Como os contaba el último día, gracias a la palanca de la CG, había conseguido cargarme el arranque de la Impala. No puse fotos, pero lo hago ahora. El aspecto de la pobre moto era el de la imagen:
... al ceder el anillo elástico de seguridad, no hay nada que retenga al eje en su posición, y se puede sacar con la mano. el problema no es sólo ése, sino la variedad de piezas de acero que quedan sueltas en el interior de la caja de cambios de la moto, que podrían destrozarla por completo.
Así que, si quería asistir a la Impalada del sábado, no quedaba otra que operar de nuevo a corazón abierto. Y como tanto José María como yo teníamos posibilidad de escaparnos el lunes, allá que nos fuimos. Rumbo a la estepa, donde la herramienta hace facilísima cualquier operación que se desee emprender.
Llegada en torno a las 11:15 de la mañana, y a las 11:30 la moto está subida en el banco y empezando a ser desmontada. Domínguez por un costado y yo por el otro, empezamos a retirar piezas como locos. Aunque, eso sí, sólo las estrictamente necesarias para poder retirar el motor del chasis sin desmontar el depósito. Aquí podéis ver la culata fuera, el carburador en proceso, y el escape ya retirado.
Mismo momento, visto desde el otro costado. La llave de escapes de Jaume sigue siendo el mejor modo de retirar un escape de Montesa que madre haya parido.
Justo un minuto después, motor en el soporte de trabajo. Otro invento que vale lo que cuesta ... y que puede hacerse por dos pesetas. De hecho, tengo idea de intentar replicar el original de Montesa, que permite girar el motor de izquierda a derecha y hace mucho más simples determinadas operaciones. En la foto puede verse también la carraca neumática para "calibres pequeños", que también ha marcado una diferencia con relación a otras aperturas de motor. Tened en cuenta que entre tornillos y tuercas de 7 mm de la tapa de embrague y cárter central, estamos hablando de unos 20 elementos a retirar y reponer, que cansan las muñecas muchísimo.
Unos minutos después, motor volteado sobre el costado derecho, como mandan los cánones. Recordad que no es en absoluto necesario desmontar todo el mecanismo de selección de marchas, que puede permanecer solidario con el semicárter izquierdo, facilitando el posterior montaje. En nuestro caso, dado que el selector iba bien, lo dejamos como os comento.
Un pasito más allá: el dichoso anillo elástico es localizado en el fondo del cárter de cambio. Parece mentira que una pieza tan pequeña pueda liar tanto las cosas. Recuerdo cuando lo contaba hace unos días por correo a unos amigos, y me acordaba de la exclamación del "Ricardo III" de Shakespeare, de "¡¡Un caballo, mi reino por un caballo!!" La historia se refiere a un hecho real, sucedido en la batalla de Bosworth en la que el rey cayó por culpa de una herradura mal puesta. Desde entonces se recuerda aquella historia con un cuentecillo:
"Por un clavo se perdió una herradura,
por una herradura, se perdió un caballo,
por un caballo, se perdió un jinete,
por un jinete se perdió una batalla,
por una batalla, se perdió un reino,
y todo por un clavo de herradura."
Pues en nuestro caso no eran ni un clavo ni un reino, pero sí una Impalada y un anillo elástico. En la foto lo tenéis.
Y reparado el invento, quedaba por recorrer el camino inverso: montarlo todo y que aquello tuviera un final feliz.
Y como no he contado una mentira en mi vida ... tuvimos un mal momento, porque después de montado todo, la moto no hacía ni amago de ponerse en marcha. Mal asunto porque dado que llevo mi prototipo de encendido "RM Lightning", era imposible que fallara algo eléctrico ... excepto si estaba mal montado, como fue el caso. A veces las prisas son malas compañeras.
Pero como tengo la costumbre de ir tomando fotos, tenía claro que lo único que debía hacer era abrir de nuevo la caja de conexiones y dejarlo todo tal que así:
Tened en cuenta que no sólo llevo electrónico, sino que soy el privilegiado propietario de un plato rebobinado a 12 voltios por el maestro Ramón (puede verse arriba), y con un limitador para no fundir bombillas.
Hecho eso, en dos patadas la moto arrancó.
¡¡Nos vemos en Barcelona!!
Gracias, José María.