Por fin llegó el día. Y aunque el mejor resumen de lo que voy a contaros podría ser el siguiente vídeo, hay mucho por explicar antes de llegar a ello.
Así que rebobinamos un poco para que se entienda bien. Si recordáis la entrada anterior a Semana Santa, dejamos la instalación prácticamente acabada, a falta de cargar y conectar la batería, y de rematar algunos cabos sueltos en las conexiones.
Pero la edad no perdona, y al llegar a la Estepa, ni Carlos ni yo recordábamos con precisión en qué punto habíamos dejado la faena. Y para más remate, el taller estaba (aún más) desordenado a consecuencia de que en mitad del lío, pasé por allí a cambiar aceites a la Impala 2 pensando ya en la Impalada de este año. La consecuencia fue que dedicamos un buen rato a volver a poner a tiro toda la herramienta y la parafernalia que usamos para reconstruir la instalación, así como la documentación que habíamos llevado para no dar demasiados palos de ciego.
Pero, con todo y con eso, nos pasamos un buen rato mirando qué era lo que podía faltar por hacer, antes de llegar a la conclusión de que, en realidad, excepto decidir el modo correcto de conectar la batería, todo estaba casi acabado.
Con lo cual, hicimos una primera, y frustrante, tanda de intentos de arrancarla. Tras unas cuantas patadas con las que no conseguimos ni el más mínimo amago de volver a la vida, decidí que lo suyo era adelantar un poco la palanca de arranque, que habíamos dejado demasiado vertical. Y sí, ya sé que hay quien critica mucho que se adelante un punto, pero se agradece el impulso extra que te da al motor en cada intento.
Así que, hecho el ajuste pertinente, volvimos a la carga, con este resultado:
El motor intentaba volver a la vida, pero se quedaba a medio camino. Tal vez el único logro destacable fuera encabronar a Trasto, a quien no le gusta nada que dedique mi atención a esas ovejas mecánicas tan peligrosas con las que desaparezco de vez en cuando. De tal modo que paramos un poco a pensar qué podría estar pasando, más allá de que la posición de los tornillos de reglaje del carburador fuera una pura especulación. Y la conclusión fue que, más que probablemente, parte de la gasolina del depósito de prueba se habría evaporado, aumentando la concentración de aceite. Si a eso le añadís la cantidad de grasa con que protegimos en su día en interior del cilindro, había una posible explicación tanto para la humareda como para los ahogos del motor.
De tal modo que agarré medio litro de gasolina de la petaca que tenía en el taller, le agregamos 15 cc de aceite bueno, y volvimos a la carga. El resultado lo tenéis aquí:
... la humareda seguía siendo de órdago, pero la voz del motor era otra. Y nos emocionamos tanto que, cuando quisimos darnos cuenta, el ambiente en el taller era por completo irrespirable. Y como no se pude hacer corriente de aire recurrimos a poner un ventilador que ayudara a despejar un poco aquel despropósito. Pero el sueño estaba cumplido: la moto de Carlos, 16 años después de su regreso a casa procedente de los Estados Unidos, había vuelto a la vida. Y no sólo eso, sino que lo ha hecho con un sonido bastante limpio, buen tacto general, y buenas sensaciones mecánicas que nos hacen esperar con verdaderas ganas disponer de un depósito con el que poder sacarla a la calle y probarla del todo.
Mientras ése momento llega, nos conformamos con ir ajustando poco a poco hasta dejarla casi estable en bajo régimen:
Y con el motor disponible, dedicamos el resto de la jornada a adaptar a su faro una parábola y un portalámparas de Impala, y comprobar que toda la iluminación funciona perfectamente. Falta comprobar qué diablo sucede al claxon, que no iba, y deberá estar operativo para poderla matricular como histórica y pasar con éxito la ITV. Abajo podéis ver cómo empieza a recordar a la preciosidad de moto que un día fue.
Ahora faltan unos pocos detalles para dejarla en orden: pintar el depósito, comprar un tapón de gasolina, instalar el cuentakilómetros, y muy poca cosa más. Malo será que no viajemos con ella a la Impalada 2023.
Seguiremos informando.
!!Por fin Julián¡¡, llevo toda la vida oyendo hablar de la King de Carlos, parece que ahora la meta ya está cerca. Un abrazo. Fernando.
ResponderEliminar¿Ves, hombre de poca fe?
EliminarCoñas aparte, nos hemos tomado nuestro tiempo, sí. Pero creo que al final va a merecer la pena. Y espero que en 2023 puedas probarla y disfrutarla, compañero.
Muchísimas gracias, Fernando. Esperamos poder verla en la carretera con tiempo de sobra para preparar la Impalada 2023. Ahora está todo mucho más a mano. :-)
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