domingo, septiembre 21, 2014

Pepe Gotera y Otilio arreglan la pata de cabra de una Ossa TR 250

Siguiendo con la vida naranja que llevo últimamente, tenía un reto pendiente por resolver con la pata de cabra, como os contaba a principio de este mes. Y era un arreglo fastidiado por el lugar donde tocaba hacerlo: la parte inferior del basculante.

Se trata de que la moto lleva un muelle que se fija en una argolla en la misma pata de cabra y otra en la parte inferior del basculante, que es la que faltaba cuando la moto llegó a casa. Y aunque quedaba bastante sujeta sin necesidad del muelle, es una barbaridad llevar una moto donde la pata de cabra puede descolgarse en un bache cualquiera y hacer que te partas la cabeza.

Teníamos dos alternativas: la ortodoxa, que implica desmontar el basculante para trabajar sin problemas (y que no tenía malditas las ganas de usar porque no tenía tiempo ni ganas de ensuciarme mucho), y la chapucera que consistía en tumbar la moto sobre un costado e intentar soldar en vertical sin salir ardiendo. Mira la foto de abajo y averigua tú mismo cuál de las dos nos gustó más:


Aquí una foto desenfocada del problema: los dos puntitos que se ven a la izquierda del tornillo son los puntos donde iba la argolla original. Parece que el problema fue que uno de los dos extremos no estaba soldado y el otro saltó. Sepa Dios a quién y cuándo. La moto llegó a casa sin pata de cabra (la que lleva la compré a los Vitale hace años), y la que se ve en la foto se ha pasado años puesta al revés hasta principios de este mes.


La estrategia que se me ocurrió fue limar una arandela M6 para aplanar uno de sus lados y darle un par de puntos de soldadura con la inverter. Abajo tenéis la arandela tras haber pasado por la amoladora ... y quemarme el dedo índice de la mano izquierda al recogerla. Menos mal que llevaba un guante de plástico y con eso se me pegó a la piel.


Tras achicharrarme el dedo hice un primer intento interesante. Descubrí que un electrodo de 2,5 mm a 100 Amperios derrite las arandelas M6 con una facilidad maravillosa. Y que el resultado es un basculante con unas pocas de gotitas negras de soldadura ... y un trozo de arandela M6 mal pegado en un extremo.

Así que pasamos a la arandela M8, un electrodo de 1,6 mm y el amperaje adecuado al mismo (no sé si eran 40 amperios).



Lo que sí hice bien fue preparar la operación con prudencia. Aquí puedes ver cómo la pinza de masa iba al final del basculante y el mártir que dejé cogido al mismo con un alicate de presión para calentar bien el electrodo antes de puntear. Todo ello con una madera debajo para evitar salpicaduras.


Y también puse un cartón bajo el otro extremo para proteger su entorno en la medida de lo posible. No sólo descubrí que protege bien, sino que resulta muy divertido verlo arder en mitad del proceso. Agiliza mucho la capacidad de respuesta y mejora los reflejos, que a mi edad es importante.


Pero finalmente, como puedes ver aquí, gran triunfo: la arandela quedó bien fijada en su posición y es capaz de aguantar la tensión que crea el muelle. Por cierto, parecido -si no igual- al que llevan muchas Montesa.


Con lo que sólo faltaba una cosa por hacer. Si miras de nuevo la segunda foto de arriba, verás que el tornillo que tenía puesto en la pata es muy largo y tocaba con el muelle. De tal modo que agarré un M10 de 40 mm y lo corté a la medida exacta para que quedara a ras de tuerca y no dé problemas. Abajo lo tienes:


Sí, ya sé que la moto tiene los bajos más guarros que se hayan visto por aquí en años. Y aunque no lo sepas, tengo un juego de juntas y unos retenes de cigüeñal listos para darles un cambio. Pero eso será en otro momento, porque primero quiero probarla un poco en campo, que ya va siendo hora.

Con un poco de suerte, el fin de semana que viene. Sobre todo si José María y Julián se animan a probar las nuevas.


2 comentarios:

  1. Por falta de ganas no es, te lo aseguro.

    Sobre los bajos de la Ossa, yo no los veo tan mal, se parecen mucho a los de mi 330 :-)

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    1. Se parecen en realidad a aquella señora que tenía la casa redonda para no barrer las esquinas, de puro espesa que era. :-)

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Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.

Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.