Dice Miguel de Motril (toda una leyenda en el Moto Club Impala porque debe ser el socio que más kilómetros hace cada año) que "Las Impalas también son para el verano".
Y como modo de cerrar Agosto con bien, y de darle un homenaje a la más viajera de mis Montesa, pensé tomarle la frase prestada para titular esta entrada.
Como os conté hace ya tiempo, fue mi hijo el causante de que empezara a llevarme el carrito en vacaciones, para poder transportar su CBR 125 a Chiclana, que es el lugar donde veraneamos desde hace 47 años. Y aunque el primer año no me llevé una moto para mí, el verano pasado me animé a montar la Impala 2, por aquello de probarla un poco antes de la Montesada y asegurarme al 100% de que estaba en condiciones.
Desde entonces hasta hoy han pasado un año, bastantes kilómetros con ella, y me ha provocado un montón de sonrisas. No sé si es la moto que más feliz me haya hecho, pero no anda muy lejos. Así que, de nuevo, la subimos en el remolque a principio de Agosto. Si miráis el maletero del coche, van cuatro cascos, que no es poca cosa.
Y como siempre, la moto ha dado muchísimo juego. Lo mismo vale para una visita Sancti Petri sin tener problemas de aparcamiento ...
... que para ir a ver anochecer en la playa de la Barrosa con la familia, pudiendo dejarla casi metida en agua ...
Pero además, la moto es una especie de imán para la gente. Es raro dejarla aparcada y no encontrarte con gente mirándola al volver, cuando no es con una persona mayor que te cuenta que tuvo una como ella. Probablemente mis dos Impalas (junto con la Norton) han sido las dos motos que más charlas inesperadas me hayan proporcionado.
Y cada vez lo entiendo mejor, porque son motos que marcan. Todo el que la ha tenido termina prendado de su sencillez, su fiabilidad, y su simplicidad. Por no hablar de lo sencillo que resulta repararlas con pocos medios, y con esto aprovecho para contar la anécdota del verano.
Antes de llevarla a la playa, le abrí el motor con idea de encarar transfers, aprovechando que iba a montarle un carburador de 27 milímetros regalado por "carpintero de castro", un buen amigo del foro de La Maneta. Así lo hice, cosa que la moto agradeció con una respiración más limpia en altas, pero se ve que no probé con la suficiente paciencia el reglaje del selector de cambio. Y el resultado fue que la primera velocidad saltaba a veces ... especialmente, cuando mi mujer se subió por primera vez en la moto (ya sabéis que la Ley de Murphy es inexorable). Así que decidí que había que arreglar aquello, no sólo porque quería seguirla usando, sino para probarla bien de cara al 11 de Septiembre en que José María y yo acompañaremos a dos buenos amigos desde Sigüenza a Madrid con las Impala.
Pues, dicho y hecho. En lugar de elevador usé un par de ladrillos para desnivelarla y recoger bien el aceite de la primaria (el recipiente fue un vaso de plástico grande), y con sólo un destornillador plano y una llave de 10 milímetros conseguimos dejarlo perfectamente reglado.
Eso sí ... también la experiencia me sirvió para comprobar que la llave de bujía de la dotación original de herramientas no vale para nada, porque tropieza con la bobina de alta. Menos mal que me he dado cuenta ahí y no en mitad de la calle, porque ponerme a retirar el depósito en una acera de Madrid puede ser un show importante.
En fin, queridos, que hay que animarse a darles caña a las Impala en Agosto, y que -Dios mediante- el día 11 empezamos el nuevo curso con 300 kilómetros adicionales para las motos rojas. Ya os contaremos qué tal va la cosa.
domingo, agosto 30, 2015
Las Impalas también son para el verano
Etiquetas:
Impala 2
Suscribirse a:
Entradas (Atom)