyenda al alcance de la mano. Sin duda el piloto más carismático de la historia del trial, y con unos conocimientos de mecánica increíbles. Como muestra, lo que hizo a los treinta segundos de subirse en mi 349 fue pedir un destornillador:
(la foto es cortesía de dos buenos amigos: José María que nos dejó la cámara, y Juanito que estuvo al quite, y no sólo pilló el momento en que "Magical Mick" ajustaba el Amal de mi moto, sino lo que hizo para probarla unos momentos después. Esto, en concreto:
... con lo que se vuelve a demostrar que esa Montesa es capaz de hacer muchas más cosas de las que su dueño le pide.
Pero la cosa no quedó en eso, sino que Mick incluso nos dejó probar a varios de nosotros su moto personal. Una James de motor Villiers con un tacto impresionante, y una ligereza equivalente a la de una moto moderna. Según comentó al bueno de Alfonso, esa máquina no pasa de 72 kilos en orden de marcha. Y puedo dar fe de que ello no se logra a base de perder efectividad. Impresiona lo que la moto llega a transmitir al piloto. Nunca había probado nada parecido.
En definitiva, que hemos vivido uno de esos episodios que no se olvidan. Si ya es toda una ocasión pasar un fin de semana con los Corsino, JL, VTT, Chema, Pedro y compañía, esta vez hemos tenido a Mick haciendo el papel de "uno más".
Pero ... ¡¡Vaya con el uno!!
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sábado, mayo 05, 2007
Preparando Robregordo
Mañana de trial en la sierra de Herencia, haciendo cuerpo para la interzona de Robregordo, que es el tema de conversación favorito en los foros últimamente. Que si este año va al revés, que si se baja más que se sube ... no paran de comentar dimes y diretes por todos lados. Y los novatos tan acongojados como pueda esperarse antes de una carrera de dos días.
En la foto, el primer cigarrito de la mañana entre José Luís y Pepe, que yo dejé el vicio hace tres años. Y protagonistas mi Cota 349/4 que se ha portado mucho mejor que el dueño, la Honda 200 de José Luís, que aun conserva el seguro para el portacascos, y la Cota 200 de Pepe, recién salida del taller de Andrés Benzal.
He estado a punto de escribir esto con los codos, que debe ser lo único que no me duele a esta hora de la noche. Pero al menos las sensaciones no son malas. La moto va bien y me encuentro cómodo con ella. Aunque tengo claro que una de las claves estará en saber dosificar el esfuerzo y recordar que cada cual tiene su propio ritmo y no debe sobrepasarse.
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