Para aquellos que me dedicáis algún rato de vuestra vida porque escribo sobre motos, aviso: esta vez no va de eso. Y lo que es peor, como voy a tratar de temas serios, se notarán aún más mis carencias al redactar. Espero que vuestra inteligencia supla el resto, y el mensaje os llegue, porque creo que este fin de semana he aprendido cosas que valían la pena.
Tal vez el resumen lo encarne este caballero de la foto, que será una de las historias que cuente, y la única foto "de moto" que pretendo usar para ilustrar el relato. Es Pim Terricabras, un montesista integral al que había tratado poco y por mail, pero que el sábado se portó conmigo como sólo hubiera hecho el mejor de los amigos, y desde su 247 MkI me dio toda una lección de muchas cosas. Aquí podéis verlo sobre una de las motos más bonitas y más "de verdad" que corrieron en Robregordo. De corazon, Pim: GRACIAS.
Y vuelvo al relato. Mi historia con esta carrera, como sabéis los que habéis seguido la página, se remonta casi al inicio del campeonato. Al apuntarte todo el mundo te cuenta cuales son las pruebas en las que irás compitiendo, y todo el mundo cambia un poco el gesto al hablarte de Robregordo, aunque todavía no te concretan demasiado. Es al acercarse la fecha cuando empiezan a correr rumores sobre el trazado o la zonas y aparecen preguntas en los foros por parte de la gente que nunca la ha corrido e intenta entender qué tiene de especial este trial.
Y ahora que he terminado uno de los dos días (el reto de acabar Robregordo lo dejo para el año que viene), creo que sé lo que hace de esta carrera algo diferente. Si tuviera que dejarlo en una sola idea, creo que es un resumen en dos días de todo lo que significa el trial. De los valores que recoge este preciosísimo deporte. Es un curso acelerado de autocontrol, de solidaridad, de equilibrio en el sentido más amplio, de lo que vale la amistad, y una especie de resumen práctico de lo mejor que el ser humano lleva dentro. Si me apuráis, para los que somos creyentes, de lo mucho que Dios ha dado al hombre para que tenga una vida plena y feliz, y de lo bien que llega a sentirse uno cuando su relación con los demás es la que debe ser y forma parte de ese equilibrio.
La única de las fotos que puede ayudarme a resumirlo, sería la de abajo donde estoy compartiendo un bocadillo con mi buen amigo Alfonso Sánchez-Eguíbar y Mick Andrews después de la carrera.
Mick es, posiblemente, el mejor ejemplo vivo de lo que significa este deporte, incluyendo su vertiente de solidaridad personal. En estos días que llevo vividos con él le he visto montar en moto magistralmente, a la par que atiende a todo el mundo sin importar como de simple sea lo que le pide, sin descuidar nunca a su mujer y sin dejar de reírse mucho ... pero además, cada vez que le dieron un micro, empezó pidiendo un recuerdo para su amigo Rob Edwards que está pasando una racha personal dura.
Y vuelvo a la carrera, que se suponía que era lo importante.
La primera gran decepción para mí se produjo días antes de salir. Mi amigo y compañero de fatigas, José María, tenía una comunión prevista para el sábado. Más concretamente la de su única hija, con lo que su ausencia estaba más que justificada. Pero para mi era una primera gran pérdida, porque compartir la experiencia con él es un modo de disfrutar el doble, de aprender más rápido y de encontrar un apoyo y un comentario inteligente en cada paso que uno da.
Así las cosas, y sabiendo que Pepe y JL salían con mucha diferencia horaria con respecto a mí, decidí hacer la carrera solo, sin descartar encontrar compañía adecuada por el camino. La idea era clara: la fortaleza mental iba a ser crítica, y sólo yendo tranquilo y dentro de
mis límites físicos y de pilotaje tendría una opción a terminar. Lo de hacer un buen resultado era completamente secundario.
Salí a las 9:09 de la mañana del sábado camino de la primera zona. Paisaje impresionante, tiempo fresco pero agradable, y recorrido bastante bien señalizado por los chicos de Sotobike.
Entro en la primera zona, que no parece muy difícil en nivel amarillo, y dejo el primer pie tonto del día casi en la puerta de salida. No es mal comienzo. Arranco la moto después de picar mi tarjeta y pongo rumbo a una bajada larga con que arranca el segundo tramo de interzona. Pocos metros después pago lo frío que iba y me voy al suelo tontamente, partiendo además el guardabarros delantero de la 349, sólo para recordar que a última hora había olvidado incluir entre las herramientas el rollo de cinta americana. Menos mal que unos kilómetros después (la interzona era larga y bonita) un alma caritativa me deja su cinta para hacer una reparación de emergencia mientras mira la trazada de la zona 2. Ni siquiera sé su nombre para poderle dar las gracias.
El caso es que, con el guardabarros suficientemente asegurado, vuelvo a entrar en zona y no se da mal la cosa. Me faltan referencias de amigos para comparar, pero las sensaciones no están siendo malas. Empiezo a sonreír pensando que puede ser un buen día.
A partir de ahí, el siguiente hito que recuerdo es el de una zona (¿la 5 tal vez?) donde había una subida con un giro forzado a derechas por encima de un cauce de un arroyo que comunica con unas piedras que rematan hacia la izquierda. Mucha gente mirando, y no hay flechas de amarillos, lo cual implica trazada libre. Mala señal. Y no está VTT para comentar la jugada. Pero para mi propia sorpresa, la idea de peraltar un poco a izquierda para dejarme caer con más inercia a la derecha, funciona. Al menos, hasta pasar el cauce que era lo difícil. Luego dejo tres pies tontos pero no importa. Me siento feliz pensando que poco a poco voy tomando el pulso a la carrera.
Y sigo solo.
Con algún rato de charla con alguno de los conocidos, pero completamente a mi aire. Por hacer el cuento corto, así llego hasta la zona de descanso donde me reúno con José Luís Quer que lleva dos puntos más que yo, con Pepe, y con el bueno de Pedropedales que se asombra de mi promedio hasta el momento. Y yo ya no era persona, era un insensato que pensaba que a mitad de recorrido estaba todo hecho.
Tomo mi par de piezas de fruta, y antes de salir de nuevo me dice Pedro: "King, ten cuidado con la subida de allí, que es mala y te puede agotar. Echa el cuerpo hacia atrás un poco, controla gas y no te desfondes". Como para no hacer caso cuando el bueno de Pedro da un consejo ...
Pero la receta funcionó sólo hasta la mitad. Justo en ese punto me fui contra una zarza que había en la derecha de donde salí arañado y remando hasta arriba. Peor que todo eso, el contraste entre lo bien que me sentía unos minutos antes y el cansancio de ese punto me hizo perder la cabeza. Y en lugar de esperarme para abordar la zona de allí arriba (no recuerdo números a partir de aquí) con más calma o picarme un cinco, pensé que lo suyo era sacarla con un tres "zapateado" y en paz.
¿Resultado? Una agonía. Casi me muero de agotamiento, y terminé con un 5 merecido. Por idiota. Tan tocado se me debía ver en ese punto, que Mick al salir de zona me dijo que tuviera cuidado con la siguiente bajada. Y tenía razón el maestro. Un calvario a partir de ahí. Sin caídas ni daños, pero completamente ciego. Con una pájara monumental. Roto. Desfondado, sin saber qué hacer, agobiado por el tiempo, sin referencias, y sintiéndome mucho más solo de lo que en realidad estaba. Porque Dios protege a los imbéciles, como se verá a continuación, y estuvo a mi lado.
A esa altura del recorrido me encontré con Pim, que me dice que va bien de tiempo, y que me acompaña. Tampoco recuerdo donde apareció ni donde nos separamos porque yo era un auténtico zombie, un trozo de carne con ojos. Lo que sí recuerdo es una zona donde miré el trazado, pensé que me moría si lo intentaba y pedí un cinco al juez ... justo para caer en la cuenta de que sólo sacar la moto de allí iba a ser un infierno. En una especie de pesadilla interior, oí a José Luís marcarse un dos fantástico y a Corsino reventarse con un cinco mientras yo no sabía qué hacer, excepto desear no haber cogido una moto de trial en mi vida. Y ése es el segundo momento en que recuerdo a Pim en carrera. Una voz agradable que me dice con mucha calma "¿quieres que te saque la moto, Julián?". Y pese a la vergüenza no pude decir que no. Estaba demasiado ido como para hablar. Ahora que lo escribo, ni siquiera estoy seguro de haber dado las gracias.
El caso es que tras ese otro episodio seguí hacia delante más o menos agotado, pero tuve la suerte de hacer algún buen paso en alguna zona suave que me levantaron el ánimo para tirar hacia el control ... aunque, eso sí, renunciando a entrar en la del río por miedo a caerme sin ver las piedras del fondo.
Entregué la tarjeta a las 14:07, justo dos minutos antes de mi límite de tiempo.
Y pese a lo contento que estaba al entregarla, ahora sé que lo más importante no era haber llegado, sino la cantidad de cosas que había aprendido por el camino.
Pero supongo que si llegaste hasta aquí tampoco necesitas una lista, con lo que te dejaré con tus propias conclusiones. La mía es tan sencilla como que enseñaré a mis hijos a hacer trial en la esperanza de que les sirva para entender mejor la vida.
lunes, mayo 21, 2007
Robregordo 2007: haz trial para aprender a vivir
Etiquetas:
trial
11 comentarios:
Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.
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Me dejas sin palabras. El mejor resumen de un trial "veterano" que he leido en la vida. Ni motos, ni zonas, ni ostias. Lo que realmente importa, sensaciones. Una gozada.
ResponderEliminarRecuerdos me has traido... de horas de sufrimiento bajo el sol, la agonía ante un buen tranco imposible, placer ante una cervecita fresca y una buena charla de trialeros al acabar la jornada...
Yo tengo que volver... algún dia... quizá con el cambio climático... o cuando nos quitemos de encima los nunca suficientemente ensalzados prohombres verdes de este país...
Cuando quieras, amigo. Cuando quieras. Será un placer que saques al campo la Ossa naranja cuando esté lista.
ResponderEliminarY si da tiempo a hacerlo al lado de la tambores grandes, puede ser un día inolvidable.
Magistral. Lo bueno de la gente inteligente es que no deja de aprender ni un solo instante. A partir de ahora como en el himno del Liverpool, ya sabes.
ResponderEliminarYo sentí cosas parecidas el domingo y me alegré de que no me hicieras caso el domingo por la mañana.
Si te sirve de consuelo, aunque creo que no, te diré que a mí me pasó un escalón el inigualable Alfonso Sánchez Eguibar (MI PADRE a partir de ahora) cuando me estaba planteando seriamente darle un entierro digno a la Cota y lanzar un bengala. No tenía control en los brazos, tenían vida (no vida más bien) propia. Luego empezó a hacer efecto el potasio del plátano de la zona 12 y empecé a recuperarme.
Otro día hablamos de trazadas, zonas de agua y demás.
Para terminar, efectivamente Pim es una persona excepcional. Tanto que si leyera esto igual hasta se molestaba.
Soy poco futbolero, señor. Pero es justo lo que recordaba esta mañana cuando venía hacia el trabajo.
ResponderEliminarEs ... ¿casualidad?
No lo creo. :-)
Bonito relato, pero como supondrás, este es solo el principio de todo lo que aprenderás y de la magnífica gente que encontrarás en los caminos del trial... Yo llevo muchos años pero cada vez, en cada trial aprendo cosas nuevas, experimento nuevas sensaciones y sobretodo hago nuevos amigos. El trial es un deporte mágico, y todo eso se respira, se siente en triales como Robregordo, donde se puede captar el espíritu más auténtico del trial.
ResponderEliminarEn cuanto a tu pájara y tus malos momentos me ha recordado a mi reciente aventura en los Seis Días de Escocia... no es comparable, pero también en los momentos más duros se aprende a sobrevivir, superarse y llegar a la meta.
Con un poquito más de entrenamiento y fondo físico, y tomandote unas buenas barritas energéticas a lo largo del recorrido, verás como los próximos Dos Días de Robregordo van a ser un paseito para ti!
Bienvenido Yoyi, y gracias por el comentario.
ResponderEliminarEspero que tu predicción se cumpla, porque me he quedado con ganas de más. :-)
Muy bueno papá!!! A ver si el año que viene haces los dos días de Robregordo, que es lo que te ha faltado esta vez. Y la cara que traías de :-D estar flipando de gusto... a ver si también se repite!!!
ResponderEliminarBesos: Myriam
Menos mal que los que andan por aquí son amigos, hija. Si no, el cachondeo iba a ser de flipar.
ResponderEliminarBesos
Creo que somos un privilegiados, quizás exagero, pero todas esas sensaciones y vivencias, familiares para mi y que cuentas con tanto acierto, creo que son la esencia del trial y que si no se disfrutan o se padecen, simplemente es que se monta en moto.
ResponderEliminarEs cierto que un buen vino (incluso el Soldepeñas...) se disfruta y se aprecia mejor cuando se comparte con quien lo sabe disfrutar y apreciar; cuanto más conozco a los amigos que compartís las vivencias y sensaciones que nos regala el trial, más pienso que soy un privilegiado.
Un saludo desde el otro lado (no el oscuro,claro.)
Un placer verle por aquí, Don Manuel. Sean bienvenidos usted y su moto azul. Nos vemos en la próxima!!
ResponderEliminarMuy bien Julian, yo te vi como un autentico veterano por Robregordo, Ibas a ritmo por la interzona y las zonas que hiciste conmigo las pasaste bien. El proximo año nos hacemos los 2 dias.
ResponderEliminarYo tambien me alegro mucho de haberos conocido i compatir un buen fin de semana montesista.
Hasta pronto y Viva Montesa.
Tu amigo,
Pim