Acabo de volver de mi tercer Robregordo. No sé si más o menos cansado que las dos ediciones anteriores, pero tan decidido como entonces a volver a intentarlo en 2.010. Es más ... el compromiso adquirido conmigo mismo es terminar la carrera completa con la 247 el año que viene. Y lo dejo por escrito aquí, para que conste en acta. :-)
Y como es mi tercera participación, sé que durante muchos días leeremos, en la pequeña parte de la red dedicada al trial, todo tipo de comentarios sobre la carrera: las zonas, los protagonistas, el clima y lo que cada uno quiera destacar. Pero, precisamente porque es mi tercer Robregordo, sé que nada de lo que escriba os hará entender lo que sucede cada Mayo en la sierra de Madrid si no lo habéis corrido al menos una vez.
Así que, sin ánimo de explicar más que lo que me tocó vivir, comienzo mi crónica de Robregordo 2.009, pidiéndole a Dios que sigamos todos aquí para ver la de 2.010.
Y abro con una foto que no es buena, pero que refleja bien el previo de este año. Antes de tomar la salida habíamos pensado que en lugar de pareja, este año seríamos un trío. Es decir, que además de ir con mi amigo José María Domínguez, se nos sumaba para el fin de semana el bueno de Alfonso Sánchez-Eguíbar. Por si alguien no lo conoce, Alfonso es un tipo excepcional como persona y como piloto. El único "Súper" madrileño de la época dorada del trial español, redactor de la revista Motociclismo en esa misma época, montesista militante, piloto habitual de una Cota 330, y buen amigo con el que habíamos compartido muchos ratos de charla en los triales.
Por esas casualidades de la vida, los tres estábamos salientes de tres lesiones (rodilla derecha de José María, planta del pie de Alfonso y epicondilitis en el codo derecho mía) que nos han tenido montando poco esta temporada. Y los tres decidimos cambiar nuestra montura habitual esta carrera. Alfonso sustituía su 330 por la James que le hizo Mick Andrews, más sencilla de arrancar, y José María su 330 "Classic Team" por la BSA B40, puesto que yo no podía ir con la 349/4 ... y hace tiempo que decidió que cada vez que yo opte por la 247, él también retrocede en el tiempo.
En fín, que mirando fechas de nuestras motos, caímos en la cuenta de que el azar nos acababa de convertir en el "pre-69 Team", dado que la más moderna de las motos era precisamente mi Cota 247 MkI "Tambores Grandes", que se fabricó en dicho año. Y visto como se portaron las abuelas, es de justicia reconocerlo abriendo crónica con una foto donde se ven sus dorsales. Para los menos iniciados son las 121, 120 y 104.
Una vez montado el equipo y visto que el trial empezaría en buena compañía, comenzamos con los preparativos. Misma historia que cada vez que salimos de casa un fin de semana para carrera de dos días: reservar hotel, organizar la logística de las motos, poner correos a los amigos a ver quien se anima ... y como especialidad para la dureza de Robregordo, adquirir las sustancias dopantes necesarias (sé de tres que no volverán a tomar un plátano hasta Robergordo 2.010). Y por supuesto, con su lado melancólico cuando los correos nos empiezan a hablar de amigos a los que echaremos de menos. Togno que tiene una boda y no viene, Toni BH que se ha fastidiado una rodilla y está en el dique seco cuidado por Maria Dolors, David y Manolo que no estarán, y así una lista de ausencias más o menos larga dependiendo de cada cual.
Afortunadamente los que sí vinieron fueron Miguel Cirera y Pim Terricabras. Digo afortunadamente, porque en mitad del jaleo de preparaciones, hasta tres días antes no caí en que mi Cota 247 seguía con las estriberas redondas de serie, y que no me daba tiempo a rehacerlas para la carrera. Y meterse en un Robregordo embarrado en esas condiciones era extremadamente peligroso. Pero Miguel tenía una pareja de estribos y se marcó el detalle de acercármelos al paddock antes de la salida del sábado. Así que la siguientes fotos son para los estribos recién puestos en la Cota y captados por Germán, y otra de Pim y Miguel compartiendo recorrido como casi cada año (tomada de Motocat, que es mi otro motoclub). Agradable el rato de charla con ambos en la cena ... anticipando el que pasaremos Dios mediante en la Montesa-da 2.009.
Y ya que me he ido hasta la cena, no está de más dejar constancia del buen rato que pasamos en ella con Alfonso Bardo, Ángel de Areba y Paco Chana, que se ocuparon de acompañar a un agradabilísimo Manuel Soler. Si el año pasado me hice una foto con él, éste me dedicó una suya con la Sherpa que pondré al lado de los recuerdos trialeros en casa. En la foto siguiente están Paco (con el 116) Ángel, sin casco y de perfil, Alfonso de quien sólo se ve el casco Burn tras Ángel, Corsino con la chicharrilla 118 y Alfonso con la James 104.
Y aprovechando que la foto es de la salida del primer día, rebobino desde la cena al arranque de la carrera. Quince minutos después de este momento estábamos en la interzona los tres. Alfonso que abre camino con la James, José María que le sigue con la BSA y el que suscribe cierra el grupo tomando el pulso a una 247 a la que no había tocado desde Enero. En pocos minutos hacemos las dos primeras zonas con dos ceros cada uno y seguimos camino por una interzona preciosa donde empiezo a tomar referencias con el freno y el cambio que van al contrario que en la 349/4.
Todo fue a pedir de boca hasta la subida del bendito gaseoducto de Enagas. Que no es el pipeline de los Scottish porque allí no hay un barrizal del infierno sino piedras que resbalan. El caso es que deben ser entre 300 ó 400 metros con un buen desnivel (no sé cuanto, pero me dijo Nacho247, que sabe de eso, que siempre se hacen los gaseoductos aprovechando las máximas pendientes). Decía que todo fue bien hasta allí porque el barrizal era espectacular, y la cuesta estaba llena de pilotos caídos. Para el que no lo haya vivido, el problema en estas situaciones viene dado por varias razones:
1.- La dirección no es tan precisa en barro como en firme seco, lo cual hace que la moto avance de forma menos controlada.
2.- Al cargar peso sobre la rueda trasera echando el cuerpo atrás para evitar derrapes, lo que cuento arriba se acentúa: más imprecisión.
3.- Las rodadas que dejan los pilotos que te preceden "obligan mucho" la trazada.
4.- Cualquier pérdida de tracción te hace quedarte parado y resulta complicado retomar la subida.
5.- La subida se va convirtiendo en un rosario de pilotos sin resuello y/o motos tiradas de cualquier forma en el recorrido para darle más emoción.
Es decir, que llegué bien hasta media subida, pero entonces corté gas para intentar rectificar una trazada que me llevaba de cabeza hacia otro piloto caído, y me quedé clavado. Pude retomar un poco la subida, pero como a 100 metros de la cima me paré reventado. No podía con mi cuerpo. Menos mal que Alfonsó bajó, se hizo con mi moto y la llevó hasta arriba. Pero aún así, al llegar tuvimos que parar unos minutos para recuperar el resuello y tomar un poco de bebida isotónica. Y lo peor de todo era pensar ... "debo llevar unos 3 kilómetros, con lo que me pueden faltar unos 25 más". Impresionante la sensación de impotencia que puedes llegar a tener.
Y bendita sea la idea de haber hecho bicicleta durante unas semanas antes de la carrera, porque de no ser así, me hubiera dado un pasmo directamente.
En fin, que seguimos la carrera. Y que ya no recuerdo con tanta precisión cada zona, sino hitos sueltos. Como que Alfonso que nos dejó en un punto del recorrido porque tenía miedo a enfriarse visto que nuestro ritmo era más pausado que el suyo, o que José María hizo un carrerón con una BSA que pesaba una tonelada y media. Aquí abajo se le ve aplicando a fondo rodillas y brazos para meter al hierro en un giro con poca tracción.
Con Alfonso volvimos a vernos en el río, donde hizo uno de sus poquísimos fiascos en una subida deslizante que no vi pasar a ningún amarillo a cero. Pero la foto de abajo corresponde a un cero poco rato después del fiasco.
No estoy seguro de que se la misma zona donde Mercé me tomó una foto preciosa con la Cota, pero creo que estaba cerca.
Un rato antes de esas zonas, perdí mi tarjeta. Hasta este Robregordo había usado el método de Alfonso, consistente en pillarla con un clip al portanúmeros ... pero en esta carrera hay un tramo muy largo de monte bajo donde vas rozando constantemente con las ramas del camino y se debió caer. Una faena porque no llevaba mal recorrido y no sabré nunca cuantos puntos hice de verdad.
Pero siendo honesto, no me importó un pimiento, porque a Robregordo no se viene a competir con nada más que uno mismo. Así que ni me planteé volver a por ella y seguimos hasta la zona 14, que era la del avituallamiento, estupendamente atendida por la hija de Javier Cruz y una amiga, y por Eduardo que no paró en toda la mañana con el coche.
Pero ahí cometimos otro error. No sé si por el exceso de potasio a base de plátanos y más plátanos. Recordando el recorrido del año anterior pensamos que, como sólo quedaban seis zonas para llegar, había tiempo de sobra y poca interzona por delante. Y nuestro gozo en un pozo. Había interzona para dar a los países necesitados de ella y que siguiera sobrando. Y algún tramo donde los rebotes de suspensión dejaban los brazos pesando como el plomo.
Para darle más emoción, después de una subida desde una zona de río (tal vez la 17), la BSA de José María dice que verdes las han segado, y que se acabó lo que se daba. Menos mal que sólo era la gasolina. Pero coincidió un momento en que se sumaron el agotamiento, la pérdida de la referencia de la siguiente zona y la falta de gasolina, que nos hizo pasar un rato regular. Afortunadamente pude convencer a mi compañero de que una BSA funciona con gasolina 2T. Lo que no le dije fue el pánico que me daba trasvasarla usando una botella donde había más sales que en la orilla del Mar Muerto. Pero la puñetera inglesa aceptó el donativo y seguimos.
Justo hasta la entrada de la 20 en que José María se quedó primero enganchado en la entrada por culpa de algún impresentable con una Honda mal aparcada, y luego sin gasolina a tres metros del final de la zona. Un fiasco que sustituía a un dos luchado desde el agotamiento. De los que matan a cualquier persona con menos ánimo que él.
Faltaban como ocho minutos para entrar en el límite de las 5 horas y media, pero nos dio tiempo a rellenar la puñetera inglesa y salir como alma que lleva el diablo hasta la mesa de control. La alcanzamos justo un minuto antes de nuestro límite. El primer día de Robregordo había concluido y sólo restaba limpiar las motos. En la foto que me regalan los Bonaigua se me ve echado sobre el manillar esperando turno.
A partir de aquí faltaba hacer nuestra ya tradicional visita al camello y cenar tras una entretenida charla de Miquel Cirera, Jaume Subirá y Manuel Soler. Ninguno de ellos es el de abajo, claro.
La cena ya la he contado arriba con lo que no vuelvo sobre ella. Pero tiene pinta de que seguirá en la Montesa-da 2009. El caso es que al salir de allí llovía mucho, y siguió lloviendo durante la noche. De tal modo que a la mañana siguiente decidí no salir a correr el segundo día. La espalda me dolía y no quería arriesgar un golpe tontamente. Sé que no suena como el duro de la película, pero si hay algo que tengo claro es que uno debe saber dónde están sus límites, y no ir un sólo paso más allá.
Así que dediqué parte de la mañana a poner en orden el maletero del coche y el remolque, a reunirme con los amigos en un par de puntos de la interzona a los que se podía llegar sin esfuerzo, y a prometerme a mi mismo que 2.010 verá acabar a una preciosa Tambores Grandes cuyo piloto no ha estado a la altura este año.
Gracias a todos los que habéis pasado por esta historia, pero especialmente gracias a José María por estar ahí, gracias a Alfonso por la ayuda y sus consejos ... y gracias sobre todo a mi mujer porque no me deja ir a los triales y porque no me deja tener motos.
Y porque además de no dejarme, sabe lo que significa ésa última frase.
lunes, mayo 25, 2009
6 comentarios:
Como diría Juan Ramón Jiménez, mi troll es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Probablemente no tiene huesos y por eso insulta bajo seudónimo. Pero además de cobarde es tan coñazo que he decidido que sólo me moleste a mi. De tal modo que a partir de ahora me quedo con la exclusiva de leer sus bobadas. Disculpadme el resto que os haga pasar por la "moderación" de vuestros comentarios.
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El que no está a la altura es el que toma decisiones equivocadas a sabiendas y no ha sido el caso. Hiciste muy bien en no salir. Aunque insistí un poco en que lo hicieras, lo dejé en cuanto me dí cuenta de que realmente era una mala idea. La cuesta estaba peor. Tardé cerca de veinte minutos en subirla, entre paradas, chutes y jaculatorias.
ResponderEliminarGracias a tí por todo. Y el enigma ese de la frase final...porque si te llega a dejar tener motos...
Veo que hemos coincidido en las sensaciones y, sobre todo, en la foto del camello. Todo un icono. Ya es a Robregordo como el "arros amb ceps" de la Montesada o la abuela del Sant Esteve en Cabrianes.
Ha valido la pena el esfuerzo, sin duda.
Y en 2010, como montaremos bastante mejor si cabe :-), encima haremos una buena carrera sin cansarnos apenas.
Ya ayer estuve haciendo bicicleta. No te quepa duda de que el año que viene será distinto.
ResponderEliminarY creo que a la 349/4 le va tocando un repaso que se ha ganado en buena lid. No sé si acabar diciendo aquello de "vendo pareja de Magicals". :-)
Julián, buena crónica, y enhorabuena por saber disfrutr de las motos de serie, auténticas, genuinas, aunque sean Montesas. Me gustaría haber estado con vostros con mi PRE-66. Espero que el año que viene compartamos Robreordo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, caballero. Te perdiste una edición verdaderamente bonita, pero eso lo arreglamos el año que viene sin problema.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muy buena la crónica King, como siempre!
ResponderEliminarNada más que decir de la 247, ¡que es una gozada verla por los triales! ¡Auténtica!
Efectivamente, la mejor trazada de un gasoducto es evitando laderas, por tanto a máxima pendiente. Se ha criticado mucho este trozo de interzona, pero a mí no me disgustó del todo, claro que después de ver a los dos ingleses subir, me pareció ridícula mi proeza. Desde luego que el domingo estaba todavia más embarrado.
Creo que la clave de este Robregordo ha estado en el fondo físico, para los que no nos sobra y aunque sí que hice algo de bicicleta días antes, recuerdo llegar ambos días a las zonas 18, 19 y 20 en un estado lamentable de fuerzas.
Para 2010, menos entrenamiento y más fondo ...
Está claro, Nacho. Robregordo necesita otras cosas y no sólo entrenamiento.
ResponderEliminarNo me pareció mal el gaseoducto, para nada. Aunque es cierto que el barro multiplica la dificultad por "n" con relación a la cuesta sin más.
Habrá que ver el año que viene qué recorrido se hacer. Pero en mi caso, me han gustado todos los que he hecho. Es LA carrera.